DE BUENA FUENTE

SIN SALIDA

El líder nacional del PRI, Alejandro Moreno, se niega a abandonar la dirigencia a pesar de las estrepitosas derrotas electorales.

“Alito” se aferra al clavo ardiente, consciente de que renunciar al PRI nacional lo deja en indefensión política.

El futuro del político campechano esta en manos de los tres únicos gobernadores de extracción priista en el país, pero dos de ellos, son candidatos naturales a sucederlo en el cargo.

Alfredo del Mazo, en el Estado de México, y Miguel Ángel Riquelme, de Coahuila, concluyen sexenio el próximo año, y no ven con malos ojos liderar al partido tricolor, sobre todo cuando Riquelme se ubica en primer lugar de gobernantes mejor evaluados de la nación.

Pero antes deberán ganar la elección en sus respectivas entidades, pues de no hacerlo, solo quedará Durango como representante del PRI en el país, con el reciente triunfo de Esteban Villegas.

Por lo pronto, “Alito” lame sus heridas, mientras busca refugio en Coahuila, y Durango, pues el mandatario estatal de Edomex, Alfredo del Mazo, le ha dejado claro que no le agrada.

Alejandro Moreno es hoy en día un lastre para el Revolucionario Institucional, y lo mejor es que renuncie y en su lugar quede un dirigente interino con más capacidad y mejores ideas.

 

LÍNEA TRICOLOR

No solo Verónica Martínez se perfila como candidata a la alcaldía de Torreón, una vez que asuma la dirigencia local de la Perla Lagunera. La senadora irá en tres años por la alcaldía, y desde ahí el cielo es el límite, pues por temas de género, abanderará al PRI en la lucha por la gubernatura.

En Saltillo, el diputado federal, Jaime Bueno, al ocupar la presidencia del PRI capitalino, también se perfila para suceder en su momento al actual alcalde, Chema Frausto.

Y lo mismo ocurrirá con los nuevos dirigentes del tricolor, en el resto de las principales ciudades de la entidad, como Monclova, Acuña, Ramos Arizpe, y Piedras Negras.

 

MARIO NETAS

Cuando el ex alcalde de Monclova, Pablo González, se rebeló a las instrucciones del entonces gobernador, Rubén Moreira Valdez, el mundo se le vino encima, los medios lo denostaron y la clase política priista lo hizo un apestado.

Años después, las cosas se recompusieron, Pablo volvió al redil, Rubén lo premió, pero ya no fue bien recibido por la oligarquía priista local, a pesar de su popularidad con la militancia.

En cierta ocasión, al revisar perfiles para una candidatura, Pablo apareció en la lista bien posicionado, pero Rubén lo tachó, tras reflexionar: “El no puede ser candidato, nosotros mismos lo hicimos un perro del mal, un apestado, es una lástima, pero que nos sirva de experiencia para futuras ocasiones”, advirtió Moreira Valdez.

Autor

Ulises Salas
Columnista
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