Gabo no contado
En octubre de 1982, luego de que se diera a conocer el Nobel de Gabriel García Márquez, el periódico colombiano «El Mundo» (dirigido en ese entonces por Darío Arizmendi), publicaba un artículo en el que Gabo era entrevistado por el propio Darío. Gabo vivía en Loma 19, en el barrio de San Ángel Inn, Ciudad de México, una casa blanca de dos pisos donde durante 18 meses escribió «Cien Años de Soledad».
Ante la pregunta ¿Qué recuerdos te trae esta casa? Gabo respondió, muchos, tantos que había llamado al propietario para comprársela pero éste se negó. Su justificación: En esta residencia se escribió «Cien Años de Soledad» y un día será museo. Mientras tanto en Arataca -relata Darío-, el actual propietario de la casa donde nació Gabo, la está restaurando. El pueblo está solicitando que se declare monumento nacional. En Bogotá, algunas personas amigas del escritor, entre ellas el propio presidente Betancourt, tienen en mente hacer el Museo García Márquez.
Y Darío de nuevo pregunta, -¿Tú qué opinas de todo esto? Y el maestro responde «-Mira, yo no me he muerto todavía. Si lo que quieren es matarme, que me hagan el museo y todas esas vainas. ¿Cuándo se había visto que a uno le hacen un museo en vida?, coño ni en Macondo». Quien imaginaría que al final el tan codiciado Nobel, impediría que Gabo pudiera comprar su propia casa.
«Gabo no contado», es un libro íntimo y fundamental para acercarse a una parte muy poco conocida de García Márquez. Fuera del rigor metodológico de una biografía, Darío Arizmendi, confidente personal del escritor por más de 30 años, recopila en esta edición el testimonio directo desde una perspectiva privilegiada, la de la amistad.
Así, el autor relata la experiencia de compartir con García Márquez grandes momentos importantes de su vida, como cuando estuvo a punto de fundar un nuevo periódico en Colombia, los bemoles que acarrearía la fama, las veladas y bohemias, su relación con Fidel, un amplio archivo fotográfico y un sin fin de momentos que valen la pena leerse disfrutando la más cercana camaradería de una pluma experimentada en el arte del retrato periodístico, como la de Arizmendi.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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