El presidente López Obrador está obligado a viajar a Washington para pagarle varios favores a Donald Trump. Los respiradores, son un pretexto ingenuo.
El servicio más caro tiene que ver con el triunfo del tabasqueño como candidato a la Presidencia de la República. El mandatario norteamericano aplaudió, reconoció, y prometió buen trato al ganador.
Operación que, por cierto, formó parte del paquete del pacto de impunidad por medio del cual se entregó todo el poder a Morena y cuyo principal artífice fue el entonces Secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray.
Otro de los favores que tiene que agradecer AMLO a Trump es su silencio. Hasta hoy no ha habido una sola queja del vecino por estar construyendo a lado de su casa una dictadura tipo Venezuela.
Una de las razones por las cuales la Cuarta Transformación ha podido avanzar rápidamente en la destrucción del orden constitucional, es porque Estados Unidos no ha dicho una sola palabra en contra de las muchas reformas que han puesto en la picota libertades y derechos humanos.
Una muestra adicional de amor al amigo, se dio cuando Trump decidió hacerse cargo de la reducción de barriles de petróleo que exigía la OPEP a México. En esa ocasión, un periodista le preguntó al presidente norteamericano cómo pagaría el gobierno mexicano ese servicio y su respuesta fue: “Ya veremos cómo pagan el favor”
Y tal vez ya llegó la hora de pagar. A Trump no le interesa que México le entregue barriles de petróleo, sino que AMLO se convierta en su alcahuete electoral, en un momento en que esta en serio peligro su reelección.
Así que López Obrador pretende erigirse en el gran elector. No solo será —como lo advirtió—, vigilante y guardián de las elecciones mexicanas, sino promotor de la ambición reeleccionista de Donald Trump, su aliado silencioso en la destrucción de la democracia mexicana.
La presencia de AMLO en Estados Unidos, —a cinco meses de los comicios en ese país—, ya es vista en los círculos políticos de ambas naciones como un acto de intromisión política. Pero eso le preocupa muy poco a Trump. El inquilino de la Casa Blanca volvió a tronarle los dedos a su amigo el mexicano para que viaje a Washington y le consiga votos.
López Obrador se convertirá en operador de la reelección de un presidente racista que ha insultado como ningún otro a los mexicanos más pobres. A quienes ha calificado de basura, de ser drogadictos y violadores.
AMLO tiene la orden de convencer a los líderes de la comunidad mexicana para que voten por el político empresario que ha hecho todo por cancelar los derechos de miles de niños y jóvenes mexicanos que nacieron allá. Por el que ha repatriado y dividido familias, por el que abomina la piel morena, las costumbres y el idioma de un pueblo obligado a emigrar.
A eso va el Presidente a Washington, a trabajar por la reelección de un candidato que le conviene a él, pero no a México.
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