COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

 Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 El Impacto del Comercio Justo en el Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030

 Por: Lic. Ileana Garza Reyes

En un mundo cada vez más globalizado y desigual, el comercio justo emerge como una respuesta concreta y ética ante los desafíos sociales, económicos y ambientales que enfrentamos. Este modelo comercial se basa en relaciones más equitativas entre productores, comerciantes y consumidores, garantizando precios justos, condiciones laborales dignas y acciones sostenibles. Bajo ese sentido, entendemos entonces que esta práctica no solo beneficia a quienes participan directamente en la cadena productiva, sino que también contribuye a construir sociedades más justas y responsables.

El desarrollo sostenible, eje central de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, encuentra en el comercio justo una herramienta clave, ya que los principios que rigen este movimiento coinciden plenamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), especialmente aquellos relacionados con la erradicación de la pobreza, la igualdad de género, el trabajo decente y el consumo responsable. Al promover el respeto a los derechos humanos y el cuidado del medio ambiente, este sistema de comercio sostenible impulsa cambios positivos en las comunidades y fomenta modelos de producción y consumo que benefician a las generaciones presentes y futuras.

Con frecuencia los productores que participan en el comercio convencional suelen enfrentar diversas condiciones injustas que afectan tanto su bienestar como el medio ambiente. Entre estas problemáticas destacan la explotación laboral, el daño ambiental, la constante fluctuación y baja de los precios de las materias primas, así como la presencia de intermediarios que, en muchos casos, no cumplen con los acuerdos establecidos.

Es por ello que, en el marco del Día Internacional del Comercio Justo resulta fundamental reflexionar sobre el papel transformador que este modelo puede desempeñar para lograr alcanzar los objetivos de la Agenda 2030, esto a través de alianzas estratégicas y practicas más sostenibles que demuestran que es posible construir un futuro más inclusivo donde el bienestar de las personas y la protección del planeta vayan de la mano.

En México existen diversas organizaciones y empresas que impulsan el comercio justo, identificables mediante sellos de certificación reconocidos. Estos procesos de certificación fomentan la creación y fortalecimiento de cooperativas y organizaciones que promueven la igualdad de género, la inclusión social y el empoderamiento de los productores. Así, contribuyen a un desarrollo económico más equitativo beneficiando a comunidades que históricamente han estado en desventaja.

Asimismo, la certificación impulsa prácticas agrícolas sostenibles y condiciones laborales dignas, lo que no solo mejora la productividad y la calidad del producto, sino que también fortalece la resiliencia de las comunidades frente a desafíos ambientales y económicos. En conjunto, estos beneficios generan un impacto económico positivo a mediano y largo plazo, mejorando los ingresos familiares, la seguridad alimentaria y la sustentabilidad de las comunidades productoras.

En los últimos años, el movimiento de comercio justo en México ha mostrado avances importantes, por ejemplo, el programa Proyectos Productivos del Grupo Restaurantero Gigante (GRG) generó en 2022 compras por más de 37 millones de pesos, beneficiando directamente a más de 1,600 personas y a miles de beneficiarios indirectos.

Asimismo, empresas como BonitoMX, fundada en 2018, han apostado por la difusión y comercialización de productos artesanales bajo principios de equidad y justicia, fortaleciendo el trabajo de artesanos mexicanos. Por otro lado, iniciativas como Biomas de Mercado Libre, desde 2021, han apoyado a más de 120 empresas en México mediante capacitación y acceso a nuevos mercados digitales, facilitando la inserción de productores locales en plataformas de comercio electrónico.

A pesar de estos avances, el comercio justo enfrenta desafíos como los altos costos y la falta de apoyo institucional para la certificación, lo que limita su expansión a más productores y empresas. Superar estos obstáculos es fundamental para fortalecer este modelo como una alternativa viable que promueva un desarrollo económico, social y ambiental más justo y sostenible.

 

  • La autora es vicepresidenta ejecutiva de Coordinación de Comisiones