La Cruz Roja
En esta ocasión te platico de cómo era nuestra hermosa ciudad de Saltillo pasando el medio siglo del siglo pasado, cuando los números telefónicos eran de sólo cinco dígitos.
Para ser más específicos les habló del año de 1973, cuando Saltillo era habitado por 165 mil personas, las calles, aunque no eran amplias, su tránsito era fluido, de hecho la de Victoria y la de Allende eran de doble sentido, pues sólo se contaban con 7 mil carros, cuatro de ellos eran ambulancias de la Cruz Roja.
3-81-70 era el teléfono de la Cruz Roja, generalmente contestado por Tere Astorga o por Etelvina, quienes apoyadas por la madre superiora sor Luz María Samarini, de origen italiano, y la madre Rosario Arteaga, quien había nacido en la Ciudad de México cuando se le conocía como el DF.
Después de enviar las ambulancias a alguna emergencia, el teléfono no dejaba de timbrar, pues todos los vecinos de las calles por las cuales transitaba la ambulancia de la Cruz Roja tenían la costumbre, al escuchar las sirenas de las ambulancias, de tocar un paño rojo o tocarse un botón de la camisa, para así evitar que un familiar fuera en la ambulancia. Ya después de eso llamaban por teléfono a la Cruz Roja haciendo preguntas cómo: ¿Qué había pasado?, ¿en dónde fue?, y ¿cómo está? Las respuestas a esta última pregunta eran: “Ya fue atendido en el lugar”, “ya viene para acá”, y el asunto se complicaba si la respuesta era: “Ya va en traslado al hospital civil”, pues significaba que el asunto era grave.
Si el accidente o el enfermo era cerca de donde se estaba, los Saltillenses de aquel tiempo se movían al lugar del percance generalmente para dar su opinión de los hechos. Por supuesto que muchas de las llamadas eran de los periodistas como “La Pollita” Aguirre, abuelito de mis amigos Fabián y Jorge Núñez, o bien el buen Gabriel Berumen, quien bien se merece una capsula sarapera por todo su trabajo como fotógrafo urbano de Saltillo.
La Cruz Roja estaba ubicada en Rayón y Presidente Cárdenas, en contra esquina del COLMEX. Por cierto, el pavimento terminaba precisamente donde estaba la salida de las ambulancias.
Los ambulantes eran Javier Borjón, Gerardo García, Octavio, Abel y Martín Sandoval, estos dos hermanos quienes después formaron parte del primer cuerpo de bomberos de nuestra hermosa ciudad.
Saltillo era tan pequeño que a las 9 de la noche cerraban casi todas las farmacias, dejando sólo una o dos en turno, turno que se rolaban las boticas como “La Pasteur”, “Saltillo”, “Recio”, “Madero” y otras pocas más. Día a día se anunciaba en El Heraldo, dirigido siempre con atención y rectitud de don Francisco de la Peña Dávila y en el ya extinto Sol del Norte, sin embargo existía la costumbre de aquellos familiares que requerían de una medicina por la madrugada de llamar al 3-81-70, es decir a la Cruz Roja, para preguntar por la botica o farmacia en turno.
Muchas personas de buen corazón han trabajado y colaborado en la Cruz Roja Saltillo, pero quiero mencionar de manera especial a la maestra Eloísa Gutiérrez, quien de hecho le correspondió coordinar los esfuerzos “extra humanos” que se realizaron ese mismo año con motivo del trenazo de Puente Moreno. Así como don Emilio Arizpe de la Maza quien nunca escatimó esfuerzo ni recurso alguno.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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