ALMA

 

La nueva apuesta sobrenatural de Sergio G. Sánchez, el guionista de El orfanato, Lo imposible o El secreto de Marrowbone, que se traslada a la plataforma de Netflix con un proyecto propio, no alcanza unanimidad en sus alcances, aun cuando tenía en sus manos una buena idea y un brillante comienzo que, desafortunadamente, se queda a medio camino y termina siendo una serie de misterio entre el drama adolescente, el terror y lo fantástico. Está entre las más vistas del gigante del streaming, cierto, ¿pero asegura eso la calidad de antemano?

Alma se inicia de modo notable: un grupo de estudiantes de un selecto centro de estudios sufre un terrible accidente en un camino sinuoso. Mientras el bus avanza, lo cubre una niebla espesa y surgen unas luces misteriosas, mientras un sonido indescifrable llega desde algún punto. Luego del suceso, la protagonista despierta en el hospital y nos enteramos que algunos de sus amigos murieron, otros sobrevivieron como ella, con secuelas más que evidentes. Pero Alma, que no recuerda absolutamente nada de su vida tras el accidente, deberá reconstruir su identidad. Pero pronto se percata que la amnesia es el menor de sus males: algo tenebroso está sucediendo en su pueblo. Ese algo es lo que ocupa los nueve capítulos de esta miniserie española tan discutida.

Es cierto que el escenario natural en donde se desarrolla la acción es hermosísimo y que los secretos se van desarrollando como debe ser, de manera gradual y con giros interesantes, pero ello no basta porque la serie se estanca en su desarrollo y se deja ver como un producto emocional, a lo que se suma la exquisita banda sonora del compositor Fernando Velázquez.

Lo bueno es que se aleja del estilo de comedia adolescente típico, y lo malo, que se pierde en su propio laberinto de penumbras y secretos inconfesados, arriesgándose por un modo de generar tensión lejos, muy lejos, de lo habitual del cine comercial.

El inicio del viaje del bus por una carretera perdida en la niebla es espectacular, aunque la presentación de personajes previa al viaje sea casi irrisible, con diálogos que se elevan como pedantes o casi ridículos por lo directos. Se eleva la temperatura con el viaje y se remata con el accidente, bien resuelto, que nos conduce a la existencia de Alma quien, de modo desesperado, trata de recuperar su memoria y saber quién es y qué fue su existencia antes del accidente.

Donde se desbarranca (literal) es cuando el guion entrega explicaciones para los acontecimientos sobrenaturales y se empieza a forzar la historia con datos de cierta mitología que, de verdad, hace que la serie pierda su fuerza inicial y quede debilitada ante otras propuestas paralelas en el streaming.

La falla de ese aspecto mitológico que no calza se debe, tal vez, a que se trata de dar explicaciones en exceso de aquello que no debía ser tan desarrollado y mantenerse en la penumbra, considerando que -lo reconozcan o no- todas las series actuales buscan una segunda y hasta tercera temporada y por lo tanto se puede ir dando datos de a poco.

De este modo ‘Alma’ es una serie que parte de manera excelente y se va disolviendo en las explicaciones hasta evolucionar en un producto que se afirma en demasía en todo ese mundo mitológico que termina consumiendo gran parte de la energía de una propuesta que se olvida de los personajes secundarios y termina perdiendo esa brillantez inicial que nos fascinó.

De este modo, queda la sensación que Alma ha logrado atraer, pero no impactar lo suficiente, logró construir una historia, dio explicaciones y trató de cerrar de manera digna el misterio inicial y, de este modo, solo queda esperar que, en caso de haber una segunda temporada, ojalá se arriesgue por los meandros del auténtico terror y de lo sobrenatural, considerando el valor de Sergio G. Sánchez en sus acercamientos a este género tan pródigo en emociones y sobresaltos.

Esta serie está disponible en Netflix.

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación