Una de las etapas más importantes en la formación del ser humano es, sin lugar a duda la infancia, en este período se manifiestan el desarrollo biológico, psicológico, cultural y social, además, es donde se establece la personalidad y las relaciones sociales, se consolidan las bases para la conformación de la personalidad, se descubre el mundo, se adquieren aprendizajes. Los padres son fundamentales en la formación de los niños, ya que ellos aprenden de la conducta de sus padres repitiendo comportamientos, por ello, es importante reforzar los comportamientos positivos, y corregir, cuando sea necesario.
En el hogar, el infante debe sentirse seguro, confiado, de esta manera se refuerza su autoestima. En su crecimiento los niños propagan sus habilidades cognitivas, esto influye en cómo interactúan con el ambiente que los rodea. La tarea de los padres está cargada de una gran responsabilidad: educar con el ejemplo, enseñar que cuando se comete un error, se corrigen, se les muestra que todas las acciones ya sean negativas o positivas tienen consecuencias que se deben asumir, si fracasan en alguna tarea, se les ayuda a entender que son necesarios para lograr el éxito, enseñar la importancia de la educación en sus vidas y sobre todo enseñarles a recibir, dar y demostrar amor.
El gobierno y la sociedad en general deben preocuparse por su infancia, porque son el futuro de un país, el gran filósofo y matemático griego Pitágoras afirmaba: “Enseña a los niños, y no será necesario castigar hombres”, o la médica, pedagoga, psiquiatra y filósofa italiana María Montessori sostenía lo siguiente: “Siembra en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan… Los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón”. Hace unos días presencié una terrible escena que me destrozó el alma. Tuve que realizar una diligencia en una colonia de la periferia de Saltillo, transité por una calle donde se encontraba un Centro Comunitario, a un lado se hallaban unas canchas de basquetbol, me llamó la atención un grupo de aproximadamente 15 niños de ambos sexos, entre doce y 17 años, podía distinguir que en su mayoría eran varones, al acercarme al lugar, me di cuenta de que estaban inhalando Resistol y no dudo que otras substancias.
Es indudable que son niños que no van a tener un digno futuro, lo triste es que niños y jóvenes son más vulnerables para consumirlas, la complicación que se presenta son las secuelas que provocan estas substancias, que son severas e irreversibles como: deterioros en el cerebro, daño hepático, pérdida de la audición, además de problemas cardíacos. Se consumen porque al inhalarlos cambian el estado de ánimo, se traslada la persona a un estado de exaltación, euforia, emoción y de gran alegría, el efecto dura algunos minutos, por ello, se inhala varias veces y por varias horas. Cuando no se consume se sufre de cambios bruscos de ánimo, un comportamiento violento, fuertes alucinaciones, confusión y depresión. Obviamente esta situación es un riesgo social, ya que provoca que los infantes abandonen los estudios, se asocien con pandillas, esta situación también provoca que se incremente la violencia.
Los niños buscan estos estimulantes para evadir los problemas que se gestan dentro del hogar, como la violencia, abuso físico y sexual, se da el consumo de estas drogas en los padres o en algún miembro de la familia, maltrato o experiencias estresantes, pero también para ser aceptados por amigos o compañeros de escuela o simple curiosidad. Debemos poner más atención a nuestra niñez, hacer programas de educación para padres, difundir diferentes actividades deportivas, fomento de la lectura, educación musical y artística, ya existe la infraestructura en los Centros Comunitarios ¡hay que darles vida! ¡Para salvar vidas!
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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