El sistema de pensiones en México: riesgos y retos para la economía nacional
Por: Lic. Angélica Pérez Huerta
En México, millones de trabajadores confían en un sistema de pensiones que, en su estado actual, no garantiza una vejez digna, ¿la razón? Las reglas del juego cambiaron y muchos no se enteraron. Las nuevas generaciones se enfrentarán a una jubilación con ingresos muy por debajo de sus necesidades reales.
Desde la reforma al sistema de pensiones en 1997, los trabajadores comenzaron a cotizar en cuentas individuales administradas por las Afores. A diferencia del modelo anterior, donde el Estado garantizaba un porcentaje del último salario, hoy cada individuo debe formar su propio fondo. El problema es que las aportaciones obligatorias son bajas: apenas el 6.5% del salario. A esto se suma la alta informalidad laboral, las lagunas de cotización y el desconocimiento generalizado sobre cómo funciona el sistema.
El resultado es preocupante: según datos de la CONSAR, una persona promedio podría recibir entre el 25% y el 30% de su último ingreso al momento de jubilarse, es decir, si ganas $15,000 al mes, tu pensión podría rondar los $4,000 y la pregunta aquí es ¿alcanzará para vivir? Para darnos una idea, la tasa de reemplazo adecuada debería aspirar al equivalente al 70% del último salario.
A este panorama se suma una tendencia demográfica ineludible: la población mexicana está envejeciendo a un ritmo acelerado. Según proyecciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), para el año 2050, más del 21% de los mexicanos tendrá 60 años o más. Esta cifra crecerá aún más hacia 2060, alcanzando aproximadamente el 25% de la población. Es decir, uno de cada cuatro mexicanos será un adulto mayor. Esta transición implica una presión creciente sobre los sistemas públicos de salud y seguridad social, que no están preparados ni financiera ni estructuralmente para atender a una población cada vez más longeva y dependiente. Si no se toman medidas en la actualidad, el país enfrentará una crisis silenciosa, en la que millones de personas llegarán a la vejez sin los recursos mínimos para subsistir dignamente.
Entonces, ¿qué podemos hacer? La respuesta está en asumir el control desde ahora. Ahorrar por nuestra cuenta ya no es una recomendación: es una necesidad urgente. Los Planes Personales de Retiro (PPR) se presentan como una alternativa sólida y accesible para quienes desean complementar su pensión futura. Estos instrumentos permiten realizar aportaciones voluntarias que crecen a lo largo del tiempo, beneficiándose del interés compuesto. Además, ofrecen ventajas fiscales: las aportaciones pueden ser deducibles de impuestos hasta por el 10% de los ingresos anuales lo que representa un doble beneficio: se ahorra para el futuro y se paga menos ISR en el presente.
Según la Asociación Mexicana de Afores (AMAFORE), apenas el 2% de los trabajadores activos en México realiza ahorro voluntario para el retiro. Esto refleja el enorme desconocimiento o desinterés sobre el tema. Sin embargo, quienes comienzan a invertir en un PPR desde su juventud pueden llegar a tener un retiro digno. Este tipo de estrategias marcan la diferencia entre una vejez limitada y una financieramente estable.
El futuro económico de millones de mexicanos dependerá, en gran medida, de la capacidad que tengan para anticipar y asumir la responsabilidad de su propio retiro. La realidad es ineludible: el sistema de pensiones actual no es sostenible ni suficiente. Sin una cultura sólida de ahorro y sin instrumentos financieros efectivos, la generación que hoy trabaja enfrentará una vejez marcada por la precariedad y la dependencia. Desde una perspectiva económica, postergar esta decisión no solo es un riesgo individual, sino una bomba de tiempo para el desarrollo social y financiero del país. La pregunta no es si podrás ahorrar para tu retiro, sino cuándo empezarás a hacerlo. El costo de la inacción será, sin duda, mucho más alto que el esfuerzo que representa hoy tomar el control de tu futuro.