BABY BANDITO: ENTRE LA REALIDAD Y EL MITO

 En los créditos aparece la frase aclaratoria que los hechos están “distorsionados para tu conveniencia y la nuestra” y esto porque la nueva serie chilena estrenada en Netflix se desarrolla entre la realidad y la ficción para contarnos en ocho capítulos el denominado robo del siglo, referido a cómo un grupo de delincuentes logró llevarse en apenas tres minutos un botín de unos seis mil millones de pesos.

La serie está inspirada en la vida del joven Kevin Olguín (en la serie se apellida Tapia), quien se convirtió en uno de los delincuentes más jóvenes y reconocidos al participar en el robo más espectacular ocurrido en el principal aeropuerto de Chile.

Los ocho capítulos dan cuenta de cómo un skater de origen humilde, cuya madre negocia con los traficantes de droga del sector, abandona sus estudios de turismo y por el azar queda con toda la información referida al plan de un robo que tiene preparada una banda criminal apodada como Los Carniceros por su extrema crueldad.

Inspirado en el personaje de Kevin Olguín, la serie entrega a medias entre la realidad y la invención, el periplo de este joven que fue apodado como Baby Bandito por la prensa europea y que, por su excesiva exposición en las redes sociales junto a su pareja, fue detenido y extraditado a nuestro país como parte de los integrantes de la banda que ejecutó el famoso atraco.

Una de las primeras ideas trastocada para el desarrollo de la serie muestra cómo Kevin debe arriesgarse para recuperar su tabla de skate, robada por uno de los mafiosos de Los Carniceros, subiéndose a la camioneta y entrando al recinto donde los malhechores se reunían para ultimar el robo.

En ese lugar, Kevin se encuentra una libreta que contiene todo lo relacionado con los pasos para realizar el robo: claves, códigos, personas y tiempos previstos, de tal manera que en conjunto con su mejor amigo logran convencer a un criminal retirado, el Pantera, quien está en deuda con la familia de Kevin y cuya libertad se la debe precisamente al papá de Kevin.

En tiempo récord logran articular una banda, sumando a Mística y a la novia del skater, lanzándose a la peligrosa aventura del robo, sin medir las consecuencias de sus actos, teniendo en cuenta que Los Carniceros están buscándolos y eliminando a todos los que cooperaron (o no) con el robo.

¿Fue real todo esto? En estricto rigor, no interesa saberlo si se está viendo la serie como un vehículo de entretención, donde hay una galería de conocidos actores en papeles inusuales y cuyo tratamiento narrativo se deja ver con agrado, teniendo momentos notables compartidos con otros que son inverosímiles.

Esta distorsión de la realidad es un gancho, porque el verdadero autor del robo de la información fue otro, cuya verdadera identidad era la de Alexis Niñoles Rivas, quien le sustrajo la información a un tal Juanito. Lo mismo sucede con Los Carniceros, banda inexistente, creada para darle los giros necesarios para hacer avanzar los capítulos. El tal Alexis, su hermano Cristian, Roque Quintanilla y Marcelo Moya habrían formado su propia banda y se encargaron de seguir las instrucciones para acometer el ilícito.

Otros ajustes de la serie consistieron en crear personajes y así alimentar la ficción, como sucede con el mejor amigo de Kevin, el muy aprensivo Panda y cambiar el lugar en que el verdadero Kevin fue detenido por la policía: de Barcelona se trasladó su detención a Roma, luego de una serie de acontecimientos que se exageran o sencillamente se inventan.

Seguramente el mayor cambio fue el desenlace, a propósito de su detención y supuesta fuga de la justicia, situación que se supone daría pie para una nueva temporada, porque en verdad el verdadero Kevin fue formalizado una vez que llegó a Chile y quedó en prisión preventiva. A pesar de quedar en libertad, siguió una vida delictual.

La serie es entretenida aun cuando en su conjunto denota falta de profundidad en la psicología de los personajes, abusa en extremo de la falta de verosimilitud, considerando el acontecimiento que significa robar esa cantidad y toda la planificación previa que se necesitó, lo que debilita la historia a la par que muchos diálogos y situaciones resultan vacíos y forzados, incurriendo además en errores graves de continuidad (ojo con la cicatriz en el brazo de la Mística que desaparece como por arte de magia) y detalles que no resisten análisis (la familia de la chica que huye con Kevin ni siquiera denuncia la huida de la chica, pero sí la sigue a través de las redes sociales).

En su conjunto cumple como vehículo para entretener y es ideal para una maratón en domingo, dejando la verdadera historia y la lógica suspendidas.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación