Mujeres y política: la discusión olvidada
Equidad era la última palabra que venía a la mente cuando se revisaba la lista de mujeres que gobernaron sus estados hasta antes de 2021. Durante 66 años, después de que en 1955 las mexicanas adquirieron el derecho de votar y ser votadas, solo nueve habían logrado ese privilegio.
Destacando, entre ellas, los casos de Griselda Álvarez y Beatriz Paredes que en 1979 y 1987, respectivamente, se convirtieron en las primeras mujeres en ocupar una gubernatura, las de Colima y Tlaxcala.
Por supuesto, Amalia García y Claudia Sheinbaum que, desde la izquierda, obtuvieron el triunfo electoral en Zacatecas (2004) y Ciudad de México (2018).
Todas ellas, incluyendo a Dulce María Sauri (1991) e Ivonne Ortega (2007) en Yucatán, Claudia Pablovich (2015) en Sonora y Martha Érika Alonso (2018) en Puebla, encontraron diversas resistencias para lograr que los factores políticos jugaran a su favor.
Algunas fueron hábiles para aprovechar ciertas coyunturas y afinidades, sin embargo, el esfuerzo para nadar a contracorriente fue siempre mayor que el de un hombre.
En sus épocas, no existía la paridad de género para ocupar cargos de elección popular. Además, el mundo político (mayoritariamente dominado por hombres) cuestionaba la capacidad de la mujer para gobernar, anteponiendo el clásico “México y sus estados no están preparados para que gobierne una mujer”. Como si las instituciones públicas debían modificarse y los ciudadanos deberíamos de capacitarnos para el momento en que una mexicana llegue al poder.
Resulta increíble que incluso en nuestros días, en algunos ámbitos políticos, se cuestione la competencia para ganar elecciones y gobernar de más de la mitad de la población.
Afortunadamente, los electores han demostrado no compartir ese punto de vista. Cuando un perfil femenino interesante se ha presentado en las urnas, no han dudado en manifestar su beneplácito a través del voto. Pensemos en las elecciones de Campeche y Chihuahua de 2021, en las cuales Layda Sansores y María Eugenia Campos se alzaron con el triunfo contendiendo en contra de hombres que, en apariencia, resultaban más populares y competitivos.
Lo contrario ha sucedido cuando los votantes estiman la existencia de grietas o insuficiencias en los perfiles de las mujeres que aspiran a convertirse en gobernadoras. Traigamos como ejemplos los casos recientes de Durango e Hidalgo. Marina Vitela por Morena y Corolina Viggiano del PRI, respectivamente, no encontraron la forma de alinear los astros a su favor. La ciudadanía otorgó su confianza a los candidatos del sexo masculino.
No obstante, a pesar de todo, incluyendo a la reciente reforma para garantizar la paridad en todos los cargos de elección popular, la cual, entre otros factores, ha permitido a las mujeres gobernar en nueve (dos electas, Aguascalientes y Quintana Roo) de las 32 entidades federativas, resulta algo arcaico que, rumbo a las elecciones de Coahuila y el Estado de México del próximo año, la discusión se aleje de los merecimientos y las facultades de las mujeres que las encuestan identifican elevadas posibilidades de competir, para adentrarse, de nuevo, en el ámbito legal ya superado en el pasado.
Tal y como sucedió en el 2021 y 2022, años en los que se celebraron elecciones en 21 estados, los partidos políticos o coaliciones deberán asignar las candidaturas de manera paritaria: mujer para un estado y, si así lo estiman necesario, hombre para el otro. Así lo estable la ley, y así lo determinaron recientemente las autoridades electorales federales.
Para fortuna del PRI y Morena del Estado de México, los primeros sondeos ubican a dos mujeres con elevadas probabilidades de triunfo, incluso por arriba de los hombres: Alejandra del Moral y Delfina Gómez, respectivamente.
Siendo que el Instituto Nacional Electoral podría establecer que los partidos elijan a mujeres en aquellas entidades en las que tienen mayores probabilidades de triunfo, es posible que sea en este estado en donde las candidaturas sean para ellas.
Opino, sin embargo, que en este caso las aspirantes no ocuparían la normativa para asegurar su designación. Ambas, Del Moral y Gómez, reúnen los méritos suficientes al interior de sus partidos para garantizar una candidatura competitiva y elevar las expectativas de un buen gobierno.
En Coahuila, por su parte, todo parece indicar que las mujeres tendrán que esperar una nueva oportunidad. Más allá del ámbito legal, como ya lo señalé, las encuestas recientes no destacan la presencia de mujeres en los principales partidos (PRI, PAN y Morena). MC y/o UDC sí podrían dar la interesante sorpresa.
Aunque todo dependería de lo que suceda en el Estado de México.
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