Somos polvo de estrellas
“Einstein se equivocaba cuando decía que ‘Dios no juega a los dados con el universo’. Considerando las hipótesis de los agujeros negros, Dios no solo juega a los dados con el universo: a veces los arroja donde no podemos verlos”. Stephen Hawking
Y resulta que, con el paso del tiempo, Hawking también se equivocó, pues hace apenas unos días fuimos testigos de la primera imagen del agujero negro supermasivo “Sagitario A”, ubicado en el centro de la Vía Láctea. Como conjetura científica, los agujeros negros fueron por mucho tiempo “suposiciones”, hoy la evidente existencia de estos fenómenos de masiva atracción gravitatoria pone a prueba los límites de la ciencia.
¿Por qué es relevante conocer lo anterior? Porque seguramente, gracias a la fuerza de gravedad de “Sagitario A”, todo a su alrededor, incluyendo nuestro propio sistema solar, funciona como hasta ahora.
“Somos polvo de estrellas” es una frase comúnmente atribuida al científico y divulgador Carl Sagan, dicha en uno de sus ensayos en 1973. Aunque curiosamente no fue el primero en proponerla atisbando la idea de que los seres humanos estamos hechos de materia estelar. Por allá de 1918, Albert Durrant Watson, presidente de la Real Sociedad Astronómica de Canadá ya sentenciaba: “…nuestros cuerpos están hechos de materia estelar, y no hay nada más, dice el espectroscopio, de lo que puedan ser…”
Pero, “Somos polvo de estrellas” es también el título del libro que recomendamos esta semana, editado por Planeta en 2020 y escrito por José Maza, astrónomo chileno, ganador del Premio Nacional de Ciencias Exactas en 1999. Para entender las claves del universo con claridad y un lenguaje ameno, esta obra nos explica desde las características de los astros; los elementos químicos que se gestan al interior de las estrellas; la densidad de los agujeros negros capaces de distorsionar el tiempo y el espacio, así como la explicación del porque el calcio de nuestros huesos es producto de las explosiones de las supernovas. Con valor adicional se incluyen geniales ilustraciones proporcionadas por distintos observatorios, entre ellos el del Desierto de Atacama en Chile. Una lectura por demás recomendable.
Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.
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