La última vez que tuvo contacto con Daniel fue el 21 de febrero del 2007, cuando iba rumbo a una mina en Paredón, poblado de Ramos Arizpe
Fue hace 18 años la última ocasión que Diana Iris García tuvo contacto, vía telefónica, con su hijo, Daniel Cantú Iris, quien, junto a su jefe, Francisco León García, se dirigía a una mina en Paredón, poblado de Ramos Arizpe, para atender asuntos laborales.
Recuerda que tras intentar contactarlo y esperar en vano su regreso a casa, recibió la noticia de que Daniel, Francisco y el chófer que los trasladaba a bordo de un vehículo, nunca llegaron a la mina; supo entonces que algo no andaba bien.
Entre la angustia y la incertidumbre, Diana comenzó la búsqueda del egresado del Instituto Tecnológico de Saltillo (ITS), quien, al momento de su desaparición, el 21 de febrero del 2007, contaba con 23 años.
Con la esperanza de agilizar su búsqueda, se sumó al Colectivo Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila y México (FUNDEC-FUNDEM), mismo que se conforma por madres, padres, hermanos, esposas e hijos que comparten su peregrinar bajo la esperanza de encontrar a sus seres queridos que un día tampoco regresaron a sus hogares.
HASTA ENCONTRARLO
La angustiada madre asegura que hasta el último día de su existencia continuará buscando a Daniel y, pese a que son casi dos décadas las que la separan de algún indicio o rastro de su paradero, mantiene la fe de que un día volverá a abrazarlo con su amor maternal.
Cualquier información sobre la posible ubicación del hijo de Diana, se puede emitir un reporte o enviar información por medio de las redes sociales de FUNDEC-FUNDEM.
«Desafortunadamente ya son 18 años, yo no he dejado de luchar, de seguir buscándolo, de presionar para que se sigan las investigaciones que siguen siendo muy precarias, muy limitadas. Para las familias de desaparecidos es cada vez más difícil, hay más desgaste, pero no vamos a dejar de exigir que se les siga buscando», dijo.
«A los hijos los tuvimos en nuestro vientre, los parimos y científicamente está comprobado que hay un hilo conductor que nos sigue uniendo a ellos, por lo tanto, no podemos olvidar que no hemos sabido de ellos. El amor por nuestros hijos no tiene final, hay que recordar a las personas que no están con nosotros porque si no se recuerda, si no se tiene memoria, la historia se repite y esto no quisiéramos que volviera a pasar». (OMAR SOTO)
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