CAPITALES

La nueva guerra comercial: implicaciones para México en el escenario global

En el transcurso de este año 2025, la dinámica comercial entre Estados Unidos, México y Canadá ha entrado en una etapa crítica marcada por fricciones sin precedentes. La administración encabezada por Donald Trump, optó por imponer aranceles del 25% sobre todas las importaciones provenientes de sus dos principales socios regionales, reservando una tasa menor del 10% únicamente para productos energéticos canadienses. Esta decisión, sustentada en preocupaciones relacionadas con la inmigración ilegal y el combate al tráfico de fentanilo, generó una reacción inmediata y contundente.

Canadá respondió implementando tarifas equivalentes sobre bienes estadounidenses por un valor aproximado de 155 mil millones de dólares, mientras que México eligió un camino más moderado, buscando negociar prórrogas en la aplicación de los nuevos gravámenes y desplegando tropas en la frontera norte como gesto de cooperación en materia de seguridad. Esta nueva configuración de tensiones no tardó en impactar el intercambio comercial: en los primeros tres meses del año, las exportaciones estadounidenses hacia México sumaron poco más de 84 mil millones de dólares, frente a importaciones superiores a 131 mil millones, lo que generó un déficit de más de 47 mil millones para Estados Unidos. De manera similar, Canadá reportó una contracción del 6.6% en sus exportaciones y una caída del 2.9% en sus compras desde el vecino del sur.

La vulnerabilidad de la economía mexicana ante este escenario es evidente. Con el 75% de sus exportaciones dirigidas al mercado estadounidense, sectores estratégicos como el automotriz y el agroindustrial se ven particularmente expuestos. Las nuevas medidas podrían reducir las ventas al exterior en un 12% y empujar al país hacia una contracción del PIB de hasta el 4%. En paralelo, Canadá, cuya economía depende en gran medida del comercio con su vecino del sur, ha registrado una caída en la inversión y un repunte inflacionario, con cifras que superan el 3% anual.

El impacto no se limita a los gobiernos ni a los sectores productivos: el consumidor estadounidense también está enfrentando las consecuencias. El encarecimiento de productos básicos y manufacturados como alimentos frescos, automóviles y dispositivos electrónicos está alterando el comportamiento de consumo. La incertidumbre general ha erosionado la confianza del mercado, alimentando la volatilidad financiera y sembrando dudas sobre la viabilidad del TMEC. Con su

revisión prevista para 2026, las tensiones actuales podrían complicar las negociaciones y poner en entredicho el proyecto de integración económica regional.

Frente a este panorama, México se enfrenta al desafío de replantear su estrategia económica. Diversificar sus destinos de exportación y fortalecer el mercado interno se vuelve no solo deseable, sino urgente. Apostar por la infraestructura, la educación y la innovación tecnológica puede brindar al país una base más sólida y autónoma, menos expuesta a los vaivenes políticos y comerciales del exterior. Esta coyuntura crítica, más allá de los riesgos evidentes, también representa una oportunidad histórica para redefinir el rol de México en la economía globa.

Hoy por hoy, La actual guerra comercial entre México, Estados Unidos y Canadá ha puesto en evidencia la fragilidad de la integración económica regional y la falta de una estrategia firme por parte de México. Mientras Washington endurece su postura bajo argumentos electorales y Ottawa responde con represalias calculadas, México parece atrapado entre la cautela y la improvisación, sin un plan claro más allá de la contención diplomática. El país enfrenta un dilema: reaccionar pasivamente o asumir un rol más proactivo que defienda sus intereses sin sacrificar su estabilidad.

Lo preocupante es que este conflicto llega justo cuando el nearshoring ofrecía a México una ventana de oportunidad única para fortalecer su posición en la economía global. En lugar de capitalizar ese momento, nos hemos visto arrastrados a una disputa que encarece productos, golpea exportaciones y disuade inversiones. La pregunta no es si esta guerra es pasajera, sino si México aprenderá a anticipar los cambios del entorno global o seguirá siendo el actor secundario de una obra que otros escriben.

X:@pacotrevinoa