PREGONERO | De peinados de cebolla, tenis blancos y otras cosas que no aportan nada al aprendizaje

De peinados de cebolla, tenis blancos y otras cosas que no aportan nada al aprendizaje

Este lunes, por fin, tras unos dos meses de vacaciones, las bendiciones regresan a las clases a sus escuelas, a pesar de que todavía no se define a ciencia cierta que va a pasar con los libros de texto que se han visto envueltos en controversias políticas e ideológicas. Empero, ese no es problema, pues al final de cuentas siempre son los maestros quienes salen al quite y planean sus clases con o sin libros.

No intentaré en esta columna definir si era necesario hacer un cambio de libros de texto, porque la mayoría de las veces ha sucedido, sin el menor empacho de quien está en el poder (o apoco no se dieron cuenta que nos quitaron a Paco el Chato desde hace ya un buen rato). ¿Hay cosas preocupantes en los libros? Sí, pero –como ya amenazaron desde el centro del país- van a hacer todo lo posible para que se haga lo que quieren.

Pero hay otros pequeños detalles que cada año atormentan a los padres de familia, tanto si sus hijos están en escuelas públicas o privadas, y es el hecho de cumplir ciertos requisitos que terminan siendo un gasto extraordinario y acciones que no han demostrado que sean necesarias para la educación.

Desde hace semanas y, sobre todo, este pasado fin de semana, el Centro de Saltillo se llenó de preocupados papás buscando los zapatos negros escolares de cintas y los tenis totalmente blancos, que exigen las escuelas. Si usted cree que hay demasiadas zapaterías en el primer cuadro, al menos estos dos días, parecía que faltaban más.

Luego está el tema del uniforme, porque no conformes con exigir que los niños vistan todos iguales, con los mismos colores, también exigen –contra la ley- que compren los conjuntos en tal o cual lugar, porque muy seguramente ha de ir la comisión de por medio.

De los útiles ni hablamos, ya con estas tres cosas los bolsillos de los papás están más que vacíos, pues son miles de pesos los que se gastan en darle a las ‘bendis’ las cosas que piden en sus escuelas y una que otra que ellos quieren.

Y sí, es importante que acudan a la escuela con todas las herramientas que como papás hemos de entregarles, pues es importante que logren el desarrollo escolar que esperamos.

Pero, ¿en algún momento se ha demostrado que llevar los tenis de otro color, o los zapatos de velcro y no de cintas, incide en el desarrollo educativo de los niños y adolescentes?

¿O es que si no llevan el uniforme no van a aprender a sumar y restar?

Tampoco es como que el peinado que los niños quieran traer, ya sea el de peso pluma o el de ‘hongo’ (que prohibían en nuestra época) vaya a afectar la comprensión lectora de los estudiantes.

Porque, parece que se les ha olvidado, pero hace no mucho tiempo el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED) se pronunció al respecto, y en conjunto con la Secretaría de Gobernación pidió que sean respetados los derechos a la educación y al libre desarrollo de la personalidad de niñas, niños y adolescentes. Lo que incluía, entre otras cosas, la determinación de no exigir, castigar o impedir el acceso a los planteles educativos, a los niños o niñas que portaran tal o cual peinado.

De hecho, la SEP determinó que no puede obligar a los alumnos a tener el cabello corto y si es decisión del alumno este se puede dejar el cabello pintado.

Y esto aplica para todos, sean escuelas públicas o colegios particulares, practiquen, o no, cualquier religión, porque, aunque saquen la biblia y otros reglamentos internos, hay que recordarles que ninguna ley está por encima de la Constitución, y allí en el artículo tercero se habla sobre el derecho a la educación “basada en un enfoque de derechos humanos atendiendo a sus propias necesidades, que garantice el respeto a su dignidad humana; el desarrollo armónico de sus potencialidades y personalidad”.

Este derecho no está condicionado ni a portar un uniforme de cierta marca, ni a usar tal o cuales zapatos y mucho menos a peinarse de tal o cual forma.

Luego están también otras cosas igual de innecesarias, como pedirles a los papás ponerse a marcar márgenes encima de los márgenes de los cuadernos o pedir marcas específicas de útiles escolares.

Hoy, desde este espacio, doy todo mi acompañamiento moral a quienes han pasado varios días forrando libros y cuadernos, marcando márgenes y buscando zapatos y uniformes.

Pero, quizá va siendo el momento de que las escuelas, directivos y autoridades, se preocupen más por generar condiciones adecuadas para que los niños estudien, desde salones, baños y patios en buen estado, hasta protocolos de convivencia para atender la salud mental de la población educativa y prevenir situaciones de acoso entre alumnos y de personal hacia los alumnos.

Ojalá que en este ciclo escolar que inicia, las escuelas se vuelvan el verdadero segundo hogar de los miles de niños y adolescentes, y no el sitio de tormento que por bullying o acoso viven algunos.

 

Autor

José Torres Anguiano
José Torres Anguiano
Reportero Multimedia. Periodista de barrio y contador de historias apasionantes.
Premio Nacional de Comunicación "José Pagés Llergo" 2017.
Premio Estatal de Periodismo 2015, 2016, 2017 y 2018.
Premio de Periodismo Cultural UAdeC 2016, 2018, 2021 y 2023.