CÁPSULAS SARAPERAS

Lázaro Gómez Olabarrieta “Niño”

En esta ocasión te platico la historia de un Saltillense por adopción que pasó literalmente su vida al volante, me refiero a Lázaro Gómez Olabarrieta, mejor conocido como “Niño”, tanto por su familia, amigos y hasta conocidos, quien nació el último día del año de 1925 en Mazapil, Zacatecas.

La necesidad provocó que a la edad de 12 años empezara a trabajar, aprendiendo a manejar en un carrito Ford T año 1926, el cual no contaba con luces y era de cran, es decir, había que darle cuerda, en la Hacienda Gruñidora en Zacatecas, trabajando por un sueldo diario de 1 peso y 15 litros de maíz por semana. Y déjeme aclararle estimada y estimado Saltillense, que cuando le pregunté a Niño que como era que le pagaban con un litro de maíz, si el maíz se pesa en kilos, me explicó con gran detenimiento que sacan el maíz de un cajón grande con un bote de madera, en el cual cabían 5 litros de cualquier líquido.

Cuando inició la Segunda Guerra Mundial, tuvo la oportunidad de trabajar en Cedros, Zacatecas, lugar en el cual transportaba guayule en un camioncito Ford ya más moderno, pues tenía marcha y cran, además contaba con cambios y luces. Por cierto, el guayule se utilizaba para la fabricación de artículos de la guerra.

Llegó a esta hermosa ciudad de Saltillo para trabajar en la cooperativa de los camiones urbanos en la ruta del Ojo de Agua, siendo esta la ruta más complicada, pequeña y con el camión más corriente y viejito. En aquellos años, cuando los pasajeros de ida y vuelta siempre eran los mismos, en cierta ocasión se le chorrearon los frenos, desde el Ojo de Agua, con pasajeros, pasando San Juan Nepomuceno, por la calle de Hidalgo. Los pasajeros empezaron a exaltarse intentado saltar, momento en el cual un pasajero, ni joven ni viejo, a quien no había visto Niño, se paró en el espacio de la puerta del camión, que por cierto no tenía puerta, para decir con voz firme: “No nos va a pasar nada, nadie se baja del camión, estaremos bien”. El chofer intentaba frenar el camión rozando las llantas con la cuneta del lado derecho, pues la calle era de doble circulación. Frente al Casino de Saltillo vio que de un camioncito de carga estaban descargando espejos cóncavos, por lo que pensó de manera rápida que sería la oportunidad de frenar el camión, logrando detenerlo con todos los pasajeros a salvo, con una infinidad de años de mala suerte por todos los espejos que rompió, pero cuando intentó agradecerle al pasajero que había ayudado a mantener la calma, nunca más volvió a verlo. Este hecho le permitió un ascenso en la empresa, donde le entregaron, para el trabajo, un camión nuevo y ahora recorría la ruta Xicoténcatl – Juárez, ruta en la cual por cierto conoció a quien sería su novia y después esposa: Peta.

Trabajó después en la Presidencia Municipal de esta hermosa ciudad de Saltillo con el alcalde Carlos Valdés Villarreal, siendo tesorero el Sr. Enrique Martínez y Martínez, papá del exgobernador.

Durante 35 años, fue operario en los Autobuses Anáhuac, cubriendo la ruta Monterrey – Ciudad de México. Cuando empezó en la manejada de los camiones, las leyes eran muy distintas, no había vacaciones pagadas ni días de descanso, y me aseguró que hace 30 años que en las corridas de noche la paga era mejor.

De hecho, Niño fue el chofer del camión de don Braulio Fernández, cuando éste fue precandidato a gobernador de Coahuila, saliendo en un autobús marca GM modelo 06 desde el Monumento de la Revolución en la Ciudad de México hasta Saltillo, donde lo designarían como candidato a gobernador.  Al día siguiente, don Braulio decide iniciar en su ciudad natal, San Pedro de las Colonias, su campaña, en aquella ciudad de la Laguna. Por la calle principal no cabía ni un alfiler, pues toda la comunidad deseaba saludar al próximo gobernador. En algún momento, en un instante, un niño se soltó de la mano de su mamá, agarrándose a correr tratando de atravesar la calle. Don Braulio estaba sentado en el asiento número 4, Niño, el chofer, con gran pericia gracias a su experiencia logró frenar el camión, quedando a unos cuantos centímetros del menor. El candidato y futuro gobernador se levantó de su lugar para decirle al chofer: “Lo felicito, le agradezco, no sabe lo difícil que hubiera sido iniciar mi campaña para gobernador con un niño atropellado en la ciudad que me vio nacer”.

Su gran orgullo es que sólo cursó hasta tercero de primario, pero pudo darles educación universitaria a todos sus hijos. Por cierto, el apodo de “Niño”, se debe a que un día ya hace más de 40 años, su nieta Karla, le grito “Niño”.

Se casó con Peta, quien era maestra de profesión y se jubiló como inspectora de educación primaria.

Hombre de mucha platica, de charla amena, hombre de familia, quien a pesar de casi llegar al siglo de vida cuenta una lucidez impresionante, padre de cuatro hijos: María del Rosario, María Teresa, Jesús Lázaro y Ana Margarita, y abuelo de 15 niestos y bisabuelo de 17 bisnietos.

Definitivamente que Lázaro Gómez, mejor conocido como Niño, su historia, sus historias en el volante y su familia, son algo muy de Saltillo y que vale la pena presumir.

Autor

Francisco Tobías
Francisco Tobías
Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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