COMPETENCIA Y COOPERACIÓN

Columna de El Colegio de Economistas de Coahuila, A.C.

 ¿Es la obesidad un problema crónico? 

Por: Dr. Francisco Martínez Gómez

La proporción de personas que tienen sobrepeso y de las obesas se ha incrementado en todos los países en las últimas tres décadas. Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud la tasa global de obesidad se ha triplicado de 1975 a 2016. El Atlas Mundial de Obesidad estima que la proporción de mujeres en condición de obesidad va a aumentar de 14 por ciento en el año 2000 a 23 por ciento en el 2035; mientras que para los hombres va a incrementarse del 18 al 27 por ciento.  La obesidad es considerada un problema de salud pública, las personas obesas tienen más posibilidades de tener problemas como ciertos tipos de cáncer, diabetes y padecer de hipertensión.

Desde 1998 la Organización Mundial de la Salud denominó a este problema como “la pandemia de la obesidad”. Con ello se buscó llamar la atención de los gobiernos miembros, empresas privadas y de los habitantes a que se refuercen las acciones para revertir las tendencias.

Ante la falta de resultados la pregunta que subyace: ¿Cómo fue posible que se incrementaran los niveles de sobrepeso y obesidad que antes de los años ochenta eran relativamente bajos? ¿Por qué los gobiernos y las empresas no han logrado detener la incidencia de personas con obesidad? Hay un debate sobre las causas del problema de la obesidad. Para muchos el problema se centra en los individuos que no tienen la voluntad para seleccionar alimentos saludables; la solución al problema que tienen las personas obesas se resuelve básicamente en las clínicas y con la participación de médicos y especialistas en nutrición.  Para otros, bajo una perspectiva más crítica, el problema es más complejo, intervienen múltiples factores, entre ellos destaca la influencia que ejercen entre la población las grandes corporaciones que producen y venden alimentos ultra procesados, la falta de una regulación más estricta de parte de los gobiernos para sacar del mercado todos aquellos productos que no nutren y si contribuyen a incrementar el peso de las personas.

Las grandes corporaciones y las organizaciones no gubernamentales financiadas por estas empresas para luchar contra “la pandemia de la obesidad” están más interesadas en incrementar sus ganancias que en la salud pública; sus estrategias y programas están más interesados en crear consumidores de sus productos a largo plazo. Lo que prevalece es un conjunto de conceptos y una serie de recomendaciones que estos organismos privados han promovido en la Organización Mundial de la Salud y en los gobiernos nacionales inspirados en salvaguardar los intereses de las grandes corporaciones por encima de los intereses de la salud de la población.

La lucha contra la pandemia de la obesidad que impulsaron estos organismos privados busca evitar las críticas a las empresas que contribuyen con sus productos a la obesidad y lograr la aceptación de la población y la legitimidad de sus acciones. Hasta el momento lo han logrado. México ocupa el segundo lugar entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que tiene una mayor proporción de personas con sobrepeso y obesidad.

Sin duda la ciudadanía debe tener un papel más activo para exigir al gobierno un marco regulatorio eficaz para reducir la oferta de alimentos ultra procesados y con ello contribuir a reducir significativamente la proporción de personas con sobrepeso y obesas. Por otra parte, la producción de muchos alimentos contribuye de forma significativa a la generación de gases de efecto invernadero (cerca del 30 por ciento del total de los gases). Los problemas de la obesidad y del cambio climático tienen causas comunes que se tienen que atender en el corto plazo.

 

(El autor es Profesor e investigador CISE – UAdeC)