OMNIPOTENCIA Y PERFECCIÓN EN LEIBNIZ

A pocos días de que inicie el Cónclave que elegirá al nuevo Papa, mientras una gran cantidad de medios de comunicación están presentes para cubrirlo, los reporteros andan buscando a algún cardenal para hacerle una entrevista, también se barajan nombres de candidatos, como quien dice “hacen sus apuestas”. La mayoría de los que cubren el Cónclave, tiene como ingenua, la creencia de que es el Espíritu Santo el que elige al Papa, y sin embargo buscan rating con algo en lo que no creen, así de loco e incoherente está nuestro mundo.

Pero bueno, en medio de las especulaciones de quién sería el mejor candidato, en lo particular no me preocupa a quién elijan los cardenales, lo que si me da temor, es que se dejarán llevar por las opiniones de los que manejan la opinión pública, que para empezar muchos de ellos ni creen en Dios, ni les interesa la Iglesia, y mucho menos se comprometerían con ella. Eso sí es peligroso, que escucharan más la voz del mundo, que la voz de su propia conciencia, que les debe de recordar que al final de sus vidas darán cuenta de sus decisiones y acciones, como todos los mortales algún día la daremos. Pero ¿Por qué no me inquieto por la persona que sea elegida como el futuro Papa? En si ¿Por qué el futuro no me quita el sueño?

La respuesta es muy sencilla, como hombre de fe, sé que Dios en su omnipotencia, es capaz de llevarnos a través de las manos de hombres que se equivocan, a las manos de Él, que no se equivoca. De niño se me dijo que Dios es omnipotente porque “todo lo puede”, pero no me quedaba muy claro y no entendía muy bien eso de que “todo lo puede”. En mi camino de comprender la omnipotencia de Dios y mi encuentro con la fe, tuvo mucho que ver el filósofo y matemático alemán Guillermo Leibniz, pues cuando comencé a estudiar el Cálculo Diferencial, sin darme cuenta me introduje en su filosofía, y encontré, para mí en ese momento, la mejor explicación de lo que es la perfección de Dios y de su omnipotencia. Esto cambió para bien, el rumbo de mi vida.

En la filosofía de Leibniz, usando los conceptos y fórmulas matemáticas y del cálculo, las ecuaciones están formadas por variables y constantes, el valor de las ecuaciones cambia al cambiar el valor de alguna variable, mientras más variables existan, más compleja es la ecuación, y las posibilidades de que varíen las variables son infinitas. Existen en el universo y en la vida de cada hombre, una cantidad infinita de variables, reales, hipotéticas y posibles, que influyen de uno u otra manera en el devenir del mundo, de la sociedad y de la vida de cada individuo. El ser humano, aun contando con la Inteligencia Artificial, no puede controlar todas estas variables. Pero Dios por su perfección, sí tiene control sobre todas las variables reales, posibles e hipotéticas, entre ellas la libertad del hombre, para mí la variable más compleja y delicada.

Dios al tener el control de todo, permite al hombre un uso de su libertad amplísimo, aunque en este uso casi absoluto, el hombre corra el riesgo de perder a Dios por el mal uso de su libertad. Dios es omnipotente precisamente porque, respetando hasta lo más mínimo la libertad del ser humano, sin obligarlo, sin forzarlo, sin coaccionarlo, su Plan se va a realizar; es decir, aunque yo no quiera, no sepa, o me oponga, con o sin mí, o a pesar de mí, el no perderá su obra.  Esto lo aprendí de Guillermo Leibniz. Dios me concedió ir al lugar donde está sepultado y hacer oración por su eterno descanso, en agradecimiento porque gracias a sus escritos nació en mí el deseo de tener una fe madura, entender más de la vida, y ver siempre el futuro con optimismo, confianza y esperanza.