Instituto de las Hermanas Catequistas Guadalupanas: 100 años entre la educación y la religiosidad

Fundado en la capital coahuilense en el año 1923 por el tercer obispo de la Diócesis de Saltillo, Jesús María Echavarría y Aguirre, el Instituto de las Hermanas Catequistas celebra en este 2023 sus primeros 100 años de labor educativa y evangelizadora en México y Estados Unidos, la cual continúa vigente gracias a sus más de 100 integrantes activas

Fundado en la capital coahuilense en 1923 por el tercer obispo de la Diócesis de Saltillo, Jesús María Echavarría y Aguirre, el Instituto de Hermanas Catequistas Guadalupanas celebra en este 2023 sus primeros 100 años de labor educativa y evangelizadora.

“Se fundó en 1923 en Saltillo, Coahuila, como casa central y a partir de ahí la labor pastoral, educativa, espiritual, intelectual, de esta casa de congregación religiosa de mujeres ha impactado tanto que tiene actualmente seis colegios, 32 casas de servicio en México y Estados Unidos, y apoya directamente a los sacerdotes, a instituciones clericales en servicios de pastoral, catecismo y elaboración de materiales didácticos, educativos y espirituales”, compartió Gerardo González Lara, profesor titular del Departamento de Estudios Humanísticos del Tec de Monterrey Campus Monterrey.

El ponente, quien este martes, dentro de las actividades del Santo Cristo Fest 2023, ofreció una conferencia relacionada con esta organización religiosa en la Capilla del Santo Cristo, en Saltillo, destacó que el Instituto sembró los cimientos para la habilitación de seis colegios en México, de los cuales dos fueron instaurados en Saltillo, Coahuila: el Colegio Nicolás Bravo, en 1921 y el Colegio Morelos, en 1945, mientras que el Colegio de la Paz se fundó en Nueva Rosita, Coahuila, en 1946; el Colegio Jesús María Echavarría y Aguirre en Torreón, Coahuila, en 1958; el Colegio Miguel M. de la Mora en Tayahua, Zacatecas, en 1961 y el Instituto Cadereyta en Cadereyta, Nuevo León, en 1967.

“Durante su historia, el Instituto ha sido integrado por 203 personas, de las cuales 110 están vivas y 93 ya se fueron al cielo. Personalmente, desde el 2006, he estado investigando la vida y obra del señor de Echavarría y entre sus obras está este Instituto”, indicó.

“En Saltillo se asocia con el Colegio Nicolás Bravo, son las religiosas del Colegio Nicolás Bravo, un Colegio con extrema calidad educativa. El Colegio Nicolás Bravo es uno de los colegios que tienen en México y es otro de los servicios que brindan las religiosas”, apuntó.

CRUZAR FRONTERAS

Durante su exilio en Estados Unidos, durante la Revolución Mexicana, de 1914 a 1918 y la Guerra Cristera, de 1927 a 1929, Echavarría y Aguirre fraguó amistad con otros religiosos, principalmente de Texas, lo que posteriormente se traduciría en la instalación de casas misionales del Instituto de las Hermanas Catequistas en ciudades del citado estado extranjero como San Antonio, Del Río y Fort Worth, entre 1950 y 1952.

“Esa experiencia le dio relación con obispos de Estados Unidos, sobre todo de la zona fronteriza y el valle de Texas. Al conocer a estos obispos y al ver la valiosa ayuda que le aportaron, estos obispos le dicen que requieren religiosas para hispanos en Estados Unidos porque la cultura, el idioma y las costumbres son similares a las de México. Toda esa población hispana y migrante en Estados Unidos requería un apoyo religioso. En México tenemos 100 años y en Estados Unidos 70 años, y es un Instituto, eso les da una solidez, autonomía y presencia como institución religiosa ante El Vaticano”, apuntó González Lara.

TESTIMONIO VIVO

Por su parte, Guillermina González Acevedo, hermana catequista guadalupana, reconoció la labor del obispo José María para que su testimonio de vida y de compromiso por la fe católica y la educación continúe vivo a través del Instituto.

“Cuando hablamos de espiritualidad y señalamos la espiritualidad del Siervo de Dios, estamos hablando de una vida guiada, movida, alentada por el Espíritu Santo, una vida conducida por el mismo estilo, las mismas convicciones y los mismos sentimientos de Cristo Jesús”, platicó.

“Esta espiritualidad centrada en Cristo no puede reducirse al aspecto espiritual o al de las ideas y sentimientos, toda verdadera espiritualidad tiene que impactar en la realidad (…). Esto lo tuvo muy claro Jesús María en su vida”. (OMAR SOTO)