CÁPSULAS SARAPERAS

 

El Santísimo Cristo del Ojo de Agua

En esta ocasión te platico la historia de una imagen del Santo Cristo, y no me refiero a la de la capilla adjunata a la Catedral de Saltillo, sino a la que se encuentra precisamente en el lugar que dio origen a nuestra hermosa ciudad, en la iglesia del Ojo de Agua.

Hace algunos días fui a almorzar con el padre Nacho, quien además de ser el párroco de la iglesia del Ojo de Agua, es familiar de los Ramos, de los de la Nieve cuya historia es fantástica y ya se las platicaré en otra Cápsula Sarapera. El sacerdote me contó una historia tan interesante que necesito platicárselas.

En el año de 1925, hace casi un siglo, en esta ciudad de Saltillo vivían Brígida García y Josefa Santos, señoritas ellas, quienes por deducción puedo decirles que eran adineradas, pues el día 31 de octubre de aquel año se encontraban en Roma, donde visitaron la fábrica de estatuas religiosas “Rosa Zanacio, SA”, lugar en el cual realizaron un contrato y pagaron la elaboración de la imagen de un crucifijo esculpido artísticamente en madera fina de los Alpes,  montado en su cruz, con una altura de 1.75 metros, con las letras “INRI” en la parte superior. El precio establecido fue de 3 mil100 liras, moneda de curso legal de Italia en aquellos años.

El artista responsable de la elaboración de la imagen fue un señor de nombre Humberto Caucarelli, quien terminó la obra el 31 de octubre de 1926, precisamente cuando daba inicio la guerra civil mexicana conocida como la Guerra Cristera, en la cual se dicen que fallecieron hasta 250 mil mexicanos entre creyentes católicos y miembros del ejército.

Estimada y estimado Saltillense, durante ese periodo, los religiosos católicos se oponían a la aplicación de la llamada Ley Calles, la cual limitaba muchísimo no solamente a los religiosos católicos, sino a la feligresía en general, algo tan exagerado que cada sacerdote necesitada de una autorización de los diputados o de los congresos estatales para realizar sus funciones religiosas. Los templos eran cerrados sin sustento legal, y las misas se realizaban a escondidas.

La imágen Saltillense elaborada en Italia cruzó el océano Atlántico, travesía que duró poco más de un mes, a bordo del barco “Vilorio Véneto”, embarcación que era propiedad de la compañía “Navegazione Generale Italiana”, llegando al puerto de Veracruz el 19 de diciembre de 1926. Después, vía terrestre, llegó a Saltillo precisamente en el inicio de la primavera de 1927 para ser resguardada en la casa de las señoritas que habían mandado elaborar la escultura.

Cuando la situación de la Guerra Cristera se tranquilizó, la imagen del Santísimo Cristo con la corona sobre su cabeza se instaló en la iglesia del Ojo del Agua, precisamente el 25 de agosto de 1928, después de casi dos meses de que la guerra entre el gobierno mexicano y católicos terminara. El Obispo de Saltillo, don Jesús María Echavarría, bendijo la imágen, momento en el cual fue llamada como es conocida hasta en nuestros días “Santísimo Cristo del Ojo de Agua”.

Nuestra hermosa ciudad de Saltillo, su historia se encuentra en cada rincón, en cada anécdota y acontecimiento en los cuales muchos Saltillenses hemos participado como lo fueron las señoritas Brígida García y Josefa Santos, quienes hace casi 100 años pidieron que esculpieran, allá en Roma, una imagen religiosa que atravesó literalmente océanos, ríos, mares, montañas, y hasta una guerra, para ser colocada en el preciso lugar donde nació “El Saltillo”.

 

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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