ANDRÉ ACIMAN, DOS LIBROS Y EL AMOR COMO CONSECUENCIA

“Llámame por tu nombre” y “Encuéntrame” 

A propósito de la aparición de “Encuéntrame”, la esperada secuela de “Llámame por tu nombre” que, en su versión cinematográfica, dirigida por Luca Guadagnino  fue un éxito sin precedentes, conviene referirse a ambos libros, cada uno de los cuales constituyen delicadas y emocionantes piezas acerca del amor, en diferentes aspectos, aunque sepamos que se trata de uno de los idilios más intensos en el ámbito literario y fílmico: la historia de Elio y Oliver es, a no dudarlo, un amor como producto de una intensa búsqueda espiritual y filosófica que tan pronto sobrecoge como entretiene.

  1. CUANDO ELIO CONOCE A OLIVER

André Aciman construye su novela “Llámame por tu nombre” (Call Me By Your Name, Alfaguara, 2007), emplea una premisa básica pero esencial dentro del género romántico: en este caso chico conoce a otro chico y se enamoran, pero como suele ocurrir hay muchos obstáculos en su camino.

El contexto en que se desenvuelve la novela es el verano de los años ochenta en la campiña italiana, durante un verano idílico, donde los cuerpos exudan calor y deseos. Allí conocemos a Elio, un adolescente que tiene 17 años, cuyos padres son intelectuales que mantienen una costumbre inquebrantable: cada verano seleccionan a un tesista universitario para que viva con ellos seis semanas, oportunidad para que hagan una pasantía, en la cual pueden acceder a todas las comodidades de la casa, el paisaje y una cercanía más que impagable con el profesor que los guía y aconseja en sus trabajos finales.

Ese verano en particular, el seleccionado es Oliver, joven profesor en la Universidad de Columbia de 24 años, que llega al pueblo y trastoca la tranquilidad habitual de la casa con su comportamiento desenvuelto, su simpatía y su sensibilidad. Pero por encima de todo, despierta en Elio un sentimiento que éste jamás había experimentado en su vida.

Estructurada en cuatro capítulos, los tres primeros corresponden a las diferentes etapas y procesos que van delineando de una manera muy intensa la manera en que Elio y Oliver, cada uno reaccionando de manera inesperada a veces y casi siempre atractiva, viven el enamoramiento y la pasión. En el capítulo final, el autor da cuenta de lo que queda de ese verano y ese gran amor. Pero André Aciman siempre supo (y la exitosa versión en cine de su novela así lo confirmó) que esto tendría que continuar y cerrar esas etapas, años más tarde, y así apareció este octubre su segunda parte, “Encuéntrame” (Find Me, Alfaguara, 2020), donde entrecruza el destino de Elio, Oliver y Samuel, el padre del adolescente que ahora es un promisorio pianista radicado en París.

Si la primera novela era una intensa metáfora de la imposibilidad de ese amor, que los personajes se imponen a sí mismos, la segunda parte es la búsqueda del sentido del tiempo y sus repercusiones en el amor que perdura, a pesar de las distancias y los años. En “Llámame por tu nombre” es un joven que descubre su cuerpo, sus reacciones ante el sexo y se desborda en emociones, confuso y contento, amando sin censuras, mientras Oliver contiene esa emoción, asustado por la edad del adolescente y por lo que podría suceder. Para ello siempre pone como una muralla entre ambos un ¡luego!, una palabra que puede significar mucho o poco, o nada, pero que él la emplea cada vez que tiene que enfrentarse al enamoramiento de Elio.

Cuando se lee -con innegable emoción- las páginas de “Llámame por tu nombre”, el autor conduce a los lectores por una prosa muy limpia, exacta y sin elementos accesorios, haciendo que el final sea apenas un esperado continuará.

Lo interesante es cómo delinea a sus personajes, con una frescura y profundidad que llaman la atención: Elio parte como un adolescente típico que, a medida que crece su deseo por Oliver, cambia, permea y se desarrolla dejando atrás sus comportamientos habituales, madurando, centrando su eje y dándose cuenta que a veces no basta con amar, que hay muchos impedimentos para que dos chicos, terminen siendo felices. Así, pasa del sufrimiento a la alegría, a la duda o a la certeza con solo detalles, sabiendo que su vida desde ahora en adelante depende de Oliver y de la intensidad que éste sea capaz de darle en sus noches veraniegas.

Pero Elio es un adolescente de alta cultura, lee muchos clásicos y toca el piano, sostiene profundas discusiones con sus padres y se emociona con la filosofía, sin llegar a ser pedante, es solo un muchacho que se ha criado en un ambiente donde se respira cultura y placer estético, todo lo cual le permite sostener conversaciones fluidas y desenvolverse con soltura, hablando acerca de Heráclito o Dante, pero que no logra entender todas las facetas de la relación que comienza con Oliver, el que no solo lo seduce, lo cuida y lo inicia sexualmente, sino que le hace comprender que el amor tiene demasiados matices y texturas.

Desde luego que muchos críticos han apuntado al sesgo que implica la historia de Elio con Oliver, dado el mundo cultural en que se desenvuelven. El mismo autor no lo niega y subraya que estas referencias culturales son el medio y no el fin. Es decir, están allí porque no son elementos externos para deleitar a los entendidos, sino para que surja el verdadero pretexto que hace posible la intimidad, el homoerotismo y la sexualidad entre Oliver y Elio.

El libro -como el filme- está lleno de sutilezas, de miradas y de risas nerviosas, de claves y gestos sutiles, y sobre todo de una corriente sensual que se respira y se subraya en el verano que se desarrolla en ese lugar idílico de Italia.

Dice el autor que esos elementos culturales son los que nos llevan a entender la pasión de Elio y su correspondencia con Oliver. Es durante la traducción de unos versos de Leopardi cuando Oliver descubre que Elio lo ama y que él puede responder a ese amor:

“Durante semanas confundí su mirada fija con una hostilidad descarada. Estaba muy equivocado. Era simplemente la manera en la que un hombre tímido le aguanta la mirada a otro”.

Y he aquí que surge el amor, sin que el tema del género, el qué dirán o la edad entre ambos pasen a un segundo plano, porque estamos asistiendo al nacimiento de un amor, del primer amor, del milagro de dos personas que se gustan, se desean y se acercan, porque es inevitable. Están destinados el uno con el otro. Y era lógico, ese primer amor está narrado en una primera persona que nos toca el corazón.

  1. SI NO ES AHORA, ¿CUÁNDO?

La secuela acaba de aparecer en las librerías del mundo: se llama “Encuéntrame”.

El tono ahora es más íntimo y alcanza desgarros. Sabemos que Elio y Oliver se deben reencontrar, es solo que “La naturaleza tiene formas astutas para encontrar nuestro punto más débil”, escribió André Aciman en Llámame por tu nombre en 2007. Y trece años desde la publicación de esa novela que todos descubrieron con su versión en cine en 2017, se retoma la historia del despertar del deseo, la lujuria y el amor de Elio y Oliver continúa. Pero intercala un extenso encuentro que tiene Samuel, padre de Elio, durante un viaje en tren que, se entenderá su importancia tremenda, rotunda, en el cierre de la novela. Ahora lo que se aborda es la nostalgia por un amor, por un ayer, por un verano, por un cuerpo y un nombre.

Hay frases que sobrecogen, sobre todo cuando se conoce la primera novela y se la contrapone con ésta:

«Nunca he tenido el valor de llamarlo, de escribirle, mucho menos de visitarlo. Lo único de lo que soy capaz cuando estoy solo es de susurrar su nombre en la oscuridad. Pero después me río de mí mismo».

Mientras la primera novela era un despertar constante de emociones, un inicio en el sexo y la naturaleza del amor homosexual, en “Encuéntrame” lo que predomina es el tono crepuscular, la luz otoñal que se cuela por los recuerdos, las fotos encontradas, las partituras misteriosas, la luz de una ciudad enorme vista desde una terraza que entrega respuestas a los protagonistas.

El autor nuevamente es capaz de darle tersura a su exquisita narración, presente en la primera novela y ahonda el tema del amor y sus contradicciones, el paso inevitable del tiempo y la forma en que se desarrolla el verdadero amor para encontrar su cauce definitivo.

Así, en esta segunda novela prevalece el tema del tiempo, lo que se atesora en la memoria, los recuerdos, el deseo de revivir y la posibilidad de una segunda oportunidad.

Ya no predomina el poder del paisaje, como en la novela anterior. En “Encuéntrame” lo que predomina es el latido de un corazón, la posibilidad de rehacer una viuda y perpetuar un nombre y, por encima de todo, la posibilidad de que Elio se reencuentre con Oliver y puedan sellar por fin, ahora adultos, ese amor adolescente que se desplegó en la campiña italiana veinte años antes.

André Aciman aborda con maestría otros temas y variantes, nos presenta a sus personajes desarrollados y con una psicología acorde con los años transcurridos. Elio es ahora un pianista que empieza a ser reconocido, vive en Francia, donde conoce en un concierto a Michel, que lo dobla en edad e intenta rehacer su existencia con él, aunque siempre sobrevuela la imagen de Oliver, radicado en Estados Unidos, donde es profesor, padre de familia y a ellos se añade Samuel, el padre de Elio, durante un revelador viaje para visitar a su hijo. En ese viaje tendrá un encuentro que cambiará su vida.

Nacido en Alejandría en 1951, André Aciman vivió parte de su adolescencia en Italia y luego en Estados Unidos. Ha obtenido premios como el Lambda Literary Award, mejor Libro del Año según The Washington Post y Publishers Weekly. Dirige en la Universidad de Nueva York el Writer’s Institute. Antes había sido profesor de Literatura comparada y creativa del Bard College y la Universidad de Princeton. Es autor de cuatro novelas /en 2019 publicó Variaciones Enigma), un volumen de cuentos, cuatro ensayos y del libro de memorias La huida de Egipto con el cual empezó su carrera literaria en 1995.

Para aquilatar los valores de esta novela es imprescindible leer antes “Llámame por tu nombre” y, por supuesto, ver esa excepcional adaptación al cine que tuvo un merecido reconocimiento entre el público y los críticos, con un estupendo guion del director Luca Guadagnino, James Ivory y Walter Fasano. En ese delicado filme Elio está interpretado por un sensible Timothée Chalamet y Oliver por Armie Hammer, cada uno de los cuales supo obtener la cuota exacta de seductora ingenuidad y sensualidad respectivamente, haciendo de la película un viaje al enamoramiento y a la necesidad de entender que el amor no conoce de fronteras ni de géneros ni de tiempos.

Acá un extracto de “Encuéntrame”, con una afirmación de Elio:

«He conocido a muchas mujeres y a más hombres en mi vida, pero lo que está grabado en esta pared eclipsa a todos los que he conocido. Cuando vengo aquí, puedo estar solo o acompañado, contigo, por ejemplo, pero siempre estoy con él. Si me quedo una hora mirando esta pared, habré estado con él una hora. Si le hablara a esta pared, ella me respondería.

—¿Qué te diría? —preguntó Miranda, fascinada por la idea de Elio y la pared.

—¿Qué diría? Simple: «Búscame, encuéntrame».

 

Autor

Víctor Bórquez Núñez
Periodista, Escritor
Doctor en Proyectos, línea de investigación en Comunicación