A través de sus personajes, sus anécdotas y sus lugares
POR TAMARA NAZARETH MEDRANO FLORES
La Epidemia de viruela
Las enfermedades han sido grandes compañeras de la humanidad a lo largo de la historia. Para contrarrestar tales manifestaciones se ha requerido del conocimiento y la valentía de grupos especializados, los cuales desde sus trincheras han aportado estrategias de protección reduciendo las condiciones de vulnerabilidad de la sociedad. Actualmente nos estamos enfrentando a un virus capaz de cerrar las fronteras y distanciarnos. Se ha detenido la economía mundial y entre su paso se ha llevado vidas. Las personas que se han ido en esta batalla se han convertido en números de alerta expuestos en la prensa. Nuestra vida ha cambiado completamente. Nos invade el miedo, pues en los hechos ocurridos en el pasado no se escribió un instructivo sobre cómo sobrevivir a las epidemias.
Fue en 1519 cuando Hernán Cortés arribaba México. Las armaduras y los caballos eran algunos ejemplos de aquello que ni en sueños se había podido imaginar. Desafortunadamente con los grandes avances que los españoles traían, también venía un monstruo silencioso, lo peor es que no se podía percibir; era algo que los cuerpos de aquellos indígenas que habitan la región no estaban listos para enfrentar. La medicina conocida por aquellos pobladores no estaba preparada para tal contrincante. La viruela debilitaba a la población indígena, la cual aunque llegaba con los españoles, tampoco ellos estaban protegidos ante tal manifestación.
Para 1661 la Ciudad de Nuestra Señora de Monte Rey del Nuevo Reyno de León, se estaba viendo afectada por la epidemia, resaltando que por los pecados cometidos se había enviado a dicha ciudad un contagio de viruela, dolores y otros malestares repentinos (Estos malestares no distinguían clase social). Para frenar el contagio se pedía al Convento de San Francisco de dicha ciudad, un novenario de misas cantadas con la finalidad de que el señor mitigara sus rigores. La fe de los creyentes en ese momento fue muy ferviente, pero también se tomaron medidas de sanidad como la cuarentena.
La cuarentena tenía la finalidad de evitar el contagio entre la población por lo que se practicó en las principales ciudades del virreinato, así como en los puertos comerciales (principalmente el Puerto de Veracruz). El 28 de enero de 1798 en la Villa de Santiago del Saltillo se prohibía lavar ropa en las fuentes principales, esto para que la población evitara los brotes de viruela (hecho que recuerda la sana distancia). Otra de las medidas implementadas para hacer frente a la viruela fue la creación de Juntas de Caridad, en donde las personas más acaudaladas de la sociedad novohispana daban donativos para formar hospitales, curar y alimentar a los enfermos.
Para 1800 el Doctor Francisco Piguillem comenzaba la inoculación de la vacuna en España, argumentando que probablemente terminaría aquella devoradora enfermedad que no solamente aquejaba a España sino también a toda América y parte de Europa. El Doctor Piguillem realizó la traducción al español del “Ensayo sobre la inoculación de la vacuna”. La viruela había arrasado con la vigésima parte de la población europea, por lo que está invención del Doctor Edward Jenner de origen inglés realizada en 1796 era admirable.
El 26 de junio de 1804 el Virrey de la Nueva España José de Iturrigaray envió una carta al Supremo Ministro de Justicia avisando que se había introducido y comenzado a propagar en el reino la vacunación en contra la viruela. La noticia que anunciaba la inoculación del fluido vacuno que pondría fin a la tan temida viruela se daba a conocer en la Gazeta de México. Para 1805 la ciudad de Saltillo estaba recibiendo el fluido vacuno contra la viruela con instrucciones de uso. En la prensa local se mostraba el avance de la ciencia y las campañas de vacunación empezaban a ser un hecho en todo México. Algo que nos enseña la historia sobre las epidemias es el sobrevivir, la unión, la esperanza y nos recuerda lo orgullosos que debemos estar por aquellos trabajadores que exponen su vida por nuestro bienestar.
GRABADO REPRESENTANDO un niño con un perrito e instrumento musicales, que ilustra las zonas de aplicación de la vacuna de la viruela, la lanceta con la que se realiza dicha aplicación, y tres botones con la evolución de tamaño y aspecto del el 4º al 11º día. La vacuna se inyectaba al niño a través de dos cortes superficiales en el brazo, cada uno de los cuales tenía la anchura de un pulgar.
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