COMO DECÍA MI ABUELA

“Divide…”

Como en muchas familias mexicanas, nos juntábamos en vacaciones de semana Santa en casa de la abuela, para disfrutar de esos días en compañía de la familia y sobre todo saborear la deliciosa capirotada y los demás guisos de cuaresma. A pesar de que mi abuela y mis tías ponían manos a la obra desde muy temprano, la tarea de alimentar a tantas personas y hacer tantos platillos se volvía bastante complicada, por lo que mi abuela nos asignaba tareas menores a los más chicos; algunos pelábamos cacahuates, otros poníamos a remojar chiles, y siempre me tocaba vigilar a los primos más pequeños. “Divide y vencerás” decía mi abuela, mientras nos iba asignando tareas para poder completar los platillos antes de la hora de la comida.

La marcha del 8M se ha convertido en uno de los actos de protesta más importantes en nuestro país, pues no solo se realiza en la CDMX, sino que se replica en cada uno de los Estados y en las ciudades principales de México.

A menudo la marcha va acompañada de carteles, cánticos y consignas que hacen patente las demandas de las ciudadanas en contra de la cultura machista y el sistema patriarcal. Año con año se suman más mujeres, adolescentes e infancias a las protestas feministas para evidenciar que aún no tenemos un piso parejo en materia de derechos laborales, educación, sexualidad, crianza, espacios libres de violencia, etcétera.

Sin embargo, cada año vemos con tristeza, como el Estado reprime las marchas mediante la presencia de la policía, colocando barricadas y sobre todo enviando mensajes que hacen parecer que estas marchas no son realizadas de manera pacífica y dentro del marco del derecho de protesta que otorga la Constitución política de nuestro país. Dichos mensajes se pueden observar en expresiones como que esperan que este año la marcha “sí sea pacífica”, dejando entrever que las anteriores marchas “no lo fueron”, nombrando a los actos de iconoclasia como «destrozos» y minimizando las protestas de las mujeres, señalando los aparentes logros y avances que se han adquirido en materia de derechos de las mujeres.

El problema viene cuando estos derechos no se encuentran bien definidos dentro del orden jurídico, como la violencia digital de la que aún las autoridades tienen mucho recelo para castigar a quienes hacen uso de inteligencia artificial y otros medios digitales para elaborar imágenes sexuales de mujeres o bien, a aquellos que hacen uso de imágenes sin el consentimiento de quienes en ellas participan y las ofertan en mercados de explotación sexual digital, todo esto aún se encuentra en la oscuridad y a la hora de llevar a cabo las denuncias ni las fiscalías, ni los juzgadores, saben bien cómo actuar en estos casos.

También si hablamos de la violencia vicaria, aquella en la que el propio sistema judicial se vuelve cómplice de los violentadores de las madres y sus menores hijos, otorgando facilidades para que se alarguen los procesos mediante denuncias hacia las madres como castigo por estar solicitando la guardia y custodia, pensión alimenticia, convivencia supervisadas y cualquier otro derecho que en materia de derecho familiar tengan los menores a quienes representan estas madres.

Igualmente si hablamos del acoso, todavía hay muchos hombres que no distinguen entre el acoso callejero y un “piropo”, entre sus ganas de ser galantes y cortejar a una mujer y los límites que esta mujer tiene derecho a poner a su «galantería», y así, pudiera enumerar un sinfín de situaciones que vivimos día con día las mujeres, que se encuentran tipificadas como delitos, pero que cuentan con la complacencia de la sociedad y las autoridades, que les otorga una frontera borrosa a la hora de llevar a cabo los juicios en contra de nuestros agresores.

Las mujeres vivimos violencia día con día, pero tenemos derecho a una vida libre de esta y por lo mismo, salimos a marchar, aun cuando el Estado finja que nuestros derechos están garantizados, aún y cuando los gobiernos y las autoridades presuman con lazos morados estar a favor de los derechos de las mujeres.

Y también es el Sistema y el Estado quienes buscan separar a las mujeres para poder así, aplicar el dicho de mi abuela, “divide y vencerás” pues teniéndonos ocupadas discutiendo unas en contra de otras será más fácil desmantelar el movimiento feminista desde la raíz.

Este año, nuestra ciudad de Saltillo está convocando a dos marchas, cada una establece criterios diferentes para unirse a la protesta, como la marcha separatista que excluye a los varones para garantizar la seguridad de quienes participan en ella, y la marcha que incluye a miembros de la comunidad LGBT.

Ambas marchas, aunque pudieran parecer distintas y contrarias, al final buscan lo mismo: terminar con todas las formas de discriminación y opresión que sufrimos las mujeres.

Así que para aquellos que crean que el movimiento feminista en nuestra ciudad se encuentra dividido, les ofrezco otra óptica; tal vez lo que estamos haciendo es dividir y diversificar a nuestro público, de manera que en lugar de incidir en un solo espacio dentro de nuestra ciudad incidimos desde dos puntos muy importantes y de esta manera logramos que más personas visibilicen las causas feministas.

Los derechos de las mujeres forman parte de los derechos humanos, por lo tanto, otorgar más derechos a las mujeres significa un avance en la sociedad, significa romper con todas las barreras que durante siglos se han impuesto a las mujeres.

No importa si vas a acudir a la marcha separatista o a la marcha que apoya los derechos de las mujeres Trans, lo que importa es que te sumes a las protestas en contra de la violencia hacia las mujeres. Aunque pudiera parecer que nos encontramos divididas, todas queremos terminar con las formas de violencia que nos oprimen. Llegó el momento de alzar la voz, desde donde nos encontremos, nunca más contarán con la comodidad de nuestro silencio.

 

 

Autor

El Heraldo de Saltillo
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