COMO DECÍA MI ABUELA

«Taparle el ojo»…

Mi abuela cuidaba mucho sus plantas que se encontraban en macetas, en ollas acondicionadas como macetas y directamente en la tierra alrededor de la casa. A nosotros nos gustaba mucho jugar con ellas, preparábamos ramilletes y jugábamos a las floristas o las utilizábamos para armar ensaladas y otros platillos que acompañábamos con pasteles de lodo. Cuando mi abuela preguntaba que quién había arrancado las flores de sus «matas» todos fingíamos demencia y entonces exclamaba con voz firme –dejen de «taparle el ojo al macho» si bien sé las travesuras que andan haciendo– luego soltaba una carcajada al ver nuestras caras de espanto y nos mandaba a lavarnos las manos para comer.

Durante la ceremonia de premiación del mundial femenil celebrada el pasado domingo 20 de agosto, el presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, besó en la boca a la jugadora Jenni Hermoso, como un gesto de celebración, que ha causado mucha polémica en la propia España y por supuesto, alrededor del mundo.

Llama mi atención que en los medios donde se reproducía el momento de aquel beso «incómodo», muchos internautas lo justificaron como un gesto que se da al calor del momento que no tenía nada de malo y en el que se acusaba a las mujeres de exageradas cuando señalaban que dicho beso había sido tomado sin el consentimiento de la jugadora.

La Real Federación Española de Fútbol (RFEF) declaró respecto al beso que «había sido un gesto mutuo totalmente espontáneo por la alegría inmensa de ganar un mundial». Mi sentir al ver el vídeo, es de asco e indignación y más cuando durante un live de su Instagram, la futbolista declaró «no me ha gusta’o… pero qué hago yo»

Claro, ese sentimiento de impotencia de no saber qué hacer ni cómo actuar ante un acto abusivo de implicaciones sexuales, que no muchos hombres entienden, pero por desgracia, entendemos muchas mujeres.

¿Qué hacer cuándo tu acosador o abusador actúa a plena luz del día, sin esconderse, como si aquello fuera lo más normal del mundo? Y cuando las autoridades que deben protegerse se apresuran a emitir declaraciones para, cómo decía mi abuela, «taparle el ojo al macho» ¿qué sentimiento queda? Confusión, impotencia, hartazgo. Un sentimiento semejante al que además se une la digna rabia es el que despierta la intención por parte de las autoridades mexicanas de ratificar a Manuel Cavazos López, acusado de violar a sus propias hijas, cómo magistrado del Tribunal Superior de Justicia de CDMX.

Mariel Albarrán, ex esposa del magistrado, expuso que sus hijas han señalado contundentemente a su padre como abusador sexual además de expresar otras violencias y que pese a esto, aún no se ha llevado a cabo el juicio en contra del ex magistrado y, por el contrario, ahora Mariel enfrenta siete carpetas de investigación en su contra por diferentes delitos relacionados a la denuncia hecha para defender a sus hijas.

Así es como opera el pacto patriarcal dentro de las instituciones de justicia, por una parte, se muestran blandos para castigar los actos perpetrados por los hombres y son muy hábiles, por otro lado, para encontrar culpables en aquellas que se señalan como víctimas.

Pero aunque intenten, como decía mi abuela, «taparle el ojo al macho», las mujeres ya no estamos dispuestas a ceder y menos a callar.

En España, ante el apoyo recibido por su público y en especial por feministas de su país, Jenni Hermoso, ha denunciado el acto de Rubiales y solicita que se tomen medidas al respecto.

En México Albarrán se ha pronunciado frente al Legislativo en CDMX, acompañada de colectivos y activistas feministas y defensoras de los Derechos Humanos para evitar que un violador tenga acceso al poder. Ya no tenemos miedo a denunciar porque sabemos que no estamos solas, nunca más contarán con la comodidad de nuestro silencio.

 

Autor

Leonor Rangel
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