Helsinki, Finlandia.- Un estudio de la Universidad de Helsinki reveló que, después de tres horas de interacción social continua, la mayoría de las personas experimenta síntomas de fatiga, independientemente de si son introvertidas o extrovertidas.
Según el estudio, esto se puede dar tanto en introvertidos como en extrovertidos, ya que no se debe a la falta de habilidades interpersonales, sino al esfuerzo que implica en sí mismo el prestar atención, interpretar gestos, preparar respuestas; básicamente, mantener una conversación.
Según explicó el profesor de psicología Colin DeYoung, citado por ‘Introvert, Dear’, una de las claves para entender esta diferencia radica en el sistema de dopamina, un neurotransmisor relacionado con la sensación de recompensa y placer. “Los extrovertidos tienden a tener un sistema de dopamina más activo, lo que los hace más propensos a buscar estímulos sociales y a mantenerse energizados durante más tiempo”, indicó DeYoung.
En cambio, los introvertidos procesan la estimulación de manera más intensa, lo que puede llevar a un estado de sobresaturación sensorial. Esta condición explica por qué, en un entorno social ruidoso o muy dinámico, pueden sentirse exhaustos más rápido que sus contrapartes extrovertidas.
La llamada fatiga social o agotamiento social se manifiesta en síntomas como cansancio físico y mental, dificultad para concentrarse, irritabilidad e incluso estados de ansiedad o tristeza. Aunque cualquier persona puede experimentarla, los expertos coinciden en que los introvertidos suelen sentirse agotados con mayor rapidez debido a una menor tolerancia a la estimulación prolongada.
Los autores de la investigación llevaron a cabo un experimento de doce días en el que participaron 48 estudiantes finlandeses, en su mayoría mujeres. Unas cinco veces al día, los científicos medían variables como el estado de ánimo de los participantes, su nivel de extraversión y estrés o sus índices de amabilidad y responsabilidad, así como el número de personas con el que interactuaban.
Los expertos notaron que, aunque tanto introvertidos como extrovertidos pueden llegar a sentir fatiga social, hay gente que es propensa a cansarse más rápido. Aquellos introvertidos que sufren de ansiedad o condiciones neurodivergentes como el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) o autismo, así como las personas muy sensibles o demasiado empáticas, suelen cansarse más rápido que otros, pues su esfuerzo mental es mayor.
Los especialistas recomiendan que las personas aprendan a detectar sus límites al momento de interactuar, reservar tiempos de descanso entre encuentros sociales y practicar actividades de autocuidado. Algunas sugerencias incluyen tener momentos de soledad cada día, practicar la meditación, llevar un diario personal y reducir el uso de redes sociales.
Asimismo, es importante prestar atención a los desencadenantes más frecuentes, como pueden ser eventos con mucha gente, reuniones excesivamente largas o lugares en los que haya demasiada estimulación., además de ajustar los hábitos sociales al ritmo de cada uno, así como practicar la desconexión en un mundo cada vez más dinámico, es una forma de mantener nuestro equilibrio emocional, concluyen los científicos. (EL HERALDO)
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