La difícil dependencia del petróleo en México para la transición energética
El sector energético juega un papel importante en la trayectoria de desarrollo de México porque puede ser tanto un motor como una barrera para la modernización. Hablar sobre el aumento de la seguridad energética ha legitimado aún más los discursos y actores que abogan por una mayor extracción y uso de combustibles fósiles. Las abundantes reservas de petróleo y carbón le permiten no sólo cubrir su propia demanda de energía sino también generar ingresos a través del comercio internacional.
México es uno de los mayores productores mundiales de petróleo y otros combustibles líquidos. En 2019, alrededor del 51 por ciento de las exportaciones mexicanas de petróleo crudo suministraron alrededor del 9 por ciento de las importaciones de petróleo crudo de los Estados Unidos. El petróleo crudo impulsa en gran medida la economía de México, creando condiciones que hace que la transición a la energía alternativa sea más difícil y costosa. En este sentido, los campos maduros han causado que la producción de petróleo mexicano disminuya desde su punto máximo en 2004, con una producción en 2019 de solo la mitad que en 2004. En virtud de lo anterior, nuestro país tendrá que decidir si continuamos con esta dependencia del petróleo o bien, continuar hacia la diversificación en cuanto a la generación de energía a través de fuentes renovables.
En este sentido, en nuestro país se identifica lo difícil que es reducir la dependencia de la energía fósil a pesar de las condiciones geográficas y climáticas que favorecen el despliegue y el uso de energías renovables. ¿Por qué el país no puede beneficiarse de su enorme potencial para la energía solar y eólica? De acuerdo con los datos de la secretaria de Energía, En 2020, la generación total de energía de México fue de 317,200 GWh, de los cuales el 80 por ciento fue generado por combustibles fósiles, ciclo combinado, termoeléctrico y carbón.
Por lo anteriormente expuesto, La transición de México hacia la energía sostenible se ve socavada por el gobierno que expande su infraestructura energética hacia la quema de combustibles fósiles. Las condiciones de funcionamiento, el tipo, calidad del combustible y las especificaciones físicas generalmente significan que las infraestructuras solo se modifican ligeramente durante su vida útil, lo que dificulta la adopción de tecnologías de energía renovable nuevas y más limpias. Sin esfuerzos ambiciosos dejando a un lado las metas de eficiencia energética nacional, México seguramente no logrará su objetivo de producir el 35 por ciento de su energía a partir de fuentes renovables para 2024 y el 43 por ciento para 2030.
Em conclusión, La transición energética de México no debe de separarse de la agenda de modernización en el sentido amplio. En este contexto, se debe de considerar como una variable dependiente en la democratización energética, el desarrollo económico y la cohesión social de México. La importancia del sector energético de México, dado los ingresos que representa, lo hace propenso a la politización, lo que puede hacer que la transición hacia una energía limpia, verde, confiable, eficiente, asequible, inclusiva y equitativa sea más difícil e incierta.
Twitter: @pacotrevinoa
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