Saltillo, Coah.- Carolina tiene 23 años, una pequeña de alrededor de siete y lleva casi 30 días lejos de su hogar, ya que como madre soltera decidió tomar el riesgo de sumarse a la Caravana Migrante tratando de forjar un mejor futuro para su hija por la falta de oportunidades de empleo y la alta violencia en su país.
Como ella, la mayor parte de quienes han decidido seguir esta aventura lo han hecho con la intención de lograr mejores condiciones de vida y tratar de sobrevivir a los grupos criminales que diezman sus sitios de origen, algunos de ellos solos, otros con amigos y existen casos incluso de quienes viajan sin proponérselo, con tíos y primos.
También como ella, que apenas terminó el segundo grado de primaria, la mayoría no cuentan con estudios mínimos y sus expectativas son emplearse en lo que se pueda para reunir algo de dinero y tratar de lograr una vida mejor.
Carolina no tenía incluso un sitio donde vivir y el alquiler era algo que no lograba cubrir siempre, por ello no lo dudó y el 14 de enero pasado salió de su casa para empezar el viaje. “Nos sentimos un poco cansados pero ahí seguimos adelante”.
Christian tiene 18 años y junto con sus tíos, primos y padrinos, que suman alrededor de nueve personas, huyó de la falta de oportunidades y el riesgo de vivir en Honduras, pues incluso en las escuelas el crimen organizado se ha infiltrado para impedir que los jóvenes puedan prepararse y salir de su situación de pobreza.
“En el mismo colegio hay delincuencia, venta de drogas; se huye de eso, para tratar de ser algo mejor y no caer en eso porque lo obligan a uno y si no lo haces te matan”. Indicó que al viajar con el contingente se ha sentido más seguro y nada les ha faltado en cuanto a comidas y lugar donde dormir ó asearse.
Sin embargo, también tuvo que pedir «aventón» para reunirse con sus coterráneos, pero en este sentido agradeció la hospitalidad y apoyo de los mexicanos al asegurar que ha habido personas bondadosas que han entendido su propósito, “que es estudiar, ser alguien en la vida y tratar de ser un ejemplo para otros jóvenes de que sí se puede salir”.
Héctor Martínez, de 26 años, tiene tres hijos que dejó en Honduras, donde contaba con un pequeño taller de soldadura que apenas le servía para comer, por lo que decidió arriesgar la vida y seguir el viaje hacia Estados Unidos. En su lugar de origen su salario no alcanzaba para mantener a sus pequeños de uno a tres años de edad.
“Uno se arriesga a fracasar pero Dios es todo y hasta ahora no hemos tenido un problema, yo tengo 25 días de viaje y la verdad no sé a dónde voy a llegar ni como, pero llegando a la frontera vamos a ver dónde nos vamos a colocar”.
Aceptó que hay riesgos como personas que han querido asaltarles, “a mí me salió un chavalo que me asaltó con una pistola que le diera el dinero pero corrí, sabemos que nos puede pasar algo pero vamos siempre adelante, sé que Dios no nos va a desamparar”, insistió. (ESMERALDA SANCHEZ / INFONOR)
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