CÓMO DECÍA MI ABUELA

“Nos quieren dar atole”…

Mi abuela tenía una gran afición a las aves, sobre todo a los canarios. La escuché hablar alguna vez muy molesta con unos vendedores que se acercaron a la casa para hacer tratos con ella. Al final no compró nada alegando que los canarios se veían muy viejos y ya no podría reproducirlos, ¿cómo ves mi chilín?, me dijo, “nos querían dar atole con el dedo” y siguió exclamando su enojo en contra de los vendedores por querer engañarla.

La marcha del 8M es un acto de desobediencia civil estructurado por las mujeres para mostrarle al gobierno y la sociedad el descontento frente a todos los actos de discriminación y violencia que vivimos por el hecho de ser mujeres.

Pero también, es un espacio seguro para nosotras, un lugar de contención donde no importa si conocemos a quiénes van a nuestro lado o no, sabemos que no estamos solas, que quienes caminan hombro a hombro conocen y entienden nuestra historia. Son lugares comunes para deshacernos de la vergüenza y encontrar el valor y la fuerza para contar nuestra historia, espacios para escuchar a las víctimas y familiares de éstas y reafirmar que marchamos y alzamos la voz por aquéllas que ya no pueden hacerlo.

Tristemente, eso no es lo que muestran los medios de comunicación ni la visión general de la sociedad y el Estado.

Las noticias después del 8M, giran en torno a los monumentos “vandalizados”; (los medios de comunicación rara vez usan el término iconoclasia) los disturbios ocasionados y, entrevistas y fotografías a los grupos de mujeres que se encargan de las labores de limpieza; pero no de las historias relatadas por las víctimas, no de la inacción de las autoridades.

Para la gente, todo acto de iconoclasia es escándalo, para el Estado es vandalismo y daño a la propiedad.

Pareciera que los gobiernos se olvidaron que en México, tenemos una deuda histórica no solo con las mujeres, sino, con los movimientos sociales, que los defensores y defensoras de derechos humanos siguen desapareciendo misteriosamente, que toda represión nos sabe a Ayotzinapa y Tlatelolco.

Qué tristeza que parece que no hemos avanzado nada desde aquella mañana soleada del 03 de octubre de 1968, cuando los medios de comunicación siguen haciendo “Mutis” ante la violencia con la que reaccionan las autoridades y las detenciones arbitrarias de las manifestantes.

Y es que, justamente, nos enfrentamos al macho y sus mismas tácticas, justamente, la violencia que se practica en lo “doméstico” se observa también en la forma en la que reaccionan la sociedad, medios de comunicación y el Estado, y por eso, es que decimos que la violencia en contra de las mujeres es un problema de instituciones, una violencia estructural que se teje desde el pacto patriarcal y con el apoyo de sus regalonas.

Comentarios como “no hubo represión”, “yo marché y no ví nada” son el típico gaslighting, la “luz de gas” que nos aplica una pareja violenta, ahora desde la sociedad y las declaraciones de las autoridades.

Una manifestante de Saltillo Coahuila, relata a través de sus redes sociales cómo fue víctima de violencia por parte de las autoridades cuando, de manera arbitraria, se realizó su detención. La joven cuenta que un policía le mostró un palo de golf que alegaban que era propiedad de la detenida mientras le increpaba: “¿esto también va a la licuadora?”, haciendo alusión a una de las consignas más sonadas en la marcha. A este respecto, las autoridades se contradicen en sus declaraciones, seguimos sin saber qué pasó y quiénes son los responsables por estos actos de represión.

Las prácticas utilizadas por la policía , no sólo en Saltillo, sino en todo el país como, gasear, encapsular, golpear, amenazar, detener arbitrariamente a las manifestantes, son la típica reacción del macho de cualquier ciudad que se molesta con las acciones de su pareja y se las echa en cara mientras la violenta, es la forma del estado de decirnos “es que tú me provocas”.

Entonces ¿para qué tanto curso de sensibilización para las policías? ¿Para qué tanto llamarse “el gobierno más feminista de México” o, “el gobernador de las mujeres?”

Pura demagogia y promesas vacías, cómo diría mi abuela puro darnos “atole con el dedo” para ganar el voto de las mujeres, ahí sí somos ciudadanas, cuando caen en cuenta que somos más del 50 por ciento del padrón.

Lejos de intimidarnos, con este tipo de acciones, nos están dando la razón.

Me siento enojada cuando se quiere insultar mi inteligencia de esta manera; porque sé que los gobiernos ni son, ni se hacen “los ignorantes” por no utilizar palabras altisonantes, perfectamente saben lo que están haciendo, saben que todos somos hijas e hijos del machismo y que entonces, como sociedad, vamos a justificar la violencia en contra de las mujeres ya sea en contra de nuestras hermanas,  parejas,  madres o las mujeres que salen a las calles a manifestarse, porque tenemos interiorizada la idea de que hay que responder con un “correctivo” para señalarle a las mujeres el lugar al que pertenecen.

Seguimos viendo el mismo discurso misógino y machista: ¿por qué se viste así?, ¿Por qué salió a tal hora?,  ¿por qué estaba tomada?, ¿para qué escogió ese hombre?,  ¿por qué no se fue a la primera?, ¿por qué salió a marchar?

Cualquiera que tenga dos dedos de frente entiende, o debería entender, que justamente las acciones del Estado encaminadas a la represión de las marchas feministas están revestidas de machismo y patriarcado.

El 8 de marzo es sólo la fecha que elegimos para alzar la voz masivamente, pero el feminismo trabaja todo el año. Seguiremos encontrando maneras de incidir en nuestros espacios, de hacer valer la tres de tres contra la violencia, el derecho de cada mujer a decidir sobre su cuerpo, protegiendo a las infancias, peleando por nuestro derecho a una vida libre de violencia.

Aunque nos quieran “dar atole con el dedo” como diría mi abuela, estamos observando y exigimos acciones reales y contundentes no sólo para cumplir con cuotas e indicadores, sino, para garantizar, proteger y hacer cumplir los derechos humanos de las mujeres, hasta que la justicia se vuelva costumbre.

Autor

Leonor Rangel