La educación, desde que se ha entendido como tal, ha buscado preservar una tradición cultural y aportar soluciones a los problemas novedosos de nuestro tiempo y nuestro espacio. Nuestro país debe asumir el reto para educar su futuro.
Trágicamente cuando los países hoy exitosos decidieron ir por la economía abierta, México decidió una economía cerrada, mala decisión tomada. Durante los 90, se nos volvió a presentar una oportunidad, algunos países eligieron dirigirse a una economía del conocimiento, nosotros erramos decidiendo ir a una economía de manufactura.
Sólo la educación nos permite tomar buenas decisiones, pero una educación en su más puro sentido, que nos permita obtener de cada persona los talentos suficientes para afrontar los retos. Una educación que nos enseñe a vivir y no solo a trabajar.
El reto de México ahora es educar a sus jóvenes, ya pasó el tiempo de educar a los niños y no tomamos muy buenas decisiones. Ocupamos el quinceavo sitio en economía, pero tenemos el noveno lugar en número de jóvenes. Y en ellos están las empresas e innovaciones del futuro. 5 de las 10 empresas más grandes del mundo tienen menos de 25 años de vida. Si analizamos las 10 más grandes empresas de México, ninguna tiene menos de 50 años. Es decir, no estamos apostando a generar un ambiente amigable con la innovación. Estamos tomando malas decisiones.
El mundo cambia, y si las aerolíneas tardaron 68 años en alcanzar 50 millones de clientes y el automóvil 62 años; Facebook lo hizo en 3 años, twitter en 2 años y Pókemon Go lo alcanzó en 19 días. En un mundo con menos fronteras la competitividad es clave. La obsolescencia del conocimiento es anual y en algunos campus es mensual y la brecha sigue disminuyendo.
Los retos son muy variados para la educación, pero es el camino correcto, el camino que nos permite llegar a la prosperidad, cuando la tecnología es superior a la educación surge la tensión social, cuando la educación es la que domina la tecnología hay prosperidad y este fenómeno ha sido cíclico en el mundo.
El aprendizaje no es un deporte de espectadores, adaptarse será la diferencia entre la relevancia y la irrelevancia. Aunque lo que es fácil de enseñar hoy es fácil de automatizar, digitalizar o robotizar. Según Mckinsey (2016), La educación es el sector menos susceptible a la robotización. “Nos podemos adaptar al futuro, tomar esta nueva piel, sin perder la identidad”, como bien apuntó Stephen Downes.
Mientras confundamos innovaciones con adaptaciones no daremos el salto. Hemos pasado de estudiantes a consumidores, y con ello no me refiero a la transacción comercial que los clasifica como clientes, el proceso de enseñanza que partía de las capacidades del profesor, ahora son suplidas por las necesidades de consumo que tiene el estudiante, el cual aprende ya no en la escuela, sino desde cualquier lugar mediante muchas herramientas, entre ellas el internet.
El rol del profesor ahora es un rol de intérprete; que hace útiles los conocimientos y ayuda a descubrir los talentos.
Apostar por los profesores será el futuro, no basta apostarle a la tecnología solamente para beneficiar la educación. El profesor se agiganta ante los retos de enseñar el futuro.
Pero pareciera que la educación no nos duele, nos duelen problemas que son consecuencia de la mala educación, pero no alcanzamos a entender que debemos corregir el origen.
Yo Soy Héctor Gil Müller, y estoy a tus órdenes.
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