Más allá del bien y del mal
El viejo lobo de mar llamado Porfirio Muñoz Ledo, en la que podría ser la última posición política que ocupe en su vida, mantiene firme su intención de llegar a la presidencia de Morena, por la que sostiene una cerrada lucha con Mario Delgado, en un proceso que ha tenido enormes altibajos, pero que al final se habrá de definir por el método de las encuestas que terminaron ayer.
Sabedor de que ya está mucho más allá del bien y del mal, Porfirio se ha convertido en la conciencia del partido oficial, y por ello es para muchos dentro del ‘nuevo sistema’, una figura muy incómoda, un toro muy difícil de lidiar. Él ya puede decir abiertamente lo que piensa y dice sin tener la preocupación de que le pueda afectar o no su futuro político, y esa franqueza a muchos les estorba y les provoca mucha urticaria.
Al principio de la administración, fue el senador zacatecano Ricardo Monreal quien intentó ser la voz crítica al interior del grupo en el poder, pero como él sí tiene aspiraciones políticas –entre ella ser candidato a la Presidencia de la República-, le metieron un par de acalambradas y con eso fue suficiente para alinearse y bailar al son que le tocaran.
Con Muñoz Ledo es diferente, no tiene que andar guardando formas y cuidando de si lo que dice o hace es ‘políticamente correcto’, si gusta o no en el ‘círculo rojo’; expone las cosas como son ni más ni menos. Muchos ven en su avanzada edad un serio problema para recomponer al más joven de los partidos creados en México pero también que ha tenido un avanzado proceso de descomposición hacia su interior.
Pero ya quisieran una buena cantidad de políticos de todos los colores, tener la claridad intelectual y la capacidad política, de la que es poseedor Porfirio, quien según los datos que él tiene, en un país en el que cada quien tiene otros datos según le convenga, tiene una ventaja de 3-1 cuando ‘falta un minuto para que se termine el partido’, y pregunta ¿A ver cómo le van a hacer para darle la vuelta al marcador? Y advierte que eso sucediera tendría que ser producto de un ‘fraude monumental’.
El relevo en la dirigencia de Morena debió haberse realizado desde hace un año, pero con artilugios y mañas, hay quiénes han venido aplazando el proceso para mantenerse en el poder pese a la crítica del propio Presidente, que ha dicho que es demasiado partido para tan poquita dirigencia.
En una de las etapas de este denso proceso, hubo más de un centenar de aspirantes, entre ellos neomorenistas estilo jocoque que de la noche a la mañana se sintieron con el derecho de presidir el partido del Presidente. Hay otros que dicen que Porfirio no merece ser presidente de Morena, y lo dicen quienes desconocen la trayectoria del propio Porfirio, así como la historia de la izquierda mexicana.
Lo cierto es que más allá de todo, a Porfirio le temen porque saben que no se va andar con medias tintas cuando quiere decir lo que tiene que decir, no se va a andar escondiendo en lo oscurito para externar lo que se debe saber en público. Tanta franqueza les indigesta, les estorba.
Por eso muchos no quieren que llegue a la dirigencia del partido, y harán todo lo posible por evitarlo, de eso no queda la menor duda, si bien una presidencia de este calado podría ser la oportunidad de empezar a recomponer las cosas en un partido de caníbales que ya han probado su capacidad de destrucción.
Aunque se diga que en Morena están prohibidas las tribus, el hábito no hace al monje y aunque se vista de seda, mona se queda. No es de extrañar lo que pasa al interior, porque el partido está conformado por las mismas tribus que no descansaron hasta dejar del PRD solo el bagazo, y luego lo tiraron para dar el brinco a Morena.
Durante años la izquierda mexicana y nada fue exactamente lo mismo, y por años, se añoraba que apareciera una buena opción de la izquierda, y si las cosas siguen marchando como hasta ahora, Morena pasará a la historia por el ser el partido que entre el momento de su registro ante la autoridad electoral y la llegada al poder le llevó el menor tiempo en toda la historia; pero también puede pasar por ser el que más pronto se descompuso, lo que hasta cierto punto parecería ‘normal’, porque como oposición pueden durar mucho tiempo, pero lo que desgasta es llegar al poder y éste es atractivo para todos, por eso las férreas disputas.
Le pasó al PAN que durante años se mantuvo como un partido opositor al que le llevó décadas desplazar del poder al PRI, y en el que la gente confió; pero una vez que probaron el poder, terminaron por corromperse, y echar por la borda el trabajo de tantos años. Ya veremos qué pasa en Morena.
@JulianParraIba
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