AMLO, ZEDILLO, SALINAS Y LA PATERNIDAD DEL NEOLIBERALISMO MEXICANO

El expresidente (1994-2000) Ernesto Zedillo regresó a México para participar como orador en un evento de Actinver, una empresa financiera.

Oportunidad para que el presidente Andrés Manuel López Obrador criticara la política que implementó Zedillo durante su gobierno y lo invitara a responderle cuatro preguntas sobre ello.

“Ahora que viene Zedillo, me gustaría hacerle tres preguntas:

Una: ¿Por qué convirtió las deudas privadas de unos cuantos en deuda pública, el Fobaproa?

Porque lo traen de expositor, como Aznar, de España, todo este bloque conservador; que conteste eso.

Lo segundo, que conteste ¿por qué envió al Congreso una reforma de pensiones en donde el trabajador al jubilarse no va a recibir —sino se hubiese modificado, porque ya se hizo un cambio y se va a hacer otro, de esa reforma—, no iba a recibir ni el 50 por ciento de su salario? ¿Qué lo llevó a dañar a los trabajadores? ¿Por qué lo hizo? ¿No sabía lo que iba a significar esa reforma a las pensiones? ¿Hicieron mal el cálculo, la corrida financiera? Esa sería la segunda, que explicara.

Una tercera es: ¿Por qué durante su gobierno no aumentó el salario mínimo, sino, al contrario, se redujo el poder de compra del salario?

Dije tres, pero tengo muchas más, va la cuarta.

¿Por qué desapareció los trenes de pasajeros y se fue a trabajar de asesor a la empresa estadounidense que le entregó los ferrocarriles nacionales?

Ahora estamos buscando revertir todo eso. Lo que voy a presentar el día 5, en esencia, es el regresar el espíritu y la letra a la luz de los nuevos tiempos de lo que fue la Constitución original de 1917, eso es lo que voy a plantear: que la Constitución del 17 vuelva a ser una Constitución que garantice las libertades, la democracia y, sobre todo, la justicia social.

Porque lo que más se vulneró en el periodo neoliberal fue lo relacionado con la justicia social. Se entregaron las tierras ejidales, es decir, se privatizó el ejido, se abandonó el campo, se afectó a los trabajadores con salarios muy bajos, se le quitaron prestaciones. Esto del reparto de utilidades ya no existía, esto lo creamos nosotros.

¿Qué hicieron más?

Se evitó la contratación de los trabajadores, la basificación de los trabajadores. Se estableció la subcontratación, el outsourcing, el poder contratar a un trabajador por hora, no pagarles o no reconocerles prestaciones sociales, laborales, pero es bastante el rezago.”

Por otra parte, ya el expresidente Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) se había referido al sexenio de Zedillo en su libro “La década perdida”.

Entonces Salinas escribió: “El neoliberalismo se implantó en México desde 1995. Para el desarrollo económico y social del país, esto trajo como consecuencia la pérdida de toda una década.

México entró en una debilidad crónica. Entre 1995-2016, el país sufrió un viraje y detuvo su modernización popular y soberanía. Se le enfrentó al falso dilema de escoger entre el mercado y el Estado. Entre los mexicanos se generó insatisfacción y ansiedad y se acentuó la polarización.

Fue a partir de 1995, cuando en México se estableció el neoliberalismo como fundamentalismo del mercado, y adquirió el carácter de doctrina, al consolidar sus tres aspectos más desfavorables: convertir en dogma de Estado y en un programa gubernamental, el llamado Consenso de Washington; abatir la autodeterminación popular y abandonar el principio de soberanía nacional. Todo agravado por el debilitamiento de las instituciones y el Estado de derecho.

Los análisis de rutina y los comentarios con agendas de intereses específicos han querido acuñar el estereotipo de que la doctrina neoliberal ya se había introducido 12 años antes, durante la administración del presidente Miguel de la Madrid.

Pero la estrategia de ese gobierno fue otra: la requerida para ajustar la economía ante el excesivo endeudamiento, que padeció el país en los años 70. Y en los siguientes seis años, lo que orientó el desarrollo entre 1989 y 1994 fue la estrategia de liberalismo social con diferencias claras con el neoliberalismo.

Fue, en efecto desde 1995, cuando en México, el neoliberalismo sometió al país a un proyecto que entregó al extranjero, áreas valoradas como estratégicas para el desarrollo soberano de México, debilitó la nueva comunidad nacional y desmanteló el capital social que se había construido con la interacción de los participantes a través de las organizaciones populares en los programas de solidaridad.

Hacia finales de 2005 en la prensa nacional se publicó destacadamente: La crisis de 1995 frenó una década al país. Y se agregaba: A 11 años de distancia del llamado error de diciembre de 1994, México apenas registra nuevamente los mismos niveles de pobreza que había en ese año la conclusión es contundente: con ello, México ha pasado por una década perdida.”

“Fue una década perdida, no solamente en lo económico, sino también en lo social. Al final del 2005, la prensa nacional destacó las conclusiones de un informe del Banco Mundial: México perdió una década en el esfuerzo por reducir la pobreza en que vive la mitad de su población.

“Con la crisis económica que se desató a partir de 1995, la cifra de pobreza se disparó a 69.6 millones de connacionales que vieron venir abajo sus economías al perder sus patrimonios. Y los pobres extremos, es decir, aquellos cuyos ingresos no resultaban suficientes para comer, pasaron de 21.1 millones en 1994 a 37.1 millones en 1996. La pobreza en 1996 regresó al nivel que tenía en 1984.” (La «Década Perdida»: 1995-2006)

En lo que se discute y analiza quién es el poseedor de la patria potestad del neoliberalismo y, por tanto, responsable de sus consecuencias, los mexicanos estamos comprometidos a participar en las decisiones que repercutirán en el rumbo que tome el país.

Respetuosamente insisto: asumamos el compromiso ciudadano de participar en algo tan importante como es la elección del proyecto que nos permitirá transitar los próximos años como mexicanos. Siempre pensando en que sea un proyecto justo y equilibrado que nos permita vivir cordialmente y en armonía, aún con nuestras diferencias y, que, sobre todo, haga que nuestra realidad polarizada se atenúe cerrando la brecha entre los que tienen mucho y los que casi nada tienen.

José Vega Bautista

@Pepevegasicila

josevega@nuestrarevista.com.mx