¿Habrá empleo para todos después de la pandemia?
“¿Qué es lo que primero que harás cuando acabe la pandemia?” Preguntó una reportera a un caballero de aproximadamente 45 años de edad. Al entrevistado se le notaba tenso y cabizbajo. Desde temprano hacía fila en un cajero bancario del que pretendía obtener los últimos miles de pesos que le quedaban en su tarjeta. Su respuesta hizo enmudecer a la comunicadora.
La joven entrevistadora esperaba obtener una contestación amable y optimista, acorde al contenido del programa de revista que transmite el canal de televisión local. Sin embargo, en lugar de recurrir a frases suaves como, por ejemplo, “pasear en el parque”, “acudir al cine” o “salir de vacaciones”, el interrogado alzó la voz y, mirando fijamente a la cámara, respondió: “buscar empleo”.
Nadie cuestiona que después de las lamentables muertes y los enfermos provocados por el COVID-19, lo más duro de la pandemia es el número de personas que en México se están quedando sin empleo.
Para empezar, la más reciente Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo aplicada por el INEGI arrojó un saldo de 12.5 millones de personas en suspensión laboral durante el mes de abril, de los cuales, 2.1 millones corresponden a empleos formales y el resto a trabajos informales. Lo terrible de esta cifra es que, una vez regularizada la actividad económica, estas personas esperan poder regresar a sus antiguos puesto de trabajo y, si no fuera posible, empezarían a buscar un nuevo empleo en un contexto ensombrecido por la creciente incertidumbre, la caída en la inversión y por el cierre acelerado de empresas.
Asimismo, durante la primera semana del mes de junio, la agencia de investigación de mercados y opinión pública PQR Planning Quant realizó un estudio cuyos resultados dibujan un escenario francamente alarmante: ¡el 32% de los hogares encuestados han sufrido la pérdida total de sus ingresos! Al mismo tiempo, el 41% aseguró haber perdido su empleo y el 16% tuvo que cerrar un negocio propio del que se mantenía la familia.
Apenas el semáforo epidemiológico se torne color naranja, millones de personas saldrán a la calle para tratar de recuperar sus empleos o para buscar uno nuevo. El número de mexicanos en esta situación podría llegar hasta los 19 millones (2 millones en la economía formal y 17 millones en la informal), afirmó Enoch Castellanos, presidente de Canacintra, después de que el Fondo Monetario Internacional anunciará que este año estima una caída del PIB de México en 10.5%.
Si en un escenario optimista, los especialistas consideran que la economía del país podría generar no más de un millón de nuevos empleos formales al año, ¿en dónde pingos se ocuparán el resto de los trabajadores? Porque, además, no parece que la planta productiva vaya a tener la capacidad de ocupar a tantas personas con los mismos sueldos y salarios que percibían antes de la pandemia; al menos no sucederá sino hasta el 2025, año en el que, a decir de los analistas, el país se recupere.
La conclusión se revela evidente: a partir de este momento, habrá menos espacios de trabajo que personas buscado empleo.
La pandemia traerá, por supuesto, otros efectos de orden social, psicológico, educativo y de salud pública. No obstante, la pérdida y la precarización del empleo acarreará consecuencias en los indicadores de pobreza y desigualdad y, probablemente, la inseguridad también se incremente.
Por ello, cuando las autoridades aseguran que la recuperación económica llegará pronto, es oportuno plantearse qué va a suceder con el empleo. Y no me refiero a lo que vaya a pasar el próximo año o en el 2025 sino cuál será el panorama en el mercado laboral a partir de agosto de 2020.
El trayecto tiene toda la pinta de que navegamos hacia un iceberg, ya sea por no haberse tomado las medidas o porque las que se tomaron no tuvieron los efectos esperados. En consecuencia, el futuro del empleo en México se perfila incierto.
¿Qué hacer? Reordenar las prioridades de gobierno: primero el empleo y después la austeridad.
olveraruben@hotmail.com
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