VÍCTOR BÓRQUEZ NÚÑEZ
Una auténtica obra maestra, en un esplendoroso blanco y negro, nos devuelve la pasión por ese cine que hace falta en medio de tanto efecto digital y superhéroes. Un cine que apela a sonidos, recuerdos y dolores de una familia que, en el convulsionado escenario de México de los años 70, se convierte en el espejo de su director, Alfonso Cuarón. Y ya que hablamos de espejo, conviene insistir en que si miras la palabra Roma invertida, se lee Amor.
“Roma” es puro cine. Pura magia.
Rodada en un blanco y negro maravilloso, este filme del director de “Gravedad” no se acerca al neorrealismo, aunque sus imágenes de repente nos recuerden esa mirada respecto de la sociedad que retrata. Porque hay demasiado cuidado en los planos horizontales, en la manera en que se usan los travellings y la forma en que el sonido -gran protagonista- se cuela en cada plano, trayéndonos la memoria de lo que fue, de un barrio, de una época, de unos personajes.
El director Alfonso Cuarón (57 años, nacido en Ciudad de México), cuenta (o poetiza mejor dicho) lo que él recuerda o quiso recordar de su época de infancia. Allí está su familia, sus hermanos, sus padres y una sirvienta indígena, probablemente analfabeta, que en la película se llama Cleo, pero que en realidad era Liboria, para quien se dedica el filme, uno de los personajes más entrañables en años dentro del cine, porque el espectador se percata pronto que ella es la pieza clave en esa familia que, sin embargo, la ignora y hasta la posterga, a pesar de ser ancla y cable a tierra de casi todos, salvando literalmente la vida de los pequeños y sin embargo, casi siempre en un costado del plano.
El filme describe sutilmente el estado de desolación sentimental, la forma en que se aprovecharon de ella y lo miserables que fueron con esa mujer generosa que, a pesar de todo, siguió protegiendo a los que sentía como suyos. Y en ese sentido, la secuencia de los niños en el mar arremolinado es sobrecogedora por su tensión dramática, pero mucho más por su subtexto terrible que arroja a la cara del espectador la desigualdad social tremenda de una sociedad machista y arraigada a cánones violentos.
Tiene esta película todos los elementos caligráficos del buen cine: la ya mencionada fotografía en blanco y negro, lo auténtico de su guion, el escenario en que se desarrolla y que se convierte en un protagonista más, su cuidadosa puesta en escena y ciertos virtuosismos técnicos que hacen suspirar a los cinéfilos (por favor, si esa secuencia caminando por el centro de Ciudad de México evoca a la mismísima Nueva Ola Francesa con el empleo de un travelling maravilloso y el público mirando a la cámara de reojo) y demuestran que “Roma” es, lejos, una película pensada al milímetro.
El director Cuarón maneja personalmente la cámara y genera un efecto adictivo desde el primero al último plano y despliega para nosotros, con absoluta generosidad, una película bella, dramática, pulcra y necesaria de ver.
En el seno de la familia que retrata como propia todo parece perfecto, pero pronto surgirán los quiebres, los dolores, los desgarros, aunque en su superficie todo es pulcro y brillante, exceptuando quizás el garaje donde el dueño de casa guarda su automóvil de manera impecable y metódico: allí suele haber caca de perro, lo que se revela casi como un elemento simbólico.
Y allí surge la figura de Cleo, con su humildad y preocupación constante, la indígena que limpia los desechos, muda la ropa de cama, lava los platos y es abusada y traicionada de manera grosera, abandonada en un cine (nunca más terrible) y despreciada en un sitio eriazo.
Al mismo tiempo que el director Cuarón escarba en el seno de esa familia, también visita las calles de Ciudad de México y filtra por allí la violencia de la urbe, de la tensión en el ambiente y de cómo el lumpen se está transformando en un ejército paramilitar. Y asimismo, nos pone delante a la naturaleza en toda su furia desatada: un temblor de intensidad, el incendio en un bosque y un mar embravecido…
La figura del realizador Alfonso Cuarón es interesante, considerando que se ha afianzado en el seno de Hollywood, manejando grandes presupuestos y teniendo películas icónicas como “Y tu mamá también”, la arrebatadora “Hijos del hombre” y la popular “Gravedad” que le significó el Óscar de la Academia. Interesante porque se arriesga con un estilo poco usado por la industria (el blanco y negro) y con un metraje extenso, considerando además que su filme es el retrato de una época de su país y de unos personajes que exudan el alma azteca.
PELÍCULAS DIRIGIDAS POR CUARÓN:
ü Solo con tu pareja (1991)
ü La Princesita (1995)
ü Grandes Esperanzas (1998)
ü Y tu mamá también (2001)
ü Harry Potter y el prisionero de Azkabán (2004)
ü Hijos del hombre (2006)
ü Parc Monceau, episodio de la película colectiva “París, Je t’aime”
ü Gravedad (2013)
ü Roma (2018)
NOTA: Este filme fue estrenado únicamente en una sala de cine arte y a través de Netflix en Chile. Esto hace que no haya sido considerada en la lista de mejores estrenos de 2018, considerando que efectivamente solo se ha estrenado de modo reducido y/o a través de una plataforma. Dada su relevancia, la hemos analizado para que otros, como nosotros, se enamoren de ella con justicia plena.
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