El puente de “Los Rodríguez”
En esta ocasión te platico la historia de una desgracia que sucedió en nuestra hermosa ciudad de Saltillo.
Todo inició el 11 de julio de 1889, cuando en nuestra ciudad cayó una torrencial lluvia; moverse en aquel Saltillo era complicado, las calles de tierra se habían convertido en un lodazal, imposibles de transitar, por lo menos para los seres humanos. El ajetreo de las actividades diarias continuaba a pesar de que el agua caía a cantaros. Las calles angostas y curveadas estaban solitarias, salvo por algunas carrozas o coches de gente con dinero, quienes podían trasladarse sin mojarse, en el interior de sus carretas, todas jaladas por caballos.
Días antes de la lluvia, un joven de nombre Higinio Contreras, con tan sólo 20 años de edad, empezó a trabajar con la familia Rodríguez, de chofer. A pesar de su corta edad, era un hombre trabajador, responsable y honesto, era bueno, sin embargo, le faltaba pericia para conducir los coches jalados por caballos.
Ese día, en el cual parecía que el cielo se caía, la familia Rodríguez tenía que trasladarse, pues había un compromiso que cumplir. De manera impaciente, Maurilio, quien contaba con 26 años de edad, apresuraba a Higino, como sí supiera que junto a su familia tenían una cita impostergable. Higinio, el cochero, paró el coche frente a la casa, los caballos mostraban impaciencia, Maurilio, de manera veloz, intentando no empaparse, abrió la puerta del coche para que subieran de una manera rápida Julia, Margarita y Tomasa, quien en sus brazos cargaba al bebe Sotero, de dos años edad.
Se escuchó entre el golpeteo de las gotas con el suelo y el estruendo de un trueno, el latigazo y un grito de “arre” dado por Higinio, para así los caballos empezarán a realizar el recorrido.
Al transitar lo que hoy es la calle de Lerdo, cuando llegaron al arroyo del Pueblo, nombre dado por los tlaxcaltecas avecindados en el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, Higinio perdió el control, no pudiendo frenar a los equinos, quienes se abalanzaron hacía el cauce de agua, que tenía una fuerza descomunal, llevándose en la corriente al coche, a los caballos, al chofer y a la familia Rodríguez.
Meses después de tan atroz accidente, siendo el gobernador, el muzquence, José María Garza Galán, se iniciaron las obras para construir un puente sobre el arroyo del Pueblo, historia de la cual les platicaré en otra cápsula sarapera.
Esta es la historia de una desgracia para dos familias, que ocasionó, como bien diría el dicho, “después de ahogados construyeron un puente”.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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