En este momento, la corrupción es una de las palabras más manoseada por las altas esferas de la política, se utiliza de bandera para acarrear una gran cantidad de incrédulos, que creen que por “obra y gracia del espíritu santo” una persona con sólo desearlo, por decreto acabará con ella. Esta es una de las mentiras infames que se pueden utilizar. No olvidemos que lamentablemente la corrupción está en todos los ámbitos de la sociedad mexicana, tanto en los sectores público como en el privado, también en la mayoría de las personas, todos los días en nuestras acciones está presente la corrupción.
Algunos historiadores aseguran que desde que llegaron a estas tierras los españoles a conquistarnos, trajeron con ellos la práctica de la corrupción, y es creíble, pues nos conquistaron la peor lacra de la sociedad española, ladrones, asesinos, gente que no tenía ni el más mínimo respeto por sí mismos, menos por el prójimo, se dice que en el primer virreinato del país, los españoles se daban a la tarea de vender los puestos públicos al mejor postor, esto se debía a que los compradores recuperaban rápidamente su inversión debido a la corrupción.
La corrupción para la mayoría de los estudiosos es la actividad por la cual se altera se trastoca la forma y el objeto de una cosa, de un procedimiento o de una relación, a cambio de la promesa de obtener beneficios recíprocos entre sus protagonistas, sobornar a autoridades, dar dádivas para obtener a cambio algo, como dice textual el diccionario de la Real Academia Española “oler mal”. En este acto siempre hay dos sujetos implicados, el que corrompe y el corrompido. La corrupción por ende no existe sola, la ambición de ambas partes es tierra fértil para que de frutos.
Actualmente la corrupción es más visible en el gobierno, debido a los avances de la tecnología en los medios de comunicación, por ello, la vigilancia y control de la corrupción en el sector público es uno de los mayores retos para nuestro país, así como para los países del mundo. La corrupción la podemos entender, en este sentido, como todo abuso del poder público con el objeto de obtener gratificaciones de índole privado o beneficios políticos, con único propósito de hacerse de percepciones jugosas por medio de favores. Obviamente no importa el bien común, sino sólo el bien individual.
En nuestro país existen estas instituciones Comité Coordinador del Sistema Nacional Anticorrupción. Secretaría de la Función Pública. Consejo de la Judicatura. Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales. Fiscalía Especializada en Combate a la Corrupción Anticorrupción. Auditoría Superior de la Federación. Con todas estas instituciones la corrupción no disminuye, aunque el actual gobierno se esmeré en decir lo contrario asegurando que no hay corrupción, argumenta que “no son iguales a los corruptos de antes” en eso tiene razón no son iguales porque son peores.
La transparencia Internacional y Transparencia Mexicana en el 2022 del Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) donde se registra la situación que guarda la corrupción en 180 países, en donde nuestro país ocupa la estelar posición 126. Usted cree estimado lector que se ha acabado con la corrupción en el país, por supuesto ¡que no! la corrupción sigue latente, por ello, en una democracia es grave desaparecer instituciones que cuidan la transparencia de las operaciones que realiza el gobierno. Si lo hace es porque tiene intenciones perversas de enriquecerse a costa de la población que es activamente productiva.
La única verdad es que: una sola persona no puede acabar con ella, es necesario que todos los mexicanos cambiemos nuestra cultura no hacer efectivo el refrán “el que no tranza no avanza”, todos contribuimos con la corrupción de una u otra manera, reflexione un momento por favor. No es posible que la corrupción se erradique cuando la fomentamos día tras día con nuestras acciones con nuestros semejantes, ¡ah, pero eso sí! pedimos, exigimos, solicitamos, demandamos, pedimos que los gobiernos sean honestos, le echamos esa responsabilidad a los poderosos.
No vemos las verdaderas consecuencias, cuando alguien llega a decirnos que es un ser supremo que acabará con la corrupción, que hará las cosas diferentes, que será mejor, que proveerá de los necesario, que velará por nuestros intereses, que cuidará de todos, ahí vamos a “aventarnos como el borras”, ese personaje caricaturesco que hacía las cosas de manera precipitada sin pensar en las consecuencias. Los que actúan de esta manera son falsos mesías que se aprovechan de los deseos de las personas. Yo tengo una filosofía de vida que le comparto con mucho gusto: “que tus acciones hablen más que tus palabras porque cualquiera habla, muy pocos actúan”. Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.
Autor
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Cursó la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Obtuvo el Grado de Maestra en Psicología Social de Grupos e Instituciones por la UAM-Xochimilco y el Doctorado en Planeación y Liderazgo Educativo en la Universidad Autónoma del Noreste. Cuenta con la Especialidad en Formación de Educadores de Adultos por la UPN; y con los siguientes diplomados: en Calidad Total en el Servicio Público, Análisis Politológico, y en Administración Municipal en la UNAM, entre otros.
Ha desempeñado diferentes cargos públicos a nivel Federal, Estatal y Municipal e impartido cursos de capacitación para funcionarios públicos, maestros, ejidatarios en el área de Administración Pública y Educación. Catedrática en la UNAM, UA de C, UVM, La Salle y en la UAAAN. Asesora y sinodal en exámenes profesionales en el nivel licenciatura, maestría y doctorado. Ha publicado varios artículos en el área de administración pública y educación en diferentes revistas especializadas, ha asistido a diferentes Congresos a nivel nacional e internacional como ponente en el área de Administración Pública y Educación, coautora en dos libros. Autora del libro Islas de Tierra firme.
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