Este próximo 5 de junio es el Día Mundial del Medio Ambiente, instaurado por la ONU en 1974 para abordar los problemas ambientales.
El lema será Una sola Tierra, el mismo de la Conferencia de Estocolmo que en 1972 acordó establecer el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), implicando que todos somos responsables de lo que ocurra por alterar la naturaleza.
Cincuenta años después enfrentamos una triple crisis planetaria: cambio climático, pérdida de biodiversidad y contaminación por los residuos plásticos.
Cada año esta celebración se hace en un país diferente; ahora el anfitrión será Suecia y seguramente hablará de una de las mayores preocupaciones climáticas, la degradación del Continente Antártico.
Un informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), indica que desde 1990, las dos principales plataformas de hielo del mundo, Groenlandia y la Antártida, han estado perdiendo superficie.
Situación que se aceleró en el Continente Antártico entre 2010 y 2019, con efectos en el alza del nivel del mar.
Y la Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte que este continente, de 14 millones de kilómetros cuadrados de extensión y cuya capa de hielo tiene un grosor de casi 5 kilómetros y almacena noventa por ciento del agua dulce del mundo, en caso de derretirse podría elevar el nivel del mar en sesenta metros.
Y aunque no hay peligro inminente de que ocurra, hay cambios las temperaturas de varias bases de la Antártida.
La rusa, Vostok, que con menos 89 punto 2 grados tiene el récord de temperatura más baja del mundo, subió el máximo que tenía en casi 15 grados más que la anterior.
Y la ítalo-francesa Dome Concordia registró este mes, la más alta de su historia.
Hubo lluvias en las zonas costeras con temperaturas por encima de los cero grados; poniendo en peligro a la flora, la fauna y la estabilidad de la capa de hielo en las partes periféricas.
Y a principios de este marzo, un iceberg de unos 144 kilómetros cuadrados se desprendió de la Antártida Oriental; preocupante novedad, porque antes los desprendimientos eran solo en la parte Occidental.
Sin embargo, los científicos no quieren precipitarse y sostienen que es demasiado pronto para asegurar, que estas modificaciones son consecuencia del cambio climático.
Una investigación encabezada por Raúl Cordero, de la Universidad de Santiago de Chile, había ya alertado sobre el colapso de plataformas de hielo antárticas por olas de calor en la revista Scientific Report, de la editorial Nature.
Y la revista Qué Pasa, explicó que el 10 de enero comenzó una ola de calor que creó en los glaciares, pozas de agua; que diez días después colapsaron y rompieron la plataforma de hielo flotante más delgada y vulnerable.
Añadió que hace 20 años, el hielo glacial de la Península Antártica que es la más cercana a Sudamérica, fluía hacia el mar y se alimentaba de una gran plataforma de hielo flotante, que es como una prolongación de los glaciares y se conoce como Larsen B, y ayudaba a reforzar los hielos interiores.
Pero a principios de 2002, la plataforma se fracturó abruptamente; 3 mil 250 kilómetros cuadrados de hielo desaparecieron repentinamente y los glaciares adelgazaron y se rompieron como si fueran uñas largas.
“Esos pedazos rotos que vagan por el océano son los “iceberg”, especificó.
Y Christopher Shuman, glaciólogo de la NASA, precisó que el hielo marino se astilló y se alejó flotando de la costa junto con los icebergs de los frentes del glaciar Crane y sus vecinos al norte y al sur.
La ruptura del hielo marino alarmó, porque a diferencia del agua de deshielo de una plataforma de hielo y de los icebergs, el agua de un glaciar aumenta el volumen del océano y contribuye directamente al del nivel del mar.
Pero José Luis Iriarte, oceanógrafo del Centro IDEAL de la Universidad Austral, advirtió que debe tenerse en cuenta es que estos fenómenos de aumento de temperatura y posterior derretimiento, no se dan en toda la Antártida.
«Tenemos dos sectores en la Antártica, y en uno es donde estos meses de verano (austral) vimos récords en el alza de la temperatura, entre 2 y 3 grados adicionales con respecto al registro histórico de temperatura de más de 100 años; pero mientras un sector se derrite, el otro se mantiene estable.”
Coincide Raúl Cordero, académico de la Universidad de Santiago y especialista en Cambio Climático, quien señala que todo dependerá de cómo responda la Antártica occidental en los próximos años.
“Sobre todo en su zona más vulnerable donde están los enormes glaciares Pine island y Thwaites, apodados los glaciares del fin del mundo.”
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