PREGONERO | Salti’o

Salti’o

Este martes Saltillo conmemorará 446 años de haber sido encontrado por un explorador español y sus acompañantes. En México, las poblaciones suelen celebrar su fundación a partir del día en el que los españoles llegaron, pese a que con muchísimos años de diferencia eran ya habitados por tribus locales.

Aunque la llegada de los españoles a Saltillo significó a la postre el establecimiento de dos ciudades organizadas (la Villa de Santiago y San Esteban de la Nueva Tlaxcala) y luego la unión de éstas en la ahora ciudad de Saltillo, también es sinónimo de opresión. La historia de Saltillo casi no nombra a los antiguos habitantes de los territorios que hoy ocupa Saltillo, si acaso los califica como “salvajes” y habla de Zapalinamé, como el jefe de la tribu que se negaba a ceder ante los españoles y que terminó herido exiliado en lo que hoy es la sierra que lleva su nombre.

A Saltillo llegaron buscando un tesoro preciado y lo encontraron a borbotones: el agua, y es que en Zacatecas y Durango solamente habían encontrado mineral, pero eran carentes de agua. Más de 446 años después (al menos eso dice la historia escrita) las cosas no han cambiado mucho. Las poblaciones mineras siguen siendo explotadas, pero no desarrolladas, y por eso es que muchos llegamos a Saltillo, en búsqueda de muchas oportunidades.

A ojos de algunos locales que constantemente están en contra de todo y a favor de nada, Saltillo es coloreada como una ciudad carente de casi todo, a pesar de que casi todo lo tiene.

Pero a ojos de quienes hemos encontrando en Saltillo un hogar, las cosas son muy diferentes. Hace algunos años hablé con una madre de familia originaria de El Salvador, refugiada en Saltillo, luego de haber sido acosada junto con su familia por pandillas violentas de aquel país centroamericano. En nuestra ciudad encontró la tierra prometida.

Y es que, aunque a muchos saltillenses les sea tan difícil contestar el ‘buenos días’ cada mañana, la verdad es que la ciudad no se niega nunca a recibir a quienes deciden llegar a establecerse aquí, atraídos por alguno de sus múltiples atractivos: la seguridad, la oferta educativa o la oferta laboral, por mencionar algunos.

Quizá la apatía que algunos dicen que tenemos en Saltillo es herencia de Zapalinamé, por el temor de perder la tierra en la que crecen nuestros hijos, pero como un ex foráneo con más de una década habitando esta ciudad, puedo asegurar que quienes llegamos aquí con buenas intenciones trabajamos cada día para abonar a la buena vecindad y a la grandeza de Saltillo y Coahuila.

Cada que tengo que salir de Saltillo por la razón que sea, he confirmado las bondades de vivir en esta ciudad, pero desafortunadamente muchos de los que la habitan han perdido la capacidad de asombro y se niegan constantemente a reinventarse.

Sin embargo, también he de decir que en Saltillo he encontrado a grandes amigos, porque es más la gente buena que aquí habitamos.

 

Autor

José Torres Anguiano
José Torres Anguiano
Reportero Multimedia. Periodista de barrio y contador de historias apasionantes.
Premio Nacional de Comunicación "José Pagés Llergo" 2017.
Premio Estatal de Periodismo 2015, 2016, 2017 y 2018.
Premio de Periodismo Cultural UAdeC 2016, 2018, 2021 y 2023.