HISTORIAS DE SALTILLO  

A través de sus personajes, sus anécdotas y sus lugares

POR JUAN JOSÉ CASAS GARCÍA

Las brujas en el Saltillo colonial

            La Inquisición no fue realmente la institución punitiva que se describió como una Leyenda Negra en la España de los siglos coloniales. Algunos investigadores como Bartolomé Benassar han considerado que la Inquisición funcionó más bien como una institución de control que fijaba objetivos específicos de vigilancia y no tanto de castigo, por ejemplo, se priorizaba más en recaudar los bienes económicos de los judíos que castigarlo.

La villa del Saltillo conoció juicios de la Inquisición contra brujas en 1667. Uno de estos acontecimientos ocurrió por causa de una infidelidad amorosa ocurrida 1665. Gerónima de Sotomayor acusó ante el párroco de la villa a su marido, Manuel de Voz Mediano, por estar en amistad ilícita con una mujer 20 años menor que ella, Francisca de la Cerda y San Miguel. Gerónima, en un intento por recuperar a su marido, recurrió a ciertas prácticas que fueron consideradas alejadas de la ortodoxia cristiana. Ahora bien, Gerónima relató ante el párroco que dichas prácticas habían sido aconsejadas por otras mujeres. María de Voz Mediano, hija de Gerónima y de Manuel, rectificó la historia de su madre, señalando que las prácticas sospechosas eran el triturar huesos de difunto sobre la ropa del enamorado sin necesidad de rezar a ningún santo, entre otras cosas más. Se mencionó igualmente que, si apareciera una víbora o un perro negro, no tuviese miedo. Recordemos que las apariciones relacionadas con el color negro estaban ampliamente ligadas al demonio en la tradición cristiana medieval que vinculaba el color a la maldad en contraposición del blanco que designaba la luz, la verdad o la pureza.

El párroco Juan de Villareal, quien era al mimo tiempo inspector del Santo Oficio en Saltillo, mandó el caso a la ciudad de México. La Santa Inquisición respondió dos años más tarde, dando inicio a los juicios en 1668. De este modo, cuatro mujeres serían descritas por prácticas de brujería: Francisca de la Cerda y San Miguel, Catalina San Miguel, Magdalena San Miguel (todas ellas emparentadas) y Mariana de la Fuente. Los interrogatorios fueron realizados a los vecinos en calidad de testigos de la reputación de las cuatro mujeres con un listado de preguntas predispuestas, es decir, con un modelo específico de interrogaciones, sin fomentar nuevas, lo que generaría respuestas predichas.

Lo que resulta interesante es que son precisamente los testigos quienes formaron el concepto de moral en la villa de Saltillo. Para los vecinos de la villa, las tres primeras mujeres no habían realizado nada fuera de lo normal, no así la última, Mariana de la Fuente, a quien consideraban una verdadera bruja, minando su buena fama. Aquellos que hablaron tejieron redes de complicidad vinculadas con quienes ya conocían, de tal forma que la mala fama recayó sólo en Mariana. Los testigos que hablaron sobre Mariana de la Fuente fabricaron una directriz que relataba la presencia del demonio en la persona de la acusada. Las prácticas de Mariana fueron descritas con la constante del miedo, es decir, acciones que escapaban del entendimiento de los vecinos, así por ejemplo se le acusa de tomar formas no humanas y de sacar los ojos a los niños.

De esta manera, la acusación de infidelidad marital de Gerónima de Sotomayor desencadenó una serie de acontecimientos que pusieron en la mira de la Inquisición a cuatro mujeres que fueron vinculadas al imaginario de la brujería, además que se señaló incluso una especie de aquelarre, es decir, una reunión de muchas brujas, aunque sin testigos oculares del evento, sólo rescatando una canción en el proceso de interrogación. Ahora bien, estas prácticas fueron, según la óptica de la sociedad colonial de Saltillo, más perversas que un asesinato mismo. Gerónima de Sotomayor y su hija María de Voz Mediano (las que acusaron de brujería a las cuatro mujeres en un primer momento), asesinaron a su esposo y padre Manuel de Voz Mediano por causa de su infidelidad y malos tratos, sin embargo, los vecinos consideraron que las prácticas de la brujería eran aún más malignas, por lo que no se investigó a madre e hija, pero sí a las mencionadas brujas.

De este modo, se juzgó a cuatro mujeres por sus actos y se concentró agudamente en una. La bruja no necesitó saber que era bruja, fue así descrita por aquellos que juzgaban con preconceptos sobre las prácticas. Finalmente, cabe destacar que el caso no llegó a mayores, puesto que Mariana de la Fuente falleció en 1670, parando el juicio en su contra. Además de ello, cabe recalcar que quien mediaba entre la sociedad y la Inquisición, el párroco Juan de Villareal, argumentaba en los informes al Santo Oficio que Mariana no era más que una mujer pobre y partera, de buenas costumbres. Fue pues la sociedad que arremetió contra ella en sus discursos. Se creó por consiguiente un imaginario colectivo ya que los testigos guiaron el caso contra Mariana, pues perdonan el asesinato cometido por Gerónima y María, y las prácticas similares recreadas por las mujeres san Miguel.

Los casos de la brujería en Saltillo apenas son trabajados sistemáticamente en nuestra ciudad. Existe un pequeño artículo guía sobre el tema escrito por Arturo Villareal titulado “De herejes y hechiceras: la curiosa historia de los san migueles. Saltillo, siglo XVI y XVII; Monclova, siglo XVIII” presente en el número 103 de la Revista Coahuilense de Historia. Del mismo modo, Gustavo Iruegas se dedicó a recopilar los casos de brujería en Coahuila durante la época colonial, su libro se titula La complicidad de Coahuila, editado por la Secretaría de Cultura del estado. Aunque me parece pertinente señalar que el trabajo más completo escrito hasta ahora corresponde al del historiador Alan Orlando Caballero, Brujería y hechicería en la villa de Santiago del Saltillo: cuatro casos del Santo Oficio de la Inquisición de 1665 a 1670, editado igualmente por la Secretaría de Cultura. Estos tres textos se encuentran de manera gratuita en línea.

 

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El Heraldo de Saltillo
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