El robo a la nación y a Dios
En esta ocasión te platico de un hecho vergonzoso que sucedió en nuestra hermosa ciudad de Saltillo a finales del mes de julio de 1926. Bien se dice “que de todo hay en la viña del Señor”, y esta historia es el ejemplo más claro de que es cierto.
La policía estaba en vigilia, es decir vigilando. Los Saltillenses ya habían denunciado varios robos que estaban cometiendo por las noches, cuando los amantes de lo ajeno sustraían objetos preciados nada más y nada menos que de la Catedral de Saltillo.
Por instrucciones del entonces presidente municipal interino de Saltillo, Delfín Cepeda, se implementaron operativos policiacos para cuidar los templos católicos. Los elementos de la policía especial se encontraban en alerta máxima, pues no era cualquier cosa, los robos eran en la casa de Dios y por si fuera poco, se estaban robando las cosas de Dios.
Por supuesto que los primeros sospechosos fueron los sacerdotes. De hecho, el tema escaló hasta las más altas esferas del gobierno, pues el secretario de Gobernación del gobierno federal, Gral. Adalberto Tejeda Olivares, declaró y cito textual: “Los sacerdotes encargados están extrayendo muebles, esculturas, imágenes y diversos objetos pertenecientes al culto”.
La noche del viernes 30 de julio de 1926, el agente Tomás Flores, integrante de la policía especial, realizaba su rondín de vigilancia por la calle de Bravo y observó que un sujeto salió de la Catedral por la parte de atrás con una caja. Al alcanzarlo y preguntar por su nombre, se identificó como Urbano de la Cruz. El oficial de la policía abrió la caja y para su sorpresa encontró dinero y diversos objetos que pertenecían a la Catedral. El presunto delincuente afirmó que la caja, el dinero y los objetos los estaba llevando a casa del Sacerdote José Robles por instrucciones del mismo cura.
Déjeme aclarare estimada y estimado Saltillense, que hoy usted podría pensar que eso no tiene nada de malo, sin embargo, en aquellos años los templos y absolutamente todo lo que había dentro de estos, sin importar la religión que fuera, eran propiedad de la nación.
Al día siguiente se ampliaron las investigaciones y por supuesto que la primera casa que se revisó fue la del Sacerdote José Robles.
Estoy investigando y al tener el desenlace de esta historia se las platicaré, pero lo que es cierto, es que aquí en nuestra hermosa ciudad de Saltillo hubo quien le robó a la nación y a Dios.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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