SERIES “YO NUNCA”: ¡QUÉ GRATA SORPRESA!

 

Nadie puede negar que -casi siempre- Netflix tiene el buen gusto de proporcionar series de corte adolescente de impecable factura y de una grata madurez en sus temas, recursos y protagonistas. Es el caso de esta grata sorpresa: “Yo nunca”, con dos temporadas de diez capítulos cortos cada una que, a estas alturas, se ha convertido sino en la mejor, en una de las más lúcidas miradas respecto de cierto tipo de jóvenes que viven su crecimiento y desarrollo, tanto hormonal como espiritual, en pleno siglo XXI, con lo bueno y lo malo que ello implica. Por lejos, se trata de un programa imperdible, en especial para padres que deseen atisbar ciertos temas universales que son el día a día de sus hijos en clave de fina comedia.

 

Desde la partida hay elementos destacables en esta serie titulada “Yo nunca”, considerando que es la nueva comedia dramática de Mindy Kaling, una experimentada guionista que siempre mantiene el interés con sus productos, como ocurrió con “The Office” y que ahora demuestra con creces su estilo y madurez tanto en su calidad de guionista como de inmigrante india que vive en Estados Unidos.

La serie “Yo nunca” (Never Have I Ever, 2020),  se inicia cuando la protagonista de esta serie, Devi (Maitreyi Ramakrishnan), una brillante estudiante es testigo, en plena actuación como intérprete de arpa en su colegio secundario, de la muerte de su padre Mohan (Sendhil Ramamurthy), situación traumática que le provoca una parálisis que la deja temporalmente en silla de ruedas.

Devi es una chica dispuesta a no dejarse aplastar por los trágicos acontecimientos y junto a su Nalini, su madre y Kamala, su prima, empiezan un nuevo año tratando de salir adelante y revertir los trágicos sucesos. En el colegio, ella solo cuenta con dos amigas entrañables, la afroamericana Fabiola (Lee Rodriguez) y Eleanor (Ramona Young), asiática. Ellas tres son denominadas las ONU por sus compañeros de curso. Y su rival en notas y participación es un compañero tan ilustre en los estudios como insoportable, Ben Gross (Jaren Lewinson) y un objeto de su deseo, el atractivo Paxton (Darren Barnet). Pero lo más curioso de todo es que la serie es narrada en off por el tenista John McEnroe que se permite jocosas intervenciones y va tomando el pulso a la serie en cada uno de sus breves capítulos.

Lo notable es que “Yo nunca” supera con creces el típico esquema de la serie sobre estudiantes de secundaria y avanza en temas que están en el aire y constituyen la materia prima de cada uno de los capítulos donde Devi debe lidiar. Esto porque Kaling, junto a su socia Lang Fisher, logran entregar una serie acerca de los problemas de adaptación no solo de una adolescente, sino que pone principal preocupación en el tema de la diversidad, pues Devi es hija de padres que llegaron desde India a buscar nuevos horizontes en Estados Unidos, lo que implica un constante choque entre costumbres ancestrales indias y la manera particular de cómo viven los estadounidenses.

El tema del crecimiento personal, la aceptación de la sexualidad, los primeros amores, los deseos de perder la virginidad, la adaptación social y los celos en todas sus dimensiones son algunos de los temas que aborda la serie sin gravedad, pero con una reconocida madurez.

En sus dos temporadas hasta ahora, Kaling explora con exquisita sensibilidad toda la gama de sensaciones que vive Devi en su día a día junto a sus dos mejores amigas, donde las prioridades son, obviamente, tan específicas como poder asistir a fiestas donde haya alcohol, aprobar las asignaturas con la mejor de las notas y conquistar al chico guapo del colegio que, de paso, tiene una hermana con síndrome de Down que le da otro importante cariz a esta serie.

Otro elemento a favor de “Yo nunca” es que Devi, como protagónica, no es para nada una chica perfecta. Muy por el contrario, se equivoca, duda, es peleadora, se mete en embrollos mayúsculos, manteniendo siempre en alto el amor por su familia y el cariño irrestricto por sus amigas. Se nota en este sentido que la cultura propia aflora porque Kaling nunca cae en los clásicos estereotipos y sus personajes siempre hablan claro y directo, sin ambigüedades. Por todo esto es muy difícil no identificarse con Devi, conectar con ella y acompañarla con gusto por su camino de inseguridades, éxitos, fracasos y descubrimientos, lo que eleva todavía más la magnífica actuación de la debutante canadiense Maitreyl Ramakrishnan, porque con otra actriz ‘Yo nunca’ no sería lo que es.

Obviamente no todo es perfecto: Mandy Kaling y Lang Fisher hacen el esfuerzo pero no siempre alcanzan a evitar los mismos clichés al momento de delinear al resto de los personajes y algunas soluciones son evidentes guiños para seguir avanzando en la trama. Son pequeños contratiempos que no logran empañar la simpatía y calidad intrínseca que la serie tiene cuando proporciona entretención y una galería de situaciones que constituyen una delicia.

El título de la serie refiere a un mítico juego usado por los adolescentes, el “yo nunca he…”, que equivale a cada uno de los temas que aborda en sus 20 capítulos, divididos en dos temporadas que se caracterizan, en general, por su naturalidad y frescura que la eleva como una propuesta divertida, muy original y con personajes que enganchan con los espectadores desde el comienzo.

Los críticos han destacado que Mindy Kaling logra acercarnos a los problemas de adaptación que sufrió en su propia adolescencia y que se refleja en la serie en la descripción de Devi como una joven de ascendencia india, más cercana a las costumbres estadounidenses y que, por eso, está en constante cuestionamiento de las tradiciones propias de la religión hindú que procesa su familia.

De igual manera. otro acierto de esta radica en el cariño con el que se ha construido su personaje protagonista que no es una nerd típica, oculta detrás de libros o miope, sino una chica que tiene confianza en sí misma y es capaz de plantarse delante de los demás y exponer sus ideas por locas que sean.

Y quizás lo más delirante de todo radique en el narrador de la serie, esa voz que constantemente se entromete, explica, anticipa o censura los acontecimientos con un tono socarrón que es encarnado nada menos que por el tenista profesional John McEnroe, tanto en la realidad como en la ficción y a quien veremos recién en el capítulo diez que cierra la primera temporada.

Con todos estos elementos, la propuesta de “Yo nunca” es siempre llamativa, estimulante y pone en el tapete temas importantes de este momento como son la diversidad sexual y étnica, la integración y la manera de enfrentar el duelo por un ser querido. Y todo esto sin perder un ápice de su humor que nunca resulta chocante o banal. Esta serie debe ser recomendada a los padres para que puedan conectar mejor con sus hijos. Se agradece de verdad.

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación