YVES MARIE-JOSEPH CONGAR O.P., EL ECUMENISTA

Congar trabajó múltiples temas teológicos, pero dos fueron el centro de sus estudios: el ecumenismo y la eclesiología

Congar nace en Sedán, Francia, en 1904, en el seno de una familia católica de clase media. En 1925, a los 21 años, ingresa a la Orden de Predicadores y se forma en Le Saulchoir, un centro de los dominicos franceses.                       Aquí, el dominico Chenu despierta su interés por el estudio de la teología desde una perspectiva histórica. En 1930 se ordena sacerdote y un año después inicia como docente en el mismo Le Saulchoir.

En 1937 funda la colección Unam Sanctam, cuyo primer volumen es su obra Cristianos desunidos (1937), que marca un hito en la historia de la reflexión teológica sobre el ecumenismo y que al pasar de los años tendrá gran importancia en el rumbo del Vaticano II.

El interés por el ecumenismo lo lleva a la necesidad de profundizar en el estudio de la Iglesia; de ahí su temprana inclinación por la eclesiología, disciplina teológica desde la que puede ser juzgada la totalidad de su obra. En este marco escribe Esquisses du Mystère de l’Église (1941).

En la Segunda Guerra Mundial es hecho prisionero durante cinco años, de 1940 a 1945, en un campo de concentración alemán. Sus posiciones contrarias al nacionalsocialismo le hicieron acreedor de una especial dureza de trato.

Por sus posiciones progresistas, su apoyo decidido a los curas obreros, su solidaridad con la causa de la justicia social y su posición frente a la encíclica Humani generis de Pío XII, la Santa Sede le impide la enseñanza de la teología y toda actividad pública.  Antes, el Santo Oficio le había prohibido reeditar su obra Verdadera y Falsa Reforma de la Iglesia.

Son años difíciles para los dominicos franceses; hay una purga que remueve a los superiores de la orden en el país.  Congar obedece y, en el tiempo de los diez años que dura la censura se va a vivir a una comunidad de los dominicos en Jerusalén donde sigue investigando sobre los temas teológicos que le interesan.

De manera sorprendente, el papa Juan XXIII lo nombra consultor de la comisión preparatoria del Concilio Vaticano II y luego perito oficial. Colabora en la elaboración de algunos documentos claves junto a teólogos como Joseph Ratzinger, de Lubac, Rahner, Edward Schillebeeckx y Hans Küng.

De 1968 a 1985 fue miembro de la Comisión Teológica Internacional. En 1994, Juan Pablo II lo nombra cardenal en reconocimiento a su fidelidad a la Iglesia y su gran aportación teológica. En el hospital de “Les Invalides” de París, muere el 22 de junio de 1995, tenía 91 años de edad y tres exilios. Está enterrado en el Cementerio de Montparnasse, muy cerca de donde reposan Sartre, Beauvoir y Porfirio Díaz.

Congar trabajó múltiples temas teológicos, pero dos fueron el centro de sus estudios: el ecumenismo y la eclesiología. En el marco de este último tema, están también sus aportaciones al  papel de los laicos en la vida de la Iglesia.

Estos tienen una vocación de compromiso con las causas justas de la humanidad, que necesariamente implica la lucha por la liberación social, política y económica, que se hace realidad desde la vivencia de la fe.

 

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El Heraldo de Saltillo
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