Ordena obispo a los primeros Diáconos Permanentes de la Diócesis de Saltillo

Este sábado, el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, ordenó a los primeros Diáconos Permanentes al servicio de la Diócesis de Saltillo.

Se trata de Fernando Escobedo Luna, José Ambrosio Flores Marines, Juan Rogelio García Martínez, Miguel Ángel de la Cerda García, Octavio Carranza Flores y a Roberto Guillermo del Campo Mendoza.

«En medio de la austeridad que nos impone esta pandemia, las restricciones que aceptamos porque queremos colaborar para que no se multipliquen los contagios de ella, estamos realizando una ceremonia que es histórica en esta Diócesis porque estamos ordenando a la primera generación de Diáconos Permanentes, esto es algo que le toca protagonizar, que le toca vivir a este templo parroquial, señorial, bello que es el templo de la Parroquia de Santiago Apóstol. Con agradecimiento veamos lo que aquí comienza», dijo el obispo Raúl Vera López.

Cabe señalar que, según la Iglesia Católica, este tipo de diaconado puede conferirse a hombres casados, quienes, de presentarse el deceso de sus esposas no podrán contraer nupcias nuevamente, siendo una de sus posibilidades la de optar por ser presbíteros, mientras que al ser ordenados como solteros, se comprometen al celibato permanente –siendo este último, el caso de Fernando Escobedo Luna–.

«Con el auxilio de Dios y de Jesucristo nuestro Señor, elegimos a estos hermanos nuestros para el orden de los Diáconos (…). Han sido aceptados para presentarlos como candidatos al diaconado permanente y recibirán por la imposición de las manos este sacramento. Ustedes, hermanos, tendrán que animar a la comunidad cristiana a la que ustedes servirán o dentro del área que la estructura diocesana les pida estar porque ustedes estarán al servicio de comunidades particulares, pero también podrán prestar su servicio en las estructuras que ven de manera especial al cuidado de los pobres», señaló el religioso.

Respecto a sus funciones, los nuevos Diáconos Permanentes podrán encargarse de labores religiosas como realizar bautizos y bodas, además de otorgar la bendición y presidir celebraciones dominicales, sin consagrar la Eucaristía. (OMAR SOTO / EL HERALDO)