CRONISTA DE TORREÓN
Destaca de esta toma de Torreón, las órdenes de Villa de castigar a quien procediera a saquear o intentar hacerlo, así como la órden de que todo propietario habitante de una casa debería de asear la parte interna de la misma, la banqueta y el pedazo de calle que le correspondiera.
El 16 de marzo de 1914, desde la estación del ferrocarril de la ciudad de Chihuahua, por la tarde partió un tren que transportaba al general Francisco Villa y al general Felipe Ángeles, gran estratega revolucionario, así como armamento, municiones y ametralladoras. En tal medio de transporte viajaba la brigada sanitaria compuesta por médicos, enfermeras, camilleros, instrumentos quirúrgicos y además varios furgones en los que se había montado todo un hospital, con salas de operaciones, de curaciones e instrumentos quirúrgicos, así como con ambulancias para el traslado de heridos, todos rumbo a la estación “Yermo”, Durango.
Las brigadas que acompañaban al jefe de de la División del Norte, eran la Benito Juárez, Zaragoza, González Ortega, Cuahutémoc, Madero, entre otras, contando todas ellas con los cañones “El Niño” así como “El Chavalito”, al que se le cambió el nombre que tenía de “El Rorro”. Los primeros combates se dieron en Conejos, Sacramento, Mapimí, Bermejillo, Tlahualilo, Lerdo y Gómez Palacio del estado de Durango, habiendo Villa pedido al general de División J. Refugio Velasco mediante escrito la rendición de la plaza, sin haber respuesta a ello. Después de seis días de combate, las fuerzas revolucionarias triunfaron, estimándose las bajas de los federales en mil muertos, 2 mil heridos y 300 prisioneros.
Destaca de esta toma de Torreón, las órdenes de Villa de castigar a quien procediera a saquear o intentar hacerlo, así como la órden de que todo propietario habitante de una casa debería de asear la parte interna de la misma, la banqueta y el pedazo de calle que le correspondiera, pues en caso contrario se les multaría con 100 pesos. De igual forma el haberle ordenado al presidente municipal la construcción de un monumento a don Benito Juárez García, la construcción de un mercado y la construcción de la presidencia municipal. Así se originó el gran monumento a Juárez en la plaza que llevaba su nombre, y se construyó el mercado Villa, el cual tuvo una casi centenaria duración.
Resalta además de esta toma la decisión que tomó Villa de expulsar a los españoles que radicaban en La Laguna, por haber estos festejado la muerte de Madero, hablando la mayoría en favor de don Serapio Santiago pero principalmente en favor de don Joaquín Serrano, a quienes se les señaló como benefactores del pueblo, por lo que Villa declaró que la decisión de ser expulsados no era para ellos. Sin embargo, estos caballeros decidieron solidarizarse con sus paisanos y procedieron a irse junto a ellos. Como corolario de esta decisión se afirma que Villa dejó sin efecto la mencionada orden de expulsión y a principios del año de 1916 la mayoría regresó.
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