¿Y Calderón para cuándo?
México vive hoy en día un momento complicado en materia de seguridad, y aunque la estadística sobre los homicidios dolosos en lo que va del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador lo perfilan como el sexenio más violento, el expanista Felipe Calderón Hinojosa podría ganarse el más “terrorífico”.
Tras el veredicto de culpabilidad por narcotráfico en Estados Unidos del exsecretario de Seguridad Pública (2006-2012), Genaro García Luna, la pregunta es ¿cuánta responsabilidad lleva el expresidente Felipe Calderón, quien sigue diciendo que no pactó con criminales, pese a las evidencias de culpabilidad del funcionario de su administración quien estuvo en una posición clave y estratégica de su gobierno?
¿Cómo es posible que mientras su secretario de Seguridad, según la resolución del jurado de Brooklyn, es culpable por los delitos de conspiración para la distribución internacional de cocaína; conspiración para la distribución y posesión de cocaína; conspiración para importar cocaína, y delincuencia organizada; el expresidente Felipe Calderón tenga las manos limpias?
Durante los tiempos de Felipe Calderón, los coahuilenses padecimos el peor momento en la historia en materia de seguridad pública. Las familias de Coahuila vivimos aterrorizadas, presas de un entorno de violencia en el que se hicieron comunes las balaceras, los levantones, los homicidios y desapariciones.
Y aunque Calderón se empeña en decir que su Guerra contra el Narco fue un acto valiente contra la delincuencia organizada, al menos en Coahuila tenía claros tintes políticos. La plaza se calentaba casualmente en momentos clave para el partido que gobernaba el estado, sus adversarios.
Saúl Vara Rivera, alcalde del municipio de Zaragoza, Coahuila, fue encontrado muerto en enero de 2011. El funcionario había sido reportado como desaparecido días antes, cuando se dirigía a un evento político. Su cuerpo fue encontrado a unas horas de que el priista Humberto Moreira Valdes tomara protesta como dirigente nacional del PRI.
Luego vino otro ataque en el que “casualmente” se vinculaba el tema de la delincuencia organizada: El Coahuilazo. Felipe Calderón pidió la cabeza de varios funcionarios públicos del gobierno estatal, muchos de ellos inocentes, fabricándoles delitos y relacionándolos con el narco, todos fueron exonerados por el propio gobierno federal al acreditar su inocencia.
Ahí se descubrió y se evidenció cómo el gobierno de Felipe Calderón manipulaba “testigos protegidos”, ya sea comprados o torturados, para señalar inocentes y con ello acabar con sus enemigos políticos, entre ellos, estaban Enrique Peña Nieto y el propio Andrés Manuel López Obrador. ¿No pactó Felipe Calderón con criminales?
¿Cómo es posible que mientras su secretario de Seguridad era la cabecilla de grandes operaciones delincuenciales, el entonces presidente de la República ignorara tales acciones?
El expresidente Felipe Calderón, quien, por cierto, dejó de ser panista hace algunos años por su avaricia de poder, ha evitado pronunciarse sobre el veredicto de García Luna, y si la más mínima vergüenza dice que volvería a hacer su Guerra contra el Narco que registró alrededor de 170 mil personas fallecidas.
Es cierto que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha utilizado su posición para atacar a críticos y opositores, pero que no se equivoque, en su caso los señalamientos son claros y no solo del presidente sino de las miles de familias de desaparecidos y de personas inocentes que murieron en su lucha disfrazada de intereses políticos y personales.
El veredicto contra García Luna no es un pretexto para atacar a Felipe Calderón, es un recordatorio de su responsabilidad en esos hechos y de que tiene una deuda pendiente con los mexicanos, que sus subalternos tendrán que ir pagando ¿Y Calderón para cuándo?
Autor
- Reportera desde enero de 2000. Fundadora de la Agencia de Noticias Digital UNIMEDIOS. Actualmente titular del noticiero Capital Noticias 91.3FM en Saltillo y Coordinadora de Contenidos de Capital Media Coahuila. Escribo la columna “En el tintero” que difunde El Heraldo de Saltillo, La Otra Plana y Capital Coahuila.
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