Ciudad de México.- “Cuiden a sus hijas” recomendó Juana Villalobos Castro para quienes la escuchaban en el Hemiciclo a Juárez en la Ciudad de México. Ella es madre Ana María Gardea Villalobos, una niña de 10 años de edad que desde 1997 a quien no sabe si la asesinaron en Ciudad Juárez, Chihuahua, porque sólo le entregaron un ataúd sellado “con el cuerpo de su hija”.
Juana tomó un último aliento para gritar una consigna, “¡Ni una más!”, con los ojos cerrados y el puño con esfuerzos en alto. Sus breves palabras son porque está agotada, igual que las otras madres de hijas de víctimas de feminicidio y desaparición que la acompañan en la “Caravana de la Realidad del Norte”.
Llevan varios días en el camino, salieron el 19 de mayo de Ciudad Juárez para cruzar el territorio mexicano en demanda de justicia por sus hijas. Hicieron paradas en Coahuila, Zacatecas, San Luis Potosí y Querétaro, recogieron historias de otras familias que como ellas, no claudican hasta ver a los asesinos de sus hijas en prisión. Finalmente, llegaron el pasado 24 de mayo a su destino, la Ciudad de México, en donde realizaron al día siguiente un mitin en el monumento del Hemiciclo a Juárez.
El cansancio de Juana, Fabiola, y Martha, las tres madres que encabezaron la caravana, no sólo es de este viacrucis de seis días, es por el de años que llevan buscando contra corriente que los casos de sus hijas no queden impunes a cuestas de perder a su familia, el trabajo, enfermarse, tener represalias por sus demandas, contaron en entrevistas con Cimacnoticias.
“Ahorita, casi la mayoría estamos enfermas, enfermas de dolor. Estamos enfermas de injusticia, de que no hacen nada. Estamos perdiendo a nuestros hijos lentamente, al menos yo los perdí. Sentimos una impotencia por el gobierno que tenemos en Ciudad Juárez, no tenemos autoridades para que se haga justicia”, narró en entrevista a esta agencia Juana Villalobos.
La realidad del norte, como nombran ellas a la caravana, es que después de 25 años que se comenzó a registrar el feminicidio en Ciudad Juárez, “las cosas no cambian”, dijo Norma Leticia Rivera Rivas, madre de Flor Fabiola Ferrer Rivera, asesinada en dicho municipio en 2002.
La maquila –relató Norma Rivera a esta agencia- se mantiene como el trabajo precario al que pueden aspirar las mujeres de bajos recursos en Juárez, la violencia se ha recrudecido con el crimen organizado y la militarización de los estados de la frontera norte, a las mujeres, niñas, adolecentes, adultas mayores, las siguen asesinando.
La “Caravana de la Realidad del Norte” tiene como motivo los nueve años que cumplió de desaparecida Esmeralda Castillo Rincón. La niña de nueve años de edad que el 19 de mayo de 2009 salió de su casa para ir a la escuela, jamás regreso.
A la madre de Esmeralda, la señora Martha Alicia Rincón, se le unieron otras madres de Juárez, porque ni siquiera la sentencia contra el Estado mexicano que dictó en 2009 la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CoIDH) por los crímenes de odio contra las mujeres ocurridos en la entidad (conocido como Campo Algodonero), hizo que las investigaciones de los casos de sus hijas avanzaran.
Hoy las madres de Juárez están desempleadas, los malestares de permanecer por años en la luchan se evidencian en las enfermedades, “los años han pasado” los contó también exhausta Norma Rivera para dar a entender que ya son adultas, demasiado grandes para conseguir un empleo que acepte sus ausencias por no dejar los casos de sus hijas y continuar solventando los cuidados de sus nietas y nietos, de los que tomaron cargo por el asesinato de sus madres.
“Decidimos unirnos al ver que las autoridades no hacen nada, venimos porque no tenemos trabajo” continuó Juana Villalobos, y aclaró, no todas las madres de Ciudad Juárez están ahí, otras no pudieron venir por “el riesgo de perder su empleo, por la falta de recursos económicos” pero ahí estaban ellas en su representación. “Hemos entendido que sólo unidas podemos”.
“En mi caso”, añadió Norma, la madre de Flor Fabiola Ferrer, “mi hija me dejó en orfandad un hijo de dos años. Es muy difícil es vivir cómo va él va creciendo y haciendo sus preguntas. Es muy duro para mí y las otras madres que viven lo mismo. Ya él va en primero de prepa, yo estoy batallando. Nos encontramos muy lastimadas, unas enfermas, es difícil sacar adelante a los nietos, según el apoyo del gobierno es con las becas pero dime ¿mil 200 pesos me van a alcanzar?” cuestionó.
Casos como el Flor Fabiola y el de Ana María Gardea están prácticamente cerrados por las autoridades pero sus madres siguen buscando respuesta a pesar de los años. Cuándo se les cuestiona el por qué, son claras: por sus nietos, simplemente, porque son sus hijas.
La realidad de Juárez, del norte, de aquel lugar “donde asesinaban mujeres” que se veía lejano, cruzó fronteras, mencionó en el mitin el padre de Esmeralda, José Luis Castillo. Con una manta que portaba con el retrato de su hija, narró: “muy tristemente, muchas madres se acercan y me dicen, señor mi hija también está desaparecida… a mi hija también la asesinaron”.
La caravana terminó el sábado 26 de mayo por unirse a una marcha por la exigencia de aparición con vida de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, Guerrero, desaparecidos en 2014. Al contingente de madres de Juárez se unieron otras del Estado de México y la Ciudad de México. (CIMAC NOTICIAS)
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