Salvador Rivera Sandoval
En esta ocasión te platicó de un Saltillense por adopción, quien nació en Santa Rosa de Lima en el estado de Guanajuato, eso sí, el meritito día del Santo Cristo de la Capilla del año de 1934. Llegó a esta hermosa ciudad de Saltillo cuando contaba con sólo 11 años, junto a su madre Librada Sandoval y su hermana Josefina, sin conocer a nadie y sin un quinto en los bolsillos de las ropas que usaban, siendo estas las únicas con las que contaban.
La necesidad lo hizo trabajar desde muy pequeño, primero como mecánico, luego como ayudante de carpintero, y por cierto, al fallecer el dueño de la carpintería, le pagaron con una segueta. Hasta que su mamá doña Librada conoció en el año de 1946 a la esposa del sastre Jesús Reyes Barragán, quien tenía su sastrería sobre la calle de Padre Flores. Lo contrataron primero como mensajero y para entregar los trabajos de la sastrería, pero poco a poco se fue ganando la confianza del sastre Jesús Reyes, hasta que un día empezó a enseñarle a usar el dedal, la aguja, el hilo y con el paso del tiempo la máquina de coser.
El sastre era un hombre estricto, muy estricto en lo que se refiere al trabajo. Fue un maestro eficiente gracias al uso de herramientas, como lo patrones para la elaboración de pantalones. Salvador, quien aún era un niño, pudo aprender de manera rápida el oficio de la sastrería, identificándose de manera maravillosa.
Cuando falleció Jesús Reyes, su hermano de nombre Víctor se hizo cargo de la sastrería por poco tiempo, ya que un buen día le dijo a Salvador: te dejó el negocio, y fue en ese preciso momento que la sastrería se empezó a llamar “Sastrería Rivera”.
Fue un hombre de mucha solidaridad, testigo de ello fue don Toño “La Bola”, quien, al iniciar con el puesto de periódicos sobre la misma calle de Padre Flores, contó con el apoyo de Salvador para guardar en la sastrería revistas y periódicos. Hasta que hubo un momento en el cual ya no se podía tomar medidas para la ropa de los clientes en el pequeño espacio que había entre máquinas de coser, las revistas y los periódicos, por lo que Salvador decidió dejar el local y poner la sastrería en su casa, en la Colonia Bella Vista.
Su trabajo era tan de buena calidad, que en cierta ocasión un cantante de música mexicana en España le pidió dos trajes de mariachi, los cuales fueron elaborados y enviados hasta la madre patria. De hecho, don Salvador elaboraba los trajes de mariachi para la mayoría de estos grupos musicales de Saltillo, General Cepeda, Parras y hasta de Monterrey y como no, pues si era sobrino del mismísimo José Alfredo Jiménez.
Se casó con Justa Estrello Medina desde el año de 1951, quien fue su compañera de vida, de sueños e ilusiones, y con quien formó una familia llena de amor y valores. Fue padre de 12 hijos, 6 niñas y 6 niños, abuelo de 26 y bisabuelo de 29.
Era hombre de trabajo, de mucha lectura, de platica amena, quien conocía muy bien esta hermosa ciudad de Saltillo que lo recibió como su hijo; creyente de Dios, de hecho, me mostraron los casetes en los cuales Salvador grabó toda la biblia, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
El 24 de noviembre del 2015 el Creador necesitaba algunos ajustes para su ropa y la elaboración de trajes nuevos para el mariachi que toca en el paraíso, por lo que buscó al mejor decidiendo llamar a don Salvador Rivera. Definitivamente don Salvador y su trabajo son algo muy de Saltillo y que vale la pena presumir.
Autor
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Es Saltillense*, papá de tres princesas mágicas, Rebeca, Malake y Mariajose. Egresado de nuestra máxima casa de estudios, la Universidad Autónoma de Coahuila, en donde es catedrático, es Master en Gestión de la Comunicación Política y Electoral por la Universidad Autónoma de Barcelona, el Claustro Doctoral Iberoamericano le otorgó el Doctorado Honoris Causa. Es también maestro en Administración con Especialidad en Finanzas por el Tec Milenio y actualmente cursa el Master en FinTech en la OBS y la Universidad de Barcelona.
Desde el 2012, a difundido la historia, acontecimientos, anécdotas, lugares y personajes de la hermosa ciudad de Saltillo, por medio de las Cápsulas Saraperas.
*El autor afirma que Saltillense es el único gentilicio que debe de escribirse con mayúscula.
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