LIBROS FÁCILES, LEYES FÁCILES, SENTENCIAS FÁCILES; INICIATIVAS FÁCILES

Todos los libros guardan determinado nivel de complejidad, y esto atiende a las circunstancias de este; la época en la que se escribió, el público al que es dirigido, el idioma, la extensión, la presentación, e incluso el lector, pues algunos pueden leer mejor de lo que lo hacemos otros.

A un maestro que tenía, por no decir exjefe, que debe andar recorriendo uno o dos estados en este momento, le comenté en repetidas ocasiones la necesidad de la buena lectura, aunque siempre veía en su rostro la marcada incredulidad o renuencia al tipo de literatura que en ese tiempo yo consumía.

Por ello, le regalé dos libros de Charles Bukowski, quien además de ser un gran escritor y poeta, era en cierta forma un filósofo sencillo. Simplificaba ideas muy complejas, al punto de que se le atribuye la siguiente frase:

«Un intelectual es el que dice una cosa simple de un modo complicado. Un artista es el que dice una cosa complicada de un modo simple.» 

Con lo anterior, podemos advertir la idea, de que simplificar las cosas muchas veces es mejor y más efectivo para lograr comunicar, lo que tenemos que comunicar. Con la que estoy completamente de acuerdo.

Quienes tuvimos la fortuna de haber estudiado por varios años, tenemos la responsabilidad de difundir ese conocimiento, y hacerlo llegar a los sectores sociales más vulnerables, pues la ignorancia es el mayor origen de los males.

En el campo del derecho, existen múltiples disposiciones para simplificar el contenido de las leyes y difundirlo a la mayor cantidad de personas posibles, bajo el entendido, de que en la medida de que el contenido de las normas sea más accesible, la ciudadanía podrá conocerlo y respetarlo mejor.

Eso recobra fuerza, en una patria tristemente marcada por el analfabetismo, el centralismo y  la construcción de dogmas que día con día se fortalecen; y que alejan al pueblo del conocimiento y la autocrítica.

Debemos llevar el lenguaje del barrio, a los tribunales, para que de estos regresen resoluciones en lenguaje sencillo hacia el pueblo justiciable. En lo que se llaman sentencias “simples”, cuyos antecedentes ya existen en la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Pero también, esas medidas de simplicidad deben utilizarse en los procesos legislativos, y en la construcción de reglamentos administrativos; sobre todo en las iniciativas y exposiciones de motivos, que muchas veces son complejísimas para el ciudadano común (y para muchos “abogados” también).

Esto permitiría familiarizar al ciudadano con los instrumentos de construcción normativa, lo que puede contribuir al aumento de la participación ciudadana, no sólo en la toma de decisiones, sino en el proceso deliberativo de estas.

Incluyendo a las personas que no tienen una formación legaloide, que teniéndola son “simuladores del derecho” (en los términos de Burgoa), o que aún se encuentran en etapa formativa, tales como las niñas, niños y adolescentes.

Pero esa simplificación no sólo debe ser sólo en las leyes, demandas, sentencias, iniciativas y libros, también en el arquetipo de abogado; es decir, hay que romper las formalidades, los modismos y las vestimentas para acercarnos realmente a las bases sociales, a nuestras colonias, barrios y ejidos.  Que no se entienda que ser un “abogado en botas”, te hace menos abogado.

Lo anterior, es una gran oportunidad que tienen el día de hoy, aquellos que están contendiendo en elección popular para ser jueces y magistrados. Pues nada perdemos al sacrificar los “títulos académico-nobiliarios”.

“Cinturón Blanco” es una canción de Jorge Drexler, que me enseñó un gran amor y puede ayudar para explicar esta idea. Habla de la necesidad de reinvención, haciendo una metáfora de los grados de las artes marciales, donde el cinturón blanco, es el primero y el último de los grados.

Es decir, el más perito en la materia es aquel que, entendiendo perfectamente las complejidades, es capaz de sintetizar todo y transmitirlo en forma llana al más inocente del campo, para que este lo entienda.

Pero esta tarea debe comenzar en las Universidades. De la mía, por cierto, entre otras cosas extraño los viajes a Viesca con mi maestro Salvador, y en especial los “mamones” que de ella tuve, que ya aclaró otro columnista de este espacio son dulces nativos de la región.


  • Juan Manuel González Zapata, abogado egresado de la Facultad de Jurisprudencia de la UAdeC. Secretario General del Saltillo Barrister Inn de Phi delta Phi.