Ciudad de México.- En todo el mundo, y todo el tiempo, se están haciendo tests PCR para diagnosticar la COVID-19 y ello ha generado una escasez alarmante de material: hisopos, reactivos y protección para el personal sanitario. Ante tal desabasto y el retraso subsiguiente para obtener resultados, las pruebas de saliva bien podrían ser de ayuda, señala la doctora Susana López Charretón, del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM.
UNAM Global publicó que de hecho, éste es un inconveniente que ella y su equipo han observado de cerca y a través de un fenómeno peculiar, pues cuando su laboratorio comenzó a apoyar con el análisis de muestras a la Secretaría de Salud Morelos (el IBt está en Cuernavaca), todo marchaba normalmente hasta que, entre abril y mayo, comenzaron a ver que las pruebas que realizaban —en palabras de la académica— “no les salían muy bonitas”.
Para determinar la presencia del SARS-CoV-2, los tests PCR buscan el ARN del virus en las secreciones de los pacientes y, si lo encuentran, generan una señal fluorescente; al mismo tiempo, éstas también detectan otro tipo de material genético: el ARN de las personas analizadas. Al observar este último, y si está en niveles adecuados, los especialistas saben entonces que la muestra fue bien tomada
“Sin embargo, lo que empezamos a ver fue que el ARN humano lucía bajo y que teníamos un rendimiento mucho menor al esperado, y a eso me refiero con que las pruebas no se veían bonitas. Al indagar la razón nos enteramos de que, ante la escasez de insumos, en vez de emplear dos hisopos para realizar un frotis en la nariz y otro en la garganta, los médicos comenzaron a usar sólo uno, pero en la boca (orofaríngeo); con ello ahorraban algo de material, pero su muestra no era tan buena”.
A decir de la académica, el desabasto de estos objetos es un problema severo y mundial y, por lo mismo, no debería minimizarse, como hizo Donald Trump el 17 de abril cuando declaró en rueda de prensa: “Los hisopos los puede armar cualquiera, están hechos de algodón, ¿entonces por qué tanto alboroto? El algodón se consigue con facilidad, aunque si alguien no puede obtenerlo nosotros se lo damos”.
El asunto —subraya la académica— es que, pese a las ocurrencias del presidente de los EU, los hisopos no son cotonetes ni podrían serlo, ya que por su origen vegetal y por tener información genética propia, el algodón alteraría la lectura de las muestras y, por ende, los resultados; de ahí que se fabriquen con materiales sintéticos como poliéster o nylon.
Así, para contrarrestar esta faltante de insumos, ella y su equipo del Departamento de Genética del Desarrollo y Fisiología Molecular del IBt desarrollaron una prueba que no necesita hisopos. “Las PCR de saliva no son nuevas, nosotros las adaptamos al SARS-CoV-2 y los resultados han sido buenos. Logramos una eficiencia del 90 por ciento y, lo más importante, eliminamos los hisopados nasofaríngeos; ahora el paciente sólo debe escupir en un recipiente y no mucho; dos mililitros bastan”.
Una alternativa mucho más barata y segura
En una encuesta reciente del prestigioso portal Medscape se señala que el 60 por ciento del personal sanitario de México ha estado en contacto con enfermos de COVID-19 portando una protección inadecuada o incluso ninguna, lo cual implica un grave riesgo para sus vidas. En este aspecto las pruebas PCR de saliva también ofrecen grandes ventajas.
“Se ha vuelto difícil conseguir cubrebocas profesionales N95, caretas, batas y todo el material indispensable para cuidar de quien toma las muestras para un PCR normal, en especial porque los frotis son tan molestos y los hisopos entran tan profundo en fosas nasales y garganta que los examinados terminan por toserle o estornudarle a quien tienen enfrente. Con el test PCR salival no pasa esto ya que el paciente es quien se toma la muestra a sí mismo y nos la entrega en un recipiente sin necesidad de asistencia alguna. Es algo así como una auto-toma”.
Tan sólo por eliminar la presencia forzosa de personal sanitario y de los hisopos, estas pruebas son una opción bastante viable para testear a cada vez más gente; pero además, el método tiene el extra de que, a diferencia de los PCR tradicionales que requieren estuches especiales para purificar los esputos de nariz y garganta, el de saliva —en vez de un kit— usa un reactivo a base de detergentes y proteasas, logrando una purificación similar mediante un procedimiento más económico.
“Para explicarlo de manera más entendible, digamos que tenemos jabón y algo que digiere la proteína presente en el líquido salival. Una vez que esto sucede el paso siguiente es hervir la muestra y entonces podemos realizar nuestra PCR. Esto aminora en mucho las cantidades a desembolsar, pues lo invertido en cada uno de estos diagnósticos son unos 300 pesos, la mitad de lo que cuesta un test con hisopos, aunque en ambos casos nos referimos sólo a insumos, no a la mano de obra”.
No obstante, para la doctora López, al hablar de pruebas PCR de saliva, más allá de lo presupuestario lo importante es su sensibilidad. “Nuestro método nos permite detectar desde 100 copias hasta miles de millones de copias del virus por cada mililitro analizado, es decir, disponemos de un rango de detección enorme. Hay quienes dicen que 100 copias es demasiado poco (lo normal de un virus en la nariz es de 10 a las ocho copias) y que alguien con una cantidad tan baja no es infeccioso, pero eso es asunto de opinión; yo prefiero tener esos niveles de sensibilidad”.
Estrategias de reapertura
Uno de los señalamientos más punzantes de la OMS a México en cuanto a su manejo de la pandemia es por el bajísimo número de pruebas que realiza (tres por cada 100 mil personas, mientras que EU practica 152 por cada 100 mil habitantes), a lo que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López-Gatell, ha respondido: “Los tests son un desperdicio de tiempo, esfuerzo y recursos”.
Para la doctora López Charretón, más que tomar partido por una u otra postura, lo deseable es encontrar un punto medio. “Somos 127 millones de mexicanos e incluso con los 300 pesos de un PCR de saliva como el desarrollado en el IBt o en otros lugares, ¿cuánto implicaría analizar a cada uno de los mexicanos? Los costos hacen que un testeo masivo sea impracticable, por eso se ha pensado en otras estrategias. Sin embargo, en algo en lo que todos coinciden es que, para lograr una reapertura segura, es necesario efectuar más pruebas entre la gente”.
Por ejemplo, hay quienes proponen practicar tests serológicos (aquellos que, en vez de al virus, buscan anticuerpos contra éste) para emitir una suerte de “pasaporte inmunológico” que permita a su poseedor reintegrarse a una vida normal, ello bajo el entendido de que quien padeció COVID-19 se ha vuelto inmune y ya no puede contagiar más, algo que en opinión de la académica debería tomarse con reservas, pues se ha observado que, en ciertos casos, enfermos recuperados han generado cantidades tan bajas de anticuerpos que son indetectables.
“También están los tests rápidos, que arrojan resultados en media hora, pero que son muy inexactos; de hecho, tienen una efectividad del 50 por ciento, lo cual equivale a echar una moneda al aire para decidir quién tiene, o no, COVID-19. Por ahora los más fiables son los PCR, no por nada se les sigue considerando la prueba de oro”.
Bajo esta lógica, en lugares como la Ciudad de México se propuesto que, para retornar de forma segura a, por ejemplo, una fábrica, se le practiquen pruebas al tres por ciento de los obreros. Sin embargo, esto obliga a realizar diagnósticos de forma constante e ininterrumpida, pues como señala la profesora López Charretón, “si un PCR te dice que no te encuentras infectado hoy, ello no garantiza que no lo estés mañana”.
Por fortuna, agrega la académica, los tests de saliva son tan versátiles como para llevar a cabo pool testings o testeos colectivos, los cuales mezclan las muestras de varias personas (se calcula que de cinco a 10 es lo idóneo) en una sola a fin de analizarlas de golpe y al mismo tiempo. “Si el pool es positivo deberemos examinar a cada individuo del grupo por separado, pero si es negativo podremos darle entonces luz verde a todos, nos habremos ahorrado una decena de diagnósticos y, sobre todo, muchísimo tiempo. Al final eso aceleraría el desconfinamiento”.
Actualmente, la académica estudia estos testeos por agrupamiento en su laboratorio a fin de determinar cuál es la cantidad máxima de individuos que se pueden analizar en una sola muestra sin que ésta se diluya y se vuelva inservible, pues confía en que esta estrategia servirá para abaratar costos, optimizar recursos y aminorar el gigantesco rezago en México en cuanto a pruebas diagnósticas aplicadas.
Y tras enumerar sus múltiples ventajas, para la doctora López Charretón el aspecto más interesante de los pool testings sigue siendo la posibilidad que brindan de cazar a los asintomáticos, ya que en México las personas sin síntomas visibles —pese a también ser contagiosas— suelen evadir los radares sanitarios debido a que en los centros de salud sólo se examina a las personas con signos evidentes de enfermedad.
“Detectar a tales individuos será un gran paso para ir reabriendo espacios. De hecho, ya estamos en contacto con las autoridades de la UNAM a fin de determinar las mejores estrategias para regresar a la normalidad —entre comillas— y ya le escribimos una carta al InDRE notificándole nuestra intención de practicarle la prueba de saliva a nuestra comunidad como paso previo a la reapertura universitaria. Ya sólo esperamos la respuesta de la Dirección General de Epidemiología”. (UNAM GLOBAL)
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