M.C. TERESITA USCANGA GÁLVEZ
Los seres humanos somos una amalgama de percepciones y emociones, sentimientos y pensamientos, todos estos elementos conforman una unidad y esa unidad da como resultado una forma de ser y de actuar en el mundo.
Nuestra mente es extraordinariamente poderosa y hábil para dirigir nuestra conducta, tanto para hacer el bien como para hacer el mal. Gracias a ella realizamos todos los procesos de pensamiento racional, pero también en ella se dejan sentir unas fuerzas extraordinariamente poderosas: Las emociones.
Así, podemos decir que somos razón y emoción. Fuerzas que en ocasiones apuntan hacia el mismo lugar, pero que en otras se enfrentan y nos obligan a tomar una decisión. La mayoría de estudios que se han realizado con respecto a este proceso de decisión aseguran que, por lo general, ganan las emociones. Esto es así, básicamente, porque la razón ocupa un nivel superior en la escala de elaboración de las experiencias subjetivas. Así, se necesita más experiencia, más tiempo y un grado mayor de habilidad para construir razones que para dejar nacer emociones.
En teoría, las emociones no son determinantes, pero sí pueden ser muy decisivas. Son intrínsecas al ser humano y van inmersas en sus juicios y deliberaciones en la vida. No se trata de negarlas, sino de identificarlas y aprender a canalizarlas para nuestro propio bien.
Las emociones nos influyen más que la razón porque están en una zona de nuestro cerebro más primitiva y, por tanto, más profunda. Se hallan en la base de todo lo que somos. La razón es como un cincel con el que se pueden pulir esas emociones para pacificarlas y permitir que nos ayuden a llevar una vida mejor.
Pues bien, es precisamente en estos momentos en los que estamos viviendo una etapa difícil debido a la situación que atraviesa el mundo entero en el que no podemos dejar de usar ese cincel de la razón, es precisamente en estos momentos en los que tenemos que sacarlo para empezar a pulir todas estas emociones que nos están invadiendo en estos momentos, sé que tal vez no sea una tarea fácil, sin embargo somos nosotros los que tenemos ese poder sobre todas y cada una de nuestras emociones.
Y con esto no me refiero a que tengamos que ponerle negar todo esto que sentimos, ya que nuestras emociones no tienen por qué ser negadas y desvalorizadas, es decir, estas no son un caballo desbocado a las que tengamos que ponerles rienda, todo lo contrario, son precisamente las emociones las que nos hacen ser más humanos, y solo sobre la base de las emociones se edifica el amor, sin embargo, esto no quiere decir que tengamos que dejar las emociones en bruto, y conformarnos con experimentarlas y reflexionar sobre ellas, al contrario, hay que pulirlas, trabajarlas, buscar ese punto de equilibrio para poder canalizarlas y sacarles provecho.
Sé muy bien que en este momento mucho de nosotros estamos temerosos de lo que pueda pasar con toda esta situación del Covid-19, pues entonces reconozcamos ese miedo, explorémoslo y convirtámoslo en una fuerza a nuestro favor.
Psicoterapeuta
Gral. Medardo de la Peña #224 Col. Doctores
Cel. 844 2816024
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