ATRÉVETE A PENSAR

 

POR DAVID ERNESTO LÓPEZ RAMÍREZ

A 300 años del nacimiento de Immanuel Kant

Immanuel Kant nacido en Königsberg, (Kaliningrado Rusia), el 22 de abril de 1724, es la imagen del docente metódico, ordenado, disciplinado, además de ser el filósofo de oficio. A diferencia de muchos otros grandes pensadores, Kant tuvo una vida sencilla, sin grandes acontecimientos que llamaran la atención. Nada indicaba que en su mundo interior se estaba fraguando un sistema que iba a revolucionar toda la filosofía de los años venideros, pues aunque nunca salió de su amada ciudad natal, su pensamiento iba a repercutir en el mundo entero. No es fácil leer a Kant, pero si se quiere aprender y hacer filosofía, no se puede eludir su estudio y la lectura de sus obras.

De una familia pobre y humilde, pero piadosa y honrada, Kant con su talento intelectual unido al trabajo honrado, bien hecho y disciplinado, pudo salir adelante. Pues en una época en la que la educación no estaba al alcance de todos, no tardó en conseguir ayuda para que su talento no quedara sin fruto por no haber sido descubierto. De baja estatura, y de complexión frágil, su estatura intelectual y el vigor de su mente marcarían el siglo de la Ilustración.

Tres temas ocuparon la mayor parte de su reflexión: ¿Qué puedo conocer?, ¿Qué debo de hacer?, ¿Qué puedo esperar? A los tres trató de dar respuesta, y para ello Kant valoró mucho la educación. De este tema, quisiera dar una breve reflexión. Para Kant, el progreso de la humanidad y de la persona individual, es imposible sin la educación, de ella decía: “La educación es el desarrollo en el hombre de toda la perfección de que su propia naturaleza es capaz”. Pero esta no se queda solo en el aspecto intelectivo, la educación abarca la acción, de nada sirve conocer algo si no se pone en práctica.

La educación es integral y abarca conocer y hacer, todas las dimensiones del hombre. De ahí el imperativo categórico que marcó toda su sistema moral, pues una sociedad educada se ve reflejada en el nivel moral de sus miembros. La educación debería ser el puente por el cual una persona que la reciba, tenga la oportunidad de mejorar su condición de vida, mejora su dignidad como persona. Desafortunadamente, poco a poco se ha visto un deterioro en su impartición y aprecio, pues parece que más que ser puente, se ha vuelto vaya, cerco, barrera, es decir, el futuro de una persona depende en gran medida, de la escuela a la que asiste.

Esta en la autentica educación, el factor clave de un verdadero progreso y bienestar de una sociedad. Pero parece que no es prioridad para muchos sectores de la sociedad, ni para muchos individuos que no quieren educarse, y que pierden el tiempo sin beneficio alguno en el internet, sin sacar provecho de lo que este maravilloso adelanto tecnico les puede ofrecer.

Ciertamente el sistema filosófico de Kant no es perfecto, como no lo es ninguno, pero tiene el gran mérito de invitar a cada persona a atreverse a pensar. Kant pregonaba que en su tiempo la humanidad había alcanzado la mayoría de edad. A trescientos años de su nacimiento, al parecer sucede lo contrario; no son pocos los sociólogos y filósofos que hablan de una infantilización, de un retroceso o retardo en la madurez efectiva de las personas, que genera un pensamiento débil, y una voluntad quebradiza. Es más, un pensador coreano, Byung-Chul Han, afirma que nuestra sociedad se ha cansado, se ha agotado.

Sin educación, el individuo no se atreve a razonar, y deja a otros que piensen, que hablen, que decidan, que elijan, que actúen por él. Así se olvida de uno de los principios fundamentales de moral: “Los seres humanos somos fines, no medios ni instrumentos”. Un poeta latino decía que un pueblo sin educación es una bestia, y con las bestias no se razona, solo se les ata, se les da de comer, y se les pone a arar la tierra con el yugo a cuestas.

 

 

  • Este artículo fue enviado desde Roma por el padre David Ernesto López Ramírez para El Heraldo de Saltillo.