Especialistas del Departamento de Maquinaria Agrícola de la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN) evalúan sistemas de labranza para una mayor conservación de suelo y uso eficiente del agua y energía durante la producción agrícola en zonas áridas.
“El proyecto responde a una problemática que existe en los sistemas de producción agrícola, donde hay algunos aspectos de degradación de suelos, pérdida de agua, pérdida de nutrientes. Entonces, la línea que manejamos es la labranza o manejo de suelos con implementos, maquinaria, y el objetivo es desarrollar o generar prácticas tecnológicas donde se puedan conservar el suelo, el agua y disminuir el uso de energía”, comentó el doctor Martín Cadena Zapata, profesor investigador del Departamento de Maquinaria Agrícola de la UAAAN.
Esta investigación parte de un problema inherente en las zonas áridas, la escasez de agua. Las limitantes principales son la poca disponibilidad de humedad, muy poca lluvia y los pozos donde se bombea el agua de riego cada vez tienen menos disponibilidad de agua, debido a que la recarga de los acuíferos a través de lluvia, en volumen, es menor a la cantidad de líquido que se extrae.
“Es necesario encontrar sistemas de manejo o algunas tácticas donde se pueda conservar agua y también se pueda conservar energía. Estamos evaluando tres sistemas de manejo de suelo, tres sistemas de labranza”, indicó Cadena Zapata.
Explicó que los tres sistemas en evaluación son el convencional, que se usa en México y la región desde hace muchos años, donde casi todos los cultivos para la producción de alimentos se basan en mover el suelo con cierta intensidad, utilizando arados de disco, rastras de disco y sembradoras. El sistema de no labranza o labranza cero, el cual es una técnica donde no existe movimiento o alteración en el suelo. Y el sistema de labranza vertical con cinceles, una alternativa con menos movimiento de suelo; opción intermedia entre la labranza convencional y la no labranza.
“Estamos evaluando, estudiando y midiendo cuáles son los impactos de estos sistemas en las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos. Estas mediciones se hacen para medir o cuantificar qué tan sostenibles son los sistemas de producción en el tiempo. Si logramos mantener o conservar las propiedades que mencionamos, entonces podemos sostener la producción durante mucho tiempo”.
Principales ventajas
El suelo, de forma natural, tiene propiedades físicas como la porosidad y la densidad; propiedades químicas que son nutrientes como nitrógeno, fósforo, potasio para las plantas, entre otros; y sus propiedades biológicas hacen que sea habitable para microorganismos e insectos que tienen una función ecológica. Además que los sistemas de conservación como labranza vertical con cinceles y labranza cero son menos intensivos y modifican menos el suelo.
“La innovación es que, con nuestro proyecto, se va a gastar menos energía, mover menos el suelo, pero se consolidarán estas propiedades en el tiempo, se van a mantener aceptables y sin estar haciendo labranza cíclicamente cada año”.
Respecto al tema del agua, el doctor aclaró que con la labranza convencional se puede captar agua inmediatamente. Sin embargo, por las condiciones del suelo, quedan poros grandes y mucha transmisibilidad. Por tanto, el líquido puede perderse fácilmente debido a las altas temperaturas de las zonas áridas.
“Así como puedes captar inmediatamente, en pocos días o pocas horas, puedes perder fácilmente el agua. En cambio, con una labranza vertical o no labranza, el agua que captes difícilmente se va a perder o va a durar más almacenada. Porque estos sistemas siempre dejan residuos de cultivos o residuos de plantas sobre la superficie, que evitan que se evapore el agua y mantienen más tiempo el agua en el suelo”, precisó.
El especialista resaltó que con los sistemas de conservación, a largo plazo, el productor obtendrá una disminución de costos en la preparación de cultivo.
“Con una labranza de conservación, el establecimiento de cultivo, la labranza, te significa 10 o menos por ciento del costo de producción. Con labranza convencional implica 30 por ciento del costo. Al menos te ahorras 20 por ciento y, en algunas condiciones, un poco más. Entonces eso es un factor inmediato de incentivo hacia el agricultor para poder usarlo”.
Cadena Zapata aclaró que los resultados de la labranza de conservación son visibles a largo plazo, tanto en producción como investigación, debido al tiempo de descomposición de la materia orgánica.
“Tenemos un experimento en la universidad, vamos para el sexto año y los cambios son pequeños todavía, no hay cambios significativos. Es decir, el suelo bajo los tres tratamientos, en números, cuantificado, no ha cambiado mucho pero sí hay una tendencia al mejoramiento de la porosidad, la fertilidad del suelo bajo labranza de conservación y los rendimientos son casi iguales”.
El investigador agregó que, incluso, hay trabajos en otros países donde, después de 15 o 20 años, cambian las propiedades químicas, hay más nutrientes y la producción se hace sostenible, ya ni siquiera es necesario fertilizar el suelo debido a que la materia orgánica proporciona los nutrientes.
Este proyecto ha impulsado la formación de recursos humanos altamente especializados, a través de tesistas de las divisiones de agronomía e ingeniería, a nivel licenciatura (ingeniero agrícola ambiental, ingeniero agrónomo en producción, ingeniero mecánico agrícola) y posgrado (maestría en ciencias de ingeniería en sistemas de producción). (CONACYT)
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